Escuela Nueva y paz en Colombia

Escuela Nueva y paz en Colombia

"En Colombia, la Escuela Nueva representa el 67 % del total de las escuelas públicas del país, ubicadas en su mayoría, en zonas alejadas o de difícil acceso"

Por: LIGIA PATRICIA VILA PERTUZ
junio 16, 2017
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Escuela Nueva y paz en Colombia
Foto: Pluma Negra

 

El programa de Escuela Nueva, fue un modelo pedagógico, diseñado e implementado en Colombia en 1975 por Vicky Colbert, Beryl Levinger y Óscar Mogollón; como respuesta a los diversos problemas presentes en la educación primaria rural, y como un modelo pedagógico para fortalecer los proyectos productivos en el campo. Según Naciones Unidas “es uno de los mayores logros en desarrollo humano".

En Colombia, la Escuela Nueva representa el 67 % del total de las escuelas públicas del país, ubicadas en su mayoría, en zonas alejadas o de difícil acceso.  El 32% de los estudiantes colombianos acuden a estos centros educativos con el deseo de encontrar los beneficios que esta nueva práctica pedagógica ofrece.

Un maestro o maestra de Escuela Nueva forma en promedio 30 niños y niñas, distribuidos en el mismo salón de clase, y a cada curso se le asigna una mesa conjunta. Es común que en las épocas de cosecha, niños y niñas campesinas se ausenten del aula escolar para ayudar a sus padres a la recolección o procesamiento de los productos agrícolas. Por esta razón, la enseñanza en la Escuela Nueva fue diseñada por unidades, donde cada estudiante termina su proceso en las diferentes áreas, y cuando regresa, tiene la oportunidad de continuar con la unidad siguiente a la cursada.

Sin embargo, en la práctica, el campo colombiano y las escuelas rurales, no han contado con una presencia social del Estado. Por esa razón se ha impuesto  la exclusión, estigmatización, confrontación militar, masacres, desplazamientos de campesinos y asesinatos, afectando el derecho a la vida digna, al trabajo, a la seguridad alimentaria básica para la nutrición de los colombianos.  La educación en ese contexto ha carecido de sentido, y por proteger la vida, las y los niños se ausentan o tienen que desertar de la escuela.

La violencia impide la formación humana que es la misión de la escuela. Las maestras y maestros, especialmente del campo, se han convertido también en víctimas, y el ejercicio de la docencia libre y la convivencia pacífica, se ven afectadas en estos contextos.

El Gobierno firmó los Acuerdos de Paz destacando la necesidad de desarrollar una Reforma Rural Integral, para lo cual la educación se constituye en uno de los motores para el desarrollo del campo, con equidad y justicia, donde el campesino recupere su condición de sujeto de derechos como garantía de mejoramiento de sus condiciones de vida digna.

El mismo gobierno se refiere a la importancia de la educación. Incluso habla de que “Colombia debe ser la más educada”, en otros términos, la educación es uno de los factores fundamentales para cerrar la brecha que ha existido entre el campo y la ciudad en la medida en que contribuye a resolver las causas estructurales que originaron la violencia ejercida contra la población campesina.

Contrario a lo anterior, hoy las maestras y los maestros colombianos, nos encontramos en un Paro Nacional desde el pasado 11 de mayo, exigiéndole al gobierno que garantice los recursos para la educación, y que ésta sea gratuita y de calidad, y que quienes trabajamos en esta noble tarea, recibamos un trato y pago dignos.

Soy una maestra de la Escuela Nueva convencida de la paz, que convivo con las niñas y niños del campo, asediados por la violencia y la exclusión. Hago todo lo posible por enseñar desde los afectos y orientar a los niños desarrollando prácticas ligadas al quehacer productivo de los campesinos. Lo realizo en una Escuela cuya infraestructura está cada día más deteriorada y sin recursos pedagógicos y ambientes de aprendizaje adecuados donde los niños puedan aprender creando y divirtiéndose. Me pregunto entonces para qué Acuerdos de Paz si en realidad no se cumple con lo fundamental: el derecho a ser bien educados para vivir bien. ¿Puede haber paz, cuando se les niega a las y los niños el derecho a permanecer en las escuelas en condiciones dignas? Puede haber Paz cuando los maestros y maestras nos vemos obligados a acudir a la protesta, para reclamar educación de calidad para todos, y el gobierno responde que “no hay plata”, pero si hay recursos para que se reprima con gases y bombas de aturdimiento a quienes dedicamos nuestra vida a lo más sagrado que es formar a las niñas y a los niños, que hoy esperan con ansias nuestro retorno a las aulas, dándole sentido a nuestras vidas.

Ojalá el gobierno nacional, demuestre que en realidad espera que Colombia sea la más educada y, en consecuencia, cumpla con garantizar el Derecho a la Educación.

Espero regresar pronto a la escuela, habiendo logrado que el Gobierno atienda los justos reclamos de los educadores, estudiantes y padres de familia.

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