El Coronel Carlos Feria no sabía si el atentado contra Gustavo Petro iba a ser en Pereira o en Armenia. Lo único cierto es que sus enemigos aprovecharían la visita del entonces candidato a la presidencia al Eje cafetero para asesinarlo. A partir de ese día cuatro escudos antibalas rodearon al candidato de la Colombia humana en la calle y las tarimas durante el resto de la campaña. Era un riesgo salir a plaza pública solo con chalecos antibalas. Así mataron a Luis Carlos Galán.
Le puede interesar: Cuando Gustavo Petro era un nerdo de gafas en su colegio de Zipaquirá
El coronel Feria es el jefe de seguridad del esquema del presidente. Un policía experto en inteligencia y en protección de personalidades y hoy es uno de los hombres de mayor confianza de Gustavo Petro, quien estuvo de acuerdo con su idea de los escudos. El 7 de agosto de 2022 el coronel Carlos Alberto Feria Buitrago entregó un candidato vivo en la Plaza de Bolívar que minutos después se convirtió en el primer presidente de izquierda de Colombia. Esa parte de la tarea se había cumplido.
Carlos Feria fue el jefe de seguridad de Petro cuando este fue alcalde de Bogotá en 2012, desde entonces se ganó su confianza.
Parece que el coronel Carlos Feria tiene más de dos ojos. Aunque ni un solo minuto le quita la mirada de encima a Gustavo Petro, sabe todo lo qué está pasando alrededor de él. Lo que no alcanza a ver también lo conoce. Está enterado de lo que pasa cuadras a la redonda. Sus audífonos son el oráculo. Los casi 50 hombres que cuidan al presidente de la República se lo informan todo.
Buena parte de los 26 años que el coronel Feria lleva en la policía, se las ha gastado cuidando personalidades políticas. Apenas graduado como capitán, con 25 años encima, entró al grupo de protección de la policía como escolta. Por aquella época su jefe era el hoy general retirado William Salamanca, muy cercano a Petro, quien por esos días era el director de la unidad de protección.
Un par de años después Salamanca encargó a Feria como líder de la seguridad de algunos congresistas. En el año 2012, con la llegada de Gustavo Petro a la Alcadía de Bogotá, el general le entregó su mayor responsabilidad hasta el momento: cuidar la vida del hombre con el segundo cargo político más importante del país. La seriedad, su agilidad para analizar y tomar decisiones, y la discreción del policía, fueron fundamentales para que Salamanca confiara en él.
El mismo Gustavo Petro fue quien exigió que el coronel Carlos Feria fuese su escudero. Aquí está detrás de él, cuidando su espalda, como siempre se le puede ver.
Terminada la alcaldía de Petro, de donde salió con sus primeras condecoraciones, y con la gratitud del alcalde, el policía nacido en Villavicencio se dispuso a hacer cursos para ascender. Con el rango de mayor, después de haber comandado Ubate, el pueblito lechero de Cundinamarca, ocupó la comandancia de la policía de Chía, donde volvió a coincidir con su protegido, quien desde hace muchos años vive con su esposa Verónica Alcocer y sus hijos en el lujoso condominio Santa Ana sector II.
Mientras que Gustavo Petro debatía en el congreso, Feria Buitrago, padre de dos hijos, se empoderó como jefe de la policía de Chia, donde viven muchos de los empresarios y políticos más ricos de la capital, al mismo tiempo que iba haciéndose a grados y ganándose las cinco medallas y las 31 condecoraciones que brillan en su hoja de vida.
Del tranquilo Chía, en 2021, ya convertido en teniente coronel, Feria Buitrago llegó al Valle del Cauca. Lo nombraron comandante del Distrito del convulso Buga, donde no permaneció mucho tiempo. En plena campaña presidencial, en los primeros días de febrero de 2022, el candidato que lideraba las encuestas, Gustavo Petro, pidió tener hombres de su entera confianza al lado. El líder de la Colombia humana exigió tener como jefe de su seguridad y la de su familia al policía que años atrás le cuidó la espalda en la Alcaldía y hasta protegió su casa de Chía.
Hoy no hay movimiento alguno que Gustavo Petro haga sin que Feria esté a su lado fiel como una sombra. Siempre se le puede ver a su espalda con un radio en la mano derecha y un audífono puesto en el oído con el que lo sabe todo. Es el ojo de Dios: con movimientos imperceptibles de sus manos y con un guiño controla medio centenar de escoltas que tienen la tarea de hacer lo que él ha hecho por más de una década, poner su pecho si alguna vez los planes que hay para matarlo se ejecutan.
