Nació en un pueblecito con un nombre tan largo que cuando uno termina de pronunciarlo queda tan cansado como si hubiese recorrido los 140 kilómetros que hay desde la capital, Ibagué, hasta “San Antonio Abad del Páramo de Nuestra Señora de los dolores”, que es el lugar de nacimiento de mi entrevistado, pero que por aquello de la economía llaman tan solo: Dolores, Tolima.
De allá es Lizandro Penagos, un periodista cuyo desempeño principal ha sido la televisión en programas como: Notipacífico, Magazín 9 p.m.; Espejo de los días; programa Desaparecidos y Desplazados y Amaneciendo, entre otros. También ha sido exitoso columnista y colaborador de varios medios impresos. Actualmente es bloguero en el portal del Noticiero 90 Minutos.
Dice que al periodismo lo llevó el ver a su padre como se regocijaba leyendo los periódicos, recorriéndolo de la primera a la última página como si en ellos estuviese condesando todo lo interesante que había.
Pero como sucede con algunos periodistas, a Lizandro le dio por escribir libros, narrar historias, despertar emociones por medio de la palabra escrita y de ese ejercicio tiene ya varios libros publicados.
Su más reciente trabajo, "Si en Nueva York llovía en Cali no escampaba", según el autor, es un libro de columnas “acronicadas” o “crónicas acolumnadas”, según como el lector quiera tomarlo.
Para conocer un poco más sobre el escritor, dialóganos con Lizandro quien nos habló de su niñez y juventud, sus motivaciones como escritor, su pensar sobre el periodismo y algo sobre ese oficio que hoy le tiene como uno de los buenos escritores de nuestra región.
¿Dónde transcurrió su niñez y juventud?
Mi niñez en un pueblecito del sur de Tolima, San Antonio Abad del Páramo de Nuestra Señora de los dolores, al que claro, le dicen sólo Dolores. Y mi juventud y el resto de lo que llevo de vida en Cali. A esta ciudad llegué de 7 años y estoy a punto de cumplir 54.
¿Qué títulos ha obtenido?
Los dos más formales son: Comunicador Social y Periodista; y magíster en literatura Colombiana y Latinoamericana. Tengo seminarios, diplomados, etc. Pretendo ser narrador de historias. Y el título más grande: soy el papá de Laura.
¿Cómo se decide por el periodismo y dónde lo ha ejercido?
Decido estudiar periodismo porque veía a mi papá leer el periódico con tanta seriedad y gozo, que pensaba ¡qué pude decir allí que sea tan interesante! Era una especie de ritual para él. Lo doblaba y lo doblaba y lo doblaba… y se lo leía desde la primera página a los clasificados. Si yo algún día lograba estar allí, en esas páginas, él se sentiría muy orgulloso, pensaba. Nunca me vio ejercer. Lo asesinaron cuando yo estaba en tercer semestre.
He hecho Televisión en Telepacífico, en noticiero, magazines, documentales, etc. Prensa en diversos medios. Jamás he hecho Radio; sólo como invitado. Y ahora en nuevos medios, tengo un blog en el Noticiero 90 Minutos.
¿Qué le motivó a escribir; ¿qué publicaciones ha realizado y cómo ha sido la receptividad, tanto del público lector como de los críticos especializados?
“Lo que motiva a todos los escritores: leer. Eso es como ver porno, a uno termina dándole ganas”.
“He publicado: Amanecerá y veremos. Una negación a escribir para el olvido (2012); De vidas breves y bravas. Historias de gente como uno (2016); el capítulo La Violencia en Alegrías y Barragán: relatos, luchas y agonías en el libro Campesinos: espectadores, víctimas y verdugos (2017); Acoso textual: una cacería de columnas periodísticas (2019); Si en Nueva York llovía en Cali no escampaba. Migración, salsa y caína (2022); y compilé y edité El retorno de los lápices. Periodismo, prosa y algo más (2022) que está a punto de ver la luz. También hago parte del libro Crónicas del Paraíso con Brille para ellas la luz perpetua, ganadora del premio Jorge Isaacs 2017”.
