Qué escribe uno 30 minutos después de que le matan a un amigo

Qué escribe uno 30 minutos después de que le matan a un amigo

Ayer mataron a Jorge Chantre Achipiz, secretario del cabildo de Pueblo Nuevo, donde sembramos árboles hombro a hombro. Un muerto más. Vendrán otros

Por: Juan José Jaramillo Arango
mayo 05, 2017
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Qué escribe uno 30 minutos después de que le matan a un amigo

Llevo escribiendo de conflicto y corrupción sin parar por tres meses, y creí que tenía callo. Pero no. A Jorge lo vi una sola vez, y su muerte me tiene roto. Uno de esos líderes amenazados y asesinados. Uno más, pero a este lo conocí, una sola vez, pero conocí su trabajo. Estudiante de la Universidad del Cauca, uno de esos pelados de la nueva generación que está comprometido en hacer respetar lo suyo.

La gente de Pueblo Nuevo se ganó mi más grande admiración. Los sacó la guerra, esta puta guerra, del Naya. Catalina, la tía de Jorge, tiene mi más profundo respeto. Es doctora en Derechos Humanos y se ha dedicado a defender a su comunidad de los abusos que han sufrido sus hermanos. Les tocó irse para Cali, y les dieron una tierra cerca de Jamundí como compensación del paraíso que perdieron en el Cauca. Pero están luchando por hacer de Pueblo Nuevo su nuevo hogar: han sembrado 3 mil árboles. 

Catalina, como tantos, serán héroes para mí. Me preocupaba cuando mi hermano estaba muy radical, pero nos pasábamos horas enteras hablando de la importancia del compromiso, de la lucha y de la muerte segura que significa esto en este país. Este país de mierda. Cuando se moderó me dijo “no vale la pena ponerle el pecho enfrente a la bala”, y me tranquilizó, pero creo lo que en realidad hizo fue aplacar una culpa. Nunca fui capaz de meterme del todo.

Hoy revivo esa culpa. Un niño rico, con tres mil quinientas oportunidades, y me dedico a escribir detrás de un escritorio o a viajar escondiéndome tras una cámara. Ayer vacié a Salud Hernández, ahora me siento mal, siento que me rebajé a su nivel de andar repartiendo odio. Pero me siento incapaz de arrepentirme. Ella, una de miles y miles de ciegos, andan pregonando que este país se lo entregamos a la guerrilla. ¿Qué hay que tener en la cabeza para no ver que somos un país paramilitar hace casi 20 años?

No digo los políticos, o los soldados. Digo cada uno de nosotros, hasta los de izquierda, llevamos un paraco en el corazón. Yo que siento ganas de prenderle fuego a los asesinos de Jorge, tengo un paraco dentro. Cómo hacen aquellos que logran de alguna manera transmutar ese odio.

Pienso en Jesús Abad Colorado. Víctima él, tomando fotos de paras y guerrilla y masacres y víctimas todo el tiempo… ¿Cómo hace para no meterse un tiro? Me más grande admiración. Tal vez serán esas frases cliché: la vida sigue, o hay que seguir luchando para que no mueran en vano, o todo es justo y perfecto… Paleativos así. Pero me pongo en el pellejo de Catalina, que vio en Pueblo Nuevo la oportunidad para que su familia pudiera volver a empezar, y vienen unos putos paracos y le pelan al sobrino. No entiendo cómo se mantiene la cordura, cómo se mantienen las ganas de seguir luchando.

A Jorge le regalamos una carpa porque creímos en el proyecto que tenía. Era el puente entre Pueblo Nuevo y Popayán. Traía estudiantes de la Universidad del Cauca para que los Nasa pudieran compartir su vida, y así animar a que la comunidad en el proceso de recuperar su conocimiento ancestral. Y a la inversa, llevaba a sus compañeros de Pueblo Nuevo a Popayán para mostrarles cómo puede una vivr bien en la ciudad, cómo espantar el fantasma del desplazamiento forzado. Esa era su función.

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Jorge acompañando una siembra de árboles

 

No sé cómo hacer para no combatir el odio con odio, como dejar de ser un paramilitar contra los paramilitares. ¿Es cobardía? No irme a poner en primera línea de batalla defendiendo a los líderes sociales, ¿es falta de compromiso? Quedan paras, quedan disidencias de narcos de las FARC, quedan narcos con ejércitos propios, y no le veo solución a esto. Sé que hay teorías de amor, de paz, de oportunidades… Váyale dígale eso al man que se gana $12,000 millones cada 3 meses con su finca de coca.

Una muerte me trae a la cabeza una historia de injusticias, de todos contra todos. Exterminan un partido entero, y en vengaza estos desmiembran familiares de paramilitares. Pero luego están las del día a día, las violaciones de bebés, las quemas de habitantes de calle solo por verlos arder, las estafas de multimillonarios que quieren ser tetramillonarios, y se va todo para el carajo.

Por ahora solo queda escapar. Intentar olvidarse un poco. Ver al perro correr, si eso poner una película para poder dormir. Mañana hay que trabajar. Y gracias a Dios, si esa cosa existe, amo mi trabajo, siento que algo se está haciendo, así a los gatilleros que mataron a Jorge les importe un bledo si escribo o no.

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