La Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) es un establecimiento público con características académicas. De entrada podemos ver que su naturaleza fundacional se halla en el Estado, ya que es hija del ejecutivo. La ley 19 de 1958 facultó la creación de una institución que formara académica y moralmente a los administradores de la res pública en Colombia. De hecho, esa coyuntura histórica contaba con una particularidad: la Constitución de 1886.
Dicha Constitución tenía como principio al Estado de derecho; es decir, la norma como centro del sistema. También, el ejecutivo contaba con herramientas burocráticas más amplias, al punto de asignar mediante decretos a los alcaldes y gobernadores en los entes territoriales, a su vez, inspectores de policía u otros cargos de libre nombramiento y remoción.
La nación paseaba por el llamado Frente Nacional, donde conservadores y liberales turnaban el poder del Estado en una alianza oscura; la dictadura aristocrática disfrazada de democracia atropellaba los derechos humanos. Todo ese panorama generó una crisis en los sectores del poder público.
La institucionalidad requería un cambio de dirección, necesitaba eficiencia, eficacia y efectividad para afrontar los problemas de la época. Ahí, nació la ESAP, una escuela capaz de formar a los líderes de los territorios, coadministradores de entes o corporaciones públicas y ciudadanía en general. Su espíritu impoluto consta en llevar el conocimiento de la administración pública al constituyente primario, su gente, quien es la razón de ser de un país formando personas para el buen gobierno.
Sobre la premisa de que la democracia permite a cualquier ciudadano cumplir con las características básicas que el ordenamiento jurídico avala, elegir y ser elegido, más allá de su conocimiento o experticia, la suscrita situación daba pie para una mala administración de recursos humanos y económicos. Allí entra la academia a dar buen curso a ese desempeño, facilitando mediante su dirección de capacitación el saber necesario.
Las ganas de un buen gobierno aún están vigentes, tanto como la Escuela Superior, que necesita estar cerca de los entes territoriales como alcaldías y gobernaciones. Su descentralización ha logrado que no solo exista una sede en Bogotá, sino en casi todo el país con más de cien centros de estudios en el pregrado de administración pública territorial y posgrados. El departamento de Sucre no es la excepción, cuenta con uno de los CETAP más jóvenes y organizados del país.
Con la Constitución del 91 y su enfoque de Estado social de derecho, donde pone al ser humano como eje, la ESAP forma un papel indispensable porque discrecionalmente una cultura de la ética pública es una cultura de los derechos humanos. Sumado a su deber institucional de entregar conocimiento a todas las personas posibles, lo que significa aclarar y entender: derechos y deberes. Ayudando así al fortalecimiento de la república.
Para no seguir cayendo en los errores del pasado, los administradores públicos debemos siempre anunciar mediante acciones un solo axioma: sindéresis (coherencia) en el deber ser como hoja de ruta.
La Escuela Superior de Administración Pública CETAP Sincelejo siempre está abierta a generar espacios de construcción académica y técnica a todos los 26 municipios que administrativamente conforman el departamento. La invitación abierta es a rodear esta institución y utilizar las herramientas que brinda para un mejor gobierno.