“Y en cuanto a la receptividad, muy buena creo. Hasta el momento nadie ha destrozado con una crítica mis textos, por lo menos que yo haya leído. Me siento por ello muy afortunado. Uno cuando publica lo que sea debe recibir con la misma actitud los aplausos o los madrazos. En general, cuando su trabajo es público. Nadie me ha puteado por mis textos. Salvo por una columna sobre James Rodríguez. Sobre mi más reciente libro, por ejemplo, recibí unas palabras de Jonathan Tittler, Presidente de la Asociación de Colombianistas Norteamericanos, que me satisfacen hasta la emoción, acaso hasta las lágrimas”.
Uno no sabe a veces para dónde se van los libros, ellos después de publicados, son como gitanos que caminan el mundo en manos de los lectores, se vuelven vagabundos por eso quise saber del rumbo que tomaron sus libros escritos hasta hoy
“No sé, –dice- deben estar en estanterías o en mesas de noche. Eso en el aspecto físico, tangible, estarán por ahí. Creo que mis libros, como todos, toman el rumbo que se merecen. Ser admirados, olvidados, devorados, recogidos… creo que van construyendo un legado del periodismo regional, del periodismo literario regional. Alguien que escriba no puede escribir para el olvido.
¿Eres un periodista crítico, que cuestiona su entorno con contundencia? ¿Te ha traído algún tipo de contratiempo esta actitud?
“Pues alguna vez en televisión recibí una amenaza con un sufragio por destapar un caso de corrupción con los cupos para taxis. Se descongelaban los decretos un día para que un par de empresas se hicieran con esos cupos y por eso son tan caros. Esa práctica es nacional y pervive. Me fui un tiempo del noticiero y ya. No más. Algo hemos avanzado como sociedad, a uno ya no lo amenazan o lo matan, todo pasa sólo en redes sociales. Insultos, agravios, ataques personales…
¿Qué piensa del periodismo que hoy se hace en general, pues entendemos que hay particularidades en las se ejerce el oficio desde la decencia y honestidad?
“No es bueno sin duda. Regular tirando a malo. Y lo es en medios nacionales tradicionales porque pertenecen a los grandes conglomerados económicos. La concentración de su propiedad se ha calificado como obscena. Pero hay muchos y muy buenos medios alternativos que reivindican el oficio. Un ejército de medios virtuales, pero muy reales, que fomentan el pensamiento crítico, la investigación y esa tarea de verdaderos mediadores sociales.
¿Qué tanto acerca el oficio del periodismo a la literatura y qué opina del llamado periodismo literario tan de moda hoy?
Totalmente. Soy periodista y hago periodismo, sólo que tomo las herramientas de la literatura para narrar, para que los textos sean más vívidos y entretenidos, para que despierten más sensaciones y emociones, en fin, para que la literatura se ponga al servicio del periodismo. No, al contrario. Más que acercarlo, intento fusionar el periodismo con la literatura sin caer en la ficción o la verisimilitud. Jamás he escrito ficción”.
¿Hablemos de su libro Si en Nueva York llovía en Cali no escampaba qué motiva su escritura y que tanto vivió en New York para escribirlo?
“Me motivó uno de los mayores insumos, primero literario y luego periodístico de la historia: los viajes. Las crónicas de Indias y Los viajes de Marco Polo son claros ejemplos. Ningún escritor ha escapado a esta pulsión. Se viaja y se cuenta. Se viaja y se narra. Se viaja y se escribe. Viajar despierta la capacidad de asombro. La mirada del escritor es como la del turista.
Nunca he vivido en Nueva York. He ido dos veces, una en verano y otra en invierno. Un mes bastó para enamorarme. Volveré en breve a presentar el libro. Otro verano en Nueva York como cantó Andy Montañez con El Gran Combo de Puerto Rico.
¿Con qué se va a encontrar el lector de su libro?
Con once textos que se mueven entre la columna, la crónica, el perfil y el periodismo literario. Digamos -para no detenernos en definiciones acaso pseudoacadémicas- que pueden ser once columnas ‘acronicadas’ u once crónicas ‘acolumnadas’ -donde se cuela un perfil demoledor-, en las que la ‘nieve’ aquella y el frío de la migración siempre parecieran estar presentes, pero en las que en cada párrafo se enciende ese fuego de la pulsión periodística, y claro, narrativa.
¿Cree cómo muchos que "New York es el cielo"? o que quien triunfa en New York, triunfa tres veces. ¿Qué significó esa ciudad para usted?
“Nueva York es un monstruo divino. Los caleños se las ingeniaron para construir un pequeño ‘Cali York’ en Queens, el más grande de los cinco distritos que conforman la “Babel de acero” como la rebautizó un escritor boricua y el más diverso del mundo en términos étnicos”.
“No es la capital del mundo sino del cosmos, dijo Eddy Martínez. O el lugar más lindo del mundo, aseguró Justi Barreto. Nostradamus, la llamó la Ciudad Nueva; y el Apocalipsis, Babilonia la Grande. Es apasionante y avasalladora. Intrépida. Su mercado de valores mueve 500 millones de dólares por minuto. Toda Colombia, entre 35 y 50 millones, en un día bueno. Es la más cuerda de todas las locuras. El epígrafe que escogí para el libro puede responder mejor: “Nadie debería venir a Nueva York a vivir si no está dispuesto a tener suerte”, escribió Elwyn Brooks White.
¿Dónde se consigue el libro para quien se interese por él?
Conmigo directamente. Las editoriales y las librerías suelen quedarse con las ganancias de un esfuerzo que es sobre todo individual.
¿Qué le pone triste?
Una lágrima de mi hija y la ignorancia como objetivo de los poderosos del mundo.
¿Qué le da alegría?
Una lágrima de felicidad de mi hija y un buen libro acompañado con café. Y la música, me alegra sobre manera la música.
¿Con Dios o sin él?
Con el Dios de Spinoza.
¿Qué es el amor para usted, a quien supongo, crea en ocasiones personajes de desarraigo de “amores contrariados” como les llamaba Gabriel García Márquez?
“El amor es apenas instantes. Como dice el bolero: “un algo sin nombre que obsesiona a un hombre por una mujer”. Un embeleco que hace más llevadero este mundo. El amor es la recompensa por la mortalidad. Es muchas cosas, la mayoría dolorosas”.
¿Qué es lo mejor de ser escritor?
“Pido prestada la frase de Cesare Pavese: “Es hermoso escribir porque reúne las dos alegrías: hablar uno solo y hablarle a la multitud”. Uno escribe porque eso tiene que salir, debe darse a conocer para no atragantarse. No hay nada mejor para exorcizar tantos demonios como escribir.
¿Y lo peor de dedicar parte de la vida a crear historias para otros?
Un país que no lee y al que los libros les parecen carísimos, pero no una botella de trago.
¿Vale la pena dedicarse a la escritura de libros? Y de ser así… ¿por qué?
Sí, porque uno jamás debe renunciar a hacer y decir lo que le dé la gana en la vida.
¿Cómo ve esta Colombia que hoy estamos viviendo y que visiona a futuro luego de esta contienda entre Petro y el Ingeniero Hernández?
“Es el reflejo de un sistema educativo deficiente. No puede ser que la ignorancia dicte cátedra y la gente que ha tenido la posibilidad de educarse guarde silencio para no ofender tanto loro que repite sin pensar. Estamos ante un grotesco charlatán millonario que dice lo que la gente llevada a la ignorancia quiere escuchar y un hombre preparado que ha dedicado toda su vida a estudiar y luchar por unas mejores condiciones para los históricamente desfavorecidos, marginados, excluidos… es una vergüenza lo que estamos viviendo y una verdadera tragedia si vuelve a ganar la emoción por encima de razón”.
¿Qué proyectos literarios tiene a futuro?
La publicación de El retorno de los lápices: Periodismo, prosa y algo más. Es una compilación de textos excelentes. Después ya veremos. Hay mucho en el tintero.
Tiene algo que destacar
Sólo agradecer tu deferencia para con mi persona y mis garabatos.