El exceso de triunfalismo de Iván Duque Márquez en la instalación del último período de sesiones del Congreso de la República este año, desnudado por la oposición, demuestra los graves errores del mandatario, entre los cuales el más protuberante fue la fallida reforma tributaria.
Como siempre, esta reforma estaba habilidosamente encaminada a desplumar las clases más vulnerables del país, buscando favorecer y enriquecer aún más a los grandes empresarios y a la banca nacional. Lo más doloroso era la idea de quitarle parte del salario a los pensionados; salario que se ganaron con toda una vida de trabajo. No le bastaba que en el gobierno del expresidente Uribe les hubieran quitado la prima semestral, ahora buscaba desmembrarles el salario.
Escuche, señor presidente, su fallida reforma tributaria produjo el estallido social más grande de los últimos tiempos en Colombia. De hecho, ese estallido aún no se ha terminado, por el contrario, lo perseguirá hasta que termine su mandato. Ese descontento va a ser el abono para que en las próximas elecciones presidenciales la izquierda se una y tome el poder como acaba de suceder en el Perú. Si el presidente no escucha y si el Congreso de la República no abre los ojos, no se autorreforma, no se despoja de sus sueldos estrambóticos, la izquierda se tomará el poder... y él y su partido serán los primeros culpables.
Si eso sucede en muy poco tiempo, Colombia, uno de los países más ricos en biodiversidad y en recursos naturales, se irá a la bancarrota y se convertirá en otra Venezuela: sus industrias y sus empresas fracasarán. Será entonces cuando el presidente se arrepentirá de no haber escuchado el país a tiempo.