"Escribir es una forma de revelarnos": Aida Yepes

"Escribir es una forma de revelarnos": Aida Yepes

Ella es escritora y su firma la llevan ya dos novelas con las que ha empezado abrirse camino por el difícil mundo de las letras

Por: Manuel Tiberio Bermúdez Vásquez
abril 13, 2021
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Su primer trabajo, La Impronta, publicado en el año 2008 tiene como eje temático sucesos ocurridos en el año 1988 durante la elección de alcaldes en el Municipio de Caicedonia.

Y recientemente, para este 2021, está presentando Mi pequeña Eulalia en una patria sin dueño, una novela en la que la ficción y la realidad se funden para dar vida a los personajes que caminan las páginas de este libro.

Pero a la par que conocemos los textos de un autor, también nuestra inquietud como lectores hace que aspiremos a saber sobre su vida, las motivaciones y los pensamientos que impulsan su quehacer.

Dialogamos con Aida Yepes, para ir tirando del hilo que nos conduzca a sus intimidades de creadora, para conocer sobre sus primeros contactos con lo que luego ha convertido en su oficio: la escritura.

Aida Yepes señala que solamente es “un ser humano a la espera de que este mundo de locos se recomponga, muy comprometida con la historia y consciente que el trabajo realizado con mayor esfuerzo es el más honroso”.

Aida nació en Caicedonia, municipio cafetero al norte del Valle del Cauca. Su familia inicial estaba conformada por sus padres y diez hermanos, “los cuales fueron determinantes en mi forma de ser. Mis primeros contactos con la escritura fueron unos versos que dediqué a mi padre.

Conservo una imagen preciosa de mi infancia: me veo sentada en las piernas de mi padre mientras él me lee el periódico del día. Aprendí a leer con los cuentos del lejano oeste que, igualmente, leía mi padre. También creaba tarjetas para congraciarme con él, y le escribía dedicatorias como diciéndole: gracias por enseñarme y por estar tan pendiente de que aprenda”, rememora.

Pero esto de escribir viene de tiempos de la escuela. “Recuerdo cuando estaba en el último año de primaria en la escuela Gabriel Mistral, tenía once años y participé en un concurso literario con un poema: “Reflejo de nuestro pueblo”, dedicado a los niños de la calle. De aquel poema solo recuerdo una partecita que, a pesar del paso del tiempo, aún está en mi mente: "Llanto débil, voz entristecida, con su manita lastimera extendida, nostalgia y amargura hay sobre nuestro suelo".

¿Cómo está conformado su núcleo familiar actual?

“Mi esposo, mi hija y yo. ¡Ah!, y un hermoso cachorro”.

¿Qué circunstancias la acercan a la escritura y que la atrae inicialmente de este oficio?

El saber que a través de las letras hago catarsis. Derrito esos atascos que, de vez en cuando, apisonan mi garganta y sojuzgan mi pecho.

¿Cuáles son inicialmente las motivaciones que le llaman la atención para dedicarse a narrar y a contar?

“Casi todos mis escritos son coincidentes en las motivaciones. En primer lugar, es descomunal el goce que experimento al darle forma a un personaje, al hacerlo sentir y decir todo lo que tengo para él en mi mente. Siento igualmente una gran responsabilidad con la historia: poner al descubierto toda clase de manipulación e injusticia con las cuales nos topamos en el camino.

A la par, esto viene acompañado de otra motivación externa, y es pensar que lo escrito algún día va a ser valorado, examinado y criticado. Yo no puedo considerar que con mi escritura esté creando mundos nuevos. Es el entorno el que se incrusta en mi cerebro, determinando mis palabras”.

¿Qué fue lo primero que escribió y que usted se dio cuenta de que había gustado a quienes vieron su trabajo?

“A pesar de que la fábula “Fisgón y roedora”, estuvo precedida de varios poemas, este fue el escrito que captó primero la atención.

Tuve la oportunidad, en febrero de 2003, de asistir a la Biblioteca Municipal de Pleasanton, California, a un conversatorio sobre cómo hacer que nuestros pequeños se interesen por la literatura. Allí expusieron que, dentro de las actividades previstas para ese año, estaba la escenificación de fábulas, y que por un lapso de ocho días recibirían sugerencias sobre las que convendrían llevarse a escena. Les a Fisgón y Roedora, y para sorpresa mía fue seleccionada junto con Rin Rin Renacuajo. Ambas fábulas fueron llevadas a escena, en inglés y español”.

 ¿Qué la decidió por la escritura como forma de pronunciarse ante el mundo?

“No quedarme con ningún guardado”.

¿En qué momento se siente escritora y decide que este será su oficio en el futuro?

“Desde pequeña he sentido inclinación por escribir. Siempre he tenido necesidad de garrapatear todo lo que me afecta, lo que me duele, lo que me hace sentir rabia. Lo hice, inicialmente, para mí y no pensando en publicar. Las publicaciones al comienzo se fueron dando casualmente. Espero y confío en el respaldo que me dé la crítica especializada; solo en ese momento podré escribir con plomo: soy escritora”.

¿Cuáles cree usted que son las condiciones que hace de alguien una escritora o escritor?

La pregunta está formulada para responder desde la subjetividad, lo cual me permite reformularla: ¿debemos diferenciar a las personas que escriben, en general, de los escritores? ¿Cuándo se transforma una persona que escribe en escritor?

En mi caso personal ha sido un proceso. En el pasado escribí algo que me gustó, que me satisfizo. Ahí me enganché del cuento, desde ese entonces no he soltado las cuartillas ni el bolígrafo.

Pero no sé a partir de cuándo uno se siente escritor, o peor aún ¿cuál es ese cuándo donde los demás reconocen en uno a un escritor? Esto me permite concluir que el parámetro entre lo uno y lo otro es la valoración y convicción que cada uno tenga sobre sí mismo”.

¿Qué novelas ha hecho hasta hoy y cómo percibe que han sido recibidas?

“Mi primera novela es La Impronta. No tuvo buena distribución, de ahí que su reconocimiento sea poco, a pesar de que los lectores y amigos que la abordaron disertaron con entusiasmo sobre este trabajo. Mi pequeña Eulalia en una patria sin dueño es mi segunda novela, y ha sido muy bien reseñada por quienes entregué para su lectura".

¿Qué considera que predomina hoy en el llamado mundo de la escritura: el comercio o el talento?

“Ambos prevalecen, ambos deben de tenerse en cuenta. El talento debe tener un marketing implícito, hay que comercializar para llegar al lector, pero si llega al lector y este no encuentra el talento que esperaba la cadena de mercadeo se trunca. De ahí que las nuevas propuestas literarias, en sí mismas, deben incorporar un diseño ideológico, estético y comercial”.

¿Cree que el público tiene aprecio por los libros de narrativa, por las historias de ficción? ¿Se lee hoy más que ayer?

“Hoy por hoy, hay un gran proceso de búsqueda. Igual los medios y oportunidades de acceso a la literatura son mayores, pero hay que tener en cuenta que los gustos artísticos se han diversificado mucho más. Por ello no podría opinar frente a la proporción de lectura en el hoy frente al ayer”.

¿Se deja influenciar el público por las ofertas comerciales de escritores que emergen o el público lector cada vez aprende más a valorar una obra por las calidades artísticas que contenga?

“Es posible que se dejen influenciar inicialmente por ofertas comerciales, pero si no encuentran calidades artísticas en la obra se desprenden muy rápidamente de ellas”.

Sobre su trabajo y la propuesta como escritora, Aida dice sin dudarlo: “Soy seria y comprometida con lo que hago”. Es por ello que desde ya viene trabajando en otra novela de la que nos adelanta que el título será: “Cuando se estremezcan los orbes”. Una apuesta literaria, marcada por dos planos, en esta oportunidad son: el plano físico y el plano espiritual.

¿Qué tan receptivos han sido los lectores a sus propuestas narrativas?

“El posicionamiento es un proceso, por eso la necesidad de darme a conocer. Con Mi pequeña Eulalia siento que esa probabilidad es mayor.

¿Qué es para usted el escribir?

“Es una experiencia catártica, vivificante, la cual me permite denunciar y amar”.

¿Para qué sirve el escribir historias en una sociedad tan banal como la que hoy vivimos?

“Precisamente para revelarnos”.

 ¿Cuál cree que es el papel del escritor y en especial en una sociedad que cada vez parecería más insensible a las propuestas culturales?

“Llamar la atención”.

¿Háblame de su trabajo: cómo escribe, tiene horarios, rituales, ¿qué entorno o ambiente necesita para escribir?

“No tengo ningún ritual, ningún horario establecido. Puedo escribir en cualquier entorno o ambiente, de hecho, los nuevos escenarios me oxigenan las ideas”.

¿Qué sensaciones busca alentar en quienes se acercan a sus novelas?

“Leer es querer leer. Leer es una actividad individual y voluntaria, si alguien se acerca a una de mis novelas ya debe estar predispuesto a las temáticas que allí se plantean, por lo tanto, como autora, no busco alentar sensaciones que vayan más allá del contenido mismo de las obras; pero sí me interesa que el lector que aborde su lectura y quede enganchado con ella”.

¿Qué proyectos tiene a mediano y largo plazo?

“Por el momento, terminar mi tercera novela. El largo plazo se lo dejo a Dios”.

¿Un mensaje reflexión para los que quieren incursionar en este mundo de las letras?

Leer con sensibilidad. Las lecturas que impactan se vuelven fuente de inspiración. Igualmente deben provisionarse de suficiente constancia y paciencia”.

 Una frase que sea motivación para seguir adelante.

“No detenerse ni temer”.

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