La Habana.- Más allá de los avances logrados en el ciclo 29 de los diálogos de paz, la ronda recién concluida estuvo marcada por el estremecimiento que produjeron los relatos de varias víctimas, testimonios que –como bien dijo Aída Avella en rueda de prensa- deberían ser conocidos por todos los colombianos, en especial por aquellos que todavía le apuestan a la perpetuidad de la guerra.
Testigos presenciales de la audiencia con las víctimas dicen que aún retumba en sus oídos el eco de lo que oyeron en esa mañana del 2 de octubre. “Muchos de los presentes lloramos oyendo aquellas narraciones que parecían sacadas del peor capítulo de la historia universal de la infamia”, comentó a las2orillas uno de los asistentes a la audiencia, efectuada en uno de los salones del edificio de protocolo de El Laguito.
Según el testigo, una de las ocho mujeres que conformaban la delegación contó en sus 15 minutos que a mediados de los 90, siendo ella una mujer joven, llegó a su casa una patrulla militar de 10 hombres al mando de un cabo. Luego de interrogarla sobre la presencia de guerrilleros en la zona, situada en una región del departamento del Tolima, la mujer pasó a ser acusada de “colaborarle a los bandidos”. Acto seguido, comenzó a ser ultrajada físicamente, golpeada y arrastrada por el piso, pese a que ella les suplicaba que tuvieran en cuenta su avanzado estado de embarazo. Su esposo estaba en ese momento trabajando en una finca lejana, así que los gritos de auxilio de la mujer se diluían en el viento, junto con las carcajadas del cabo y sus soldados. Hasta que sucedió lo inevitable: la sucesión de golpes provocó el aborto y la mujer tuvo que ver, entre alaridos de dolor, como su criatura llegaba prematuramente al mundo. Pero eso no fue todo: el cabo tomó el feto ensangrentado y se lo tiró a unos perros, que lo devoraron ante la mirada aterrada de la madre. Una vez cometido este acto de crueldad sin nombre, la patrulla militar se llevó a la mujer al pueblo más cercano y la hizo caminar por la calle principal, todavía ensangrentada, mientras el cabo advertía, dando alaridos, que eso mismo le pasaría a todos los colaboradores de la guerrilla.
Al terminar el relato de la mujer, el auditorio quedó habitado por un silencio de hielo que sólo era interrumpido por los sollozos de varios de los asistentes, comentó otro asistente a la audiencia.
La reunión de las delegaciones del gobierno y las Farc con las víctimas, como en ocasiones anteriores, se hizo en dos etapas: seis víctimas por la mañana y seis por la tarde, con un almuerzo en el medio. Después, a las cinco de la tarde, se produjo la rueda de prensa que en esta ocasión reunió a medio centenar de comunicadores.
Un día antes, el primero de octubre, la delegación había llegado al aeropuerto José Martí, acompañada como siempre por funcionarios de Naciones Unidas y la Universidad Nacional, así como por prelados de la iglesia católica. A su arribo, fueron conducidos a uno de los salones de protocolo de la terminal aérea, donde pasaron más de una hora esperando a que llegara la delegación gubernamental. Las Farc estaban allí desde mucho antes, en otro de los salones de protocolo y cuando por fin llegó el gobierno, se produjo el saludo de las dos delegaciones a las víctimas, en el que brilló por ausencia el general Luis Mendieta.
Mendieta fue el foco de atención principal de esta visita de víctimas, en la que por primera vez la declaración del grupo no pidió un cese al fuego bilateral, aunque sí manifestó su decidido apoyo al proceso de paz de La Habana. “Sería imperdonable con las generaciones futuras que no aprovecháramos esta oportunidad de oro para poner fin a más de 50 años de guerra”, dijo el gobernador del Meta, Alan Jara, en el encuentro con los periodistas.
En la misma rueda de prensa, Mendieta se mostró escéptico sobre los diálogos y esquivo una pregunta sobre si estaría de acuerdo con que guerrilleros que han sido capturados en combate, como lo fue él durante la toma de Mitú, también pudieran ir a La Habana en condición de víctimas.
Un par de horas antes, el alto oficial de la policía hizo su exposición ante la Mesa, en la que –según otra fuente- nunca levantó la mirada mientras narