Como seguidor del vallenato me declaro profundamente ofendido por la relevancia que cada vez gana Ana Del Castillo, una figura que de no ser por sus escándalos nadie sabría de ella. Ciertamente a la joven cantante hay que reconocerle que ha tenido una estrategia de comunicaciones muy hábil. Hasta los primeros meses de este año nadie sabía quien era ella. Sin embargo, el dudoso accidente en el que supuestamente Jhon Mindiola le habría pasado un carro por encima le valió cuarenta minutos de fama en La Red, de Caracol, y desde entonces todo el mundo habla de ella.
De ahí en adelante la carrera de Ana del Castillo despegó. Su romance con un hombre casado, los cinco días seguidos que pasó tomando -sin gota de resaca- y los recientes insultos al maestro Iván Villazón solo sirven para volverla más famosa y que cada vez más gente hable de ella. Es tan poco lo que importa la reputación de la cantante que con tal de volverla más conocida su equipo no tiene problema en ponerle a cantarle a una mujer casada que le robó su marido. Solo hay que ver la letra de su canción "Ya es mio" que dice:
El ya me besó, me probó y le gustó.
Por fin supo lo que es hacer el amor.
Lo que no se cuida se llora.
Entonces llore y llore señora"
Es bastante triste ver que hoy día un artista tiene que valerse de escándalos, que hasta ponen en duda su ética personal, para dar a conocer su trabajo. Pienso que Ana del Castillo es el máximo ejemplo de como hoy es bastante fácil fabricar un artista vallenato a punta de escándalos. Sin embargo, no es la única que recurre a estas técnicas cuando el talento no da. Sino que lo diga Silvestre Dangond. Muy atrás quedaron los tiempos en que el vallenato combinaba sus letras con poesía.