Hace unos días encontré en este medio un artículo que llamó mucho mi atención así que dispuse de un pequeño espacio de mi tiempo para su lectura e interpretación, para mi sorpresa, desilusión y por qué no decirlo, mucha molestia, en mi lectura encontré falta de respeto, intolerancia y falta de reconocimiento y aceptación por la diferencia.
El artículo se titulaba “Ricardo Arjona, el cantante de los que no leen”, en él se hablaba de la falsedad en la imagen que representa Ricardo Arjona y la falta de educación de las personas que le siguen y disfrutan de su música y sus letras, describiéndolas como solteronas frustradas. En ese instante quise redactar un comentario expresando todo lo molesta y ofendida que me sentía con lo leído y de la misma manera quise incluso atacar al autor, sin embargo, pensando en mi formación y en la importancia de la inteligencia emocional, decidí esperar a que disminuyera la emoción y que fuese la razón la que expresara por medio de argumentos sólidos el porqué de mi desacuerdo.
Al respeto puedo decir lo siguiente. Soy una mujer Colombiana, psicóloga de 31 años, con una hermosa pero no perfecta familia, tengo un hijo de 6 años y un esposo muy trabajador, amoroso, respetuoso y diligente, aunque algo irritable, la verdad. Cuento con experiencia y estabilidad laboral considerable y formación en diferentes temas entre ellos, inteligencia emocional. Mis conocidos coinciden en describirme como una mujer amable, divertida, sensible, guerrera y algo despistada. Como ven mi perfil no cabría en la descripción de solterona frustrada. Conocí la música de Ricardo Arjona muy temprano sobre mis 12 o 13 años, y quede prendada de ella creo que de por vida, en sus letras encontré poesía, ironía, visión crítica y claro, alimento para mis sueños e ilusiones; en esta época y por influencia de mis hermanos mayores, también conocí algo de trova cubana, poesía y rock de diferentes lugares del mundo. Hoy en mi adultez joven, casi media, me puedo describir como amante de la música, mis gustos musicales oscilan entre diversos artistas y géneros entre ellos el vallenato, la salsa, la trova cubana, el pop – rock, algo de electrónica y si, debo reconocerlo uno que otro reggaetón y/o champeta. Me encanta, bailar, cantar (aunque no lo haga muy bien) y también escribir, creo que hasta el momento mis gustos musicales no han afectado mi intelecto, al contrario me han enriquecido y me han aportado en la vivencia y elaboración de mis diferentes estados de ánimo.
No me parece consecuente que personas orgullosas de su intelecto y su bagaje académico y cultural ataquen y denigren a otros solo porque no coinciden en sus gustos e ideales, musicales, políticos y religiosos, al ver esto en la actualidad, uno logra comprender el porqué de nuestras realidades sociales donde el otro no es visto como un complemento sino como un obstáculo e impedimento. Me declaro amante de las analogías de Arjona, no a cualquiera se le ocurre decir: “Jesús no bajes a la tierra, quédate allá arriba, todos los que han pensado como tu hoy están boca arriba” solo por citar una entre tantas de mis favoritas; calificar entonces de solteronas frustradas a las seguidoras de Ricardo Arjona, sería como calificar de vagos y drogadictos a los amantes de rock por su aspecto e ideología. Definir por ejemplo la Tecno cumbia como música exclusiva de ñeros, sería un desconocimiento y falta de respeto con países como Perú, Ecuador, Bolivia y Argentina, donde este género es una expresión de sus raíces y su cultura, atacaríamos, desconoceríamos y faltaríamos entonces, a la camaradería, hermandad y solidaridad que como latinoamericanos nos debe caracterizar y solo por no coincidir en el gusto musical.
Aunque no soy la mujer más letrada del mundo, si conozco algo de la poesía de Benedetti, la prosa de Sabines, el realismo mágico de García Márquez, el suspenso de Agatta Cristi y las reflexiones de Paulo Cohelo, entre otros autores, me encanta el rock en español y considero que Fito Páez es uno de sus principales representantes a nivel mundial; no se puede hablar de respeto irrespetando y considero que si Fito Páez no llena escenarios de igual manera que Ricardo Arjona, está sería una oportunidad para revisar su propuesta musical e identificar en que puede mejorar sin perder su esencia, claro está. Bien lo dice Ricardo Arjona en el agradecimiento de su disco “Si el Norte fuera el Sur” y me permito parafrasear “A quien le gusta muchas gracias y a quien no, déjeme decirle que me tiene sin cuidado, el trabajo es trabajo y solo por eso hay que respetarlo”. Nadie trabaja mejor que nadie, sencillamente tenemos diferentes maneras de trabajar y algunas gustan más que otras, eso nos lleva a la dinámica del mejoramiento continuo y nos permite crecer como profesionales, como personas y finalmente como seres humanos con habilidades y capacidades superiores que compartimos un espacio vital en un Universo lleno de posibilidades.
Finalmente respecto a la vida personal del artista, no me interesa entrar en discusión, ante esto solo puedo decir que aunque estoy de acuerdo en que nuestras figuras públicas, al decidir serlo, se convierten inmediatamente en modelos actitudinales por seguir, de una sociedad muy necesitada de buenas noticias y buenas actitudes, también soy una convencida de la necesidad que tiene nuestra sociedad de no juzgar, de no seguirle apostando a la doble moral, donde todos nos sentimos en el derecho de señalar y condenar al otro, sin detenernos un minuto a pensar en su realidad y la necesidad de su reconocimiento para la comprensión, más no justificación de su comportamiento, en pocas palabras, considero que no tenemos la suficiente autoridad moral para señalar y juzgar, al contrario, debemos hacerle ver y reconocer al otro su realidad con el fin de apoyar y orientar, así nos convertiríamos en una mejor sociedad.
Laura Marcela Serrano Mora
Psicóloga
