ESNOBISMO
ALFREDO VILLALBA BUSTILLO
Esta extravagancia es una costumbre, por lo general, de un escaso colectivo de arribistas, derivado de un anglicismo originario de la palabra “snob” con el cual se les denomina por imitar con afectación las maneras, opiniones, hábitos, usanzas, practicas etc., de aquellos a quienes consideran que ciertos hábitos extraños, foráneos y exóticos señorean, destacan. O emulando (con inmuebles y muebles) a garbosos de clase “social alta” criolla para aparentar ser igual que ellos.
Esto implica no hacer nada de lo que se hace usualmente, sino con el ánimo de histrionismos y bufonadas: vacacionar en lugares recónditos, desconocidos para la gran mayoría que, aunque sean una barredura, no importa, son raros y de moda. Los émulos que practican esta propensión deben ser bastante inseguros.
Hay muchas ciudades, de nuestra patria, en donde casi todos los avisos de almacenes, sitios de tratamientos de salud, edificios y hasta tiendecitas de baja distinción, tienen nombres en inglés, francés. Etc.
Otros mucho más ridículos: se nos ha dado por festejar los días de fiesta en Estados Unidos y Canadá: Thanksgiving, Esto, para celebrar el éxito en las cosechas de los primeros campesinos colonizadores de esos países. Eso sería, como dijo un periodista de la W.: que los gringos festejaran el día de la Virgen del Carmen.
Un viejo hábito “snob” de la burguesía, consiste en que, aquellos que tuvieron la oportunidad de aprender el inglés, se les da, en reuniones, por intercalar palabras en inglés con el español, para como decía mi abuelo: “dárselas”
Relato una anécdota que sucedió en un evento donde se estaba realizando un remate de pinturas de un famoso artista Cartagenero, para unas obras benéficas. Asistía lo más pletórico de la ciudad, donde se colaron los de siempre: Los nuevos ricos. Uno de ellos conocido de autos por sus extravagancias ridículas, con una ignorancia humanística de acre sabor a tosquedad, rudeza entrelazada en las tinieblas de la ineptitud. Pues bien, al llegar al más alto precio en donde los asistentes consideraban era el techo de la liquidación; se pone de pie el sujeto y levantó la mano, con una parsimonia para que todos los asistentes miraran hacia él y espetó: $$$$$$. Sin saber en qué categoría artística se debe catalogar el “Desnudo” a pastel, acrílico sobre madera o lienzo, aceite sobre lienzo, un carboncillo, un Pincelin etc.
El esnobismo intelectual es inverso. Picasso jamás se disculpó por eso, sino que había hecho de los calzoncillos la bandera de su libertad; una libertad que sólo da el arte y no el dinero. A Picasso le dijo una señora: Regáleme esa flor que acaba de pintar. A usted sólo le ha costado cinco minutos. Esta flor me ha costado cincuenta años, señora, de modo que la rompo pero no se la doy.
Es la respuesta del creador libre ante la “pequeña burguesa” estulta que le quiere robar cinco minutos al genio.
