Escribir en Barranquilla
Opinión

Escribir en Barranquilla

Noticias de la otra orilla

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noviembre 08, 2014
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Me encuentro de casualidad otra vez con este libro de Ramón Illán Bacca, y vuelvo de manera indefectible a sus páginas con un interés que va renovándose en el decurso de la nueva lectura. Y recuerdo a Borges y su elogio del placer de la relectura.

Comoquiera que es un libro enmarcado en la indagación literaria de la historia, la obra constituye un sensible aporte a ese ejercicio de relectura de la ciudad, en la que hacía falta la perspectiva de la literatura para ir redondeando un cuadro crítico distinto. Son ochenta años de la historia de la ciudad vistos desde la experiencia literaria, matizados y enriquecidos por el particularísimo filtro cultural de este autor, con estilo personal y un talante desmitificador y zurdo que va poniendo poco a poco las cosas en su sitio. Un ejemplo de eso mismo puede ser lo que el propio Bacca escribe en el proemio: “No es este ni un libro de historia de la literatura, ni de crítica literaria, como tampoco un texto didáctico. No se hallará, pues, aquí un estudio completo ni de la poesía, ni de la novela, ni del teatro, ni del ensayo entre nosotros, sino, descartado todo lo anterior, lo que resta”.

Desde luego que sí, pero no. En este caso el libro es la consolidación de ese estilo. Es la oportunidad de mirar en un solo croquis textual las crónicas que hemos ido conociendo publicadas en diferentes medios periodísticos.

Escribir en Barranquilla, está compuesto entonces por cinco extensos ensayos, nueve crónicas cortas y una entrevista comentada. El ensayo que encabeza el libro es el titulado “El modernismo en Barranquilla”, y fue publicado en 1993 en el No. 33 del boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Es un texto que pudiéramos subtitular Modernismo sin modernistas, porque la acuciosa pesquisa de Ramón Illán más que hallar pruebas irrefutables de literatura modernista, le permite, en compensación, regalarnos una estupenda recreación contextual de la Barranquilla de aquellos años, rica en el más animado entrecruzamiento de viejas y nuevas luces que avisaban el tránsito de un siglo a otro en un “pueblón” que era la Barranquilla de la época.

El segundo ensayo es “El mundo de Cosme”, publicado inicialmente en el No. 30 de la Revista Huellas de la Universidad del Norte, en 1990, y constituye un merecidísimo ajuste de cuentas con la obra y la figura del maestro José Félix Fuenmayor, un gran animador del periodismo y la literatura en los años 20 y 30, y a quien cierta crítica especializada ha considerado más tarde, al calor del boom, como una figura vanguardista en la literatura latinoamericana, imagen tutelar detrás del famoso Grupo de Barranquilla. En ese texto, como en todos los que componen el volumen de Escribir en Barranquilla, el autor despliega sus telones de época y con la magia del escenógrafo provee el más completo background de anotaciones sociológicas, políticas y culturales de quien fuera el personaje primordial en la literatura del viejo Fuenmayor: Cosme.

En los otros tres ensayos del libro, los titulados “Presencia de Voces”, “Las revistas literarias en Barranquilla” y “Aproximaciones a la Literatura del Carnaval”, Ramón Illán, ya con su método sistematizado, arma una sola corriente de conversaciones entre uno y otro texto, a pesar de haber sido escritos en momentos diferentes, pero en los que a los nuevos contenidos siempre se insertan intercambios de voces, personajes, circunstancias, libros y procesos.

En la estructura del libro, antes de llegar a las crónicas dedicadas a los personajes del Grupo de Barranquilla, hay cuatro crónicas que podríamos llamar de transición: la primera es una titulada: “Nadaísmo en Barranquilla”, publicada en el No. 699 de Intermedio del Diario del Caribe, en 1998, cuando el Nadaísmo cumplía treinta años. En general es un texto en el que se mira este movimiento de reojo y con cierto descreimiento más que crítico. Ramón Illán despacha el compromiso con un “En Barranquilla el nadaísmo no era un círculo beligerante, como en Medellín o Cali...”.

Las otras tres crónicas de transición tienen que ver con lo que se leía en Barranquilla en tres momentos diferentes de su historia. Por una parte, está el texto titulado “Frente al estante alemán”, un recorrido misterioso por la Biblioteca Departamental del Atlántico para satisfacer la extraña curiosidad de Illán Bacca de saber qué libros de autores alemanes se leían en Barranquilla en la década del 40. Y cierran los textos titulados “Qué se leía en Barranquilla” I y II, publicado el primero en 1987 y el segundo en 1997. La visión de ambos momentos es absolutamente desoladora y no queda de su lectura sino la sensación de un precario gusto literario y una terrible hojarasca de mala literatura.

Las últimas seis crónicas están relacionadas con Barranquilla y su grupo, y son sin duda retratos breves y entrañables, logrados a trazos rápidos pero seguros, de los personajes consabidos de esta cofradía.

 

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