Andrés Parra es el mejor actor de este país. En la historia sólo uno puede hacerle sombra y ya no está en esta dimensión: Frank Ramírez. La primera vez que vi a Parra fue en el Cartel de los Sapos. Tenía un personaje menor que se volvió icónico, el de Anestesia. En las pequeñas oportunidades es donde se ve la grandeza de un actor. El director Carlos Moreno lo fichó desde ahí y sin problemas ganó el casting de El Patrón del Mal. Interpretar a Pablo Escobar era, hasta ese momento era una tarea imposible. Todo intento había caído en la caricatura barata. Parra lo que hizo fue una interpretación, no una imitación. Cuando dominó el personaje le dio su propio sello. Es Escobar, sin duda, pero, sobre todo, es la lectura que hace Andrés Parra del capo. Esas cuestiones técnicas de la actuación sirvieron para que la gente se identificara con él. Creo que en lo que va de siglo ninguna actuación ha sido tan influyente como la de Andrés en el Patrón del Mal. Fue un fenómeno continental, el trabajo que le disparó la carrera, que lo hizo famoso y le valió la propuesta de un jugoso contrato de exclusividad con Caracol. En una profesión tan inestable como es la actuación saber que se va a recibir un sueldo fijo sobre un tiempo determinado es, para muchos, la salvación. Pero para Parra la plata es algo secundario. Lo primero es el arte. Y sabía que tenía que escapar.
Cuando se dejó de emitir El patrón del mal a Andrés Parra lo perseguía el fantasma de Escobar. La gente lo paraba en la calle y algunos atrevidos incluso le pedían que mandara mensajes de cumpleaños usando la voz del jefe del Cartel de Medellín y que dijera el famoso “Le desentierro a su abuelita, a su mamá, etc”. Desde varias productoras del continente le ofrecieron volquetas llenas de dólares para que reinterpretara a Escobar. Por una cuestión ética, por la carga histórica que representa, Parra dijo no sin pensarlo demasiado. Además estaba el miedo al encasillamiento.
Andrés Parra se hizo un actor demasiado grande para la gnómica televisión colombiana. Por eso lo vemos en super producciones como en Epitafios, que pasó en su momento Fox, o en películas magistrales como La venganza de los Giles, en donde actúa al lado de su ídolo, Ricardo Darín. Esta conversación entre estos dos monstruos da las claves de lo que debe ser la profesión para los que apenas arrancan.
Y cuando nos llegó una de sus producciones, como El Comandante, en donde vuelve a estar a la altura del desafío de encarnar a Hugo Cháves, también la rompe aunque acá, por los prejuicios políticos, RCN decidió mutilarla, mostrarnos fragmentos. La manera como fue distribuida en el país es un claro ejemplo de como un canal decide tirarse una telenovela.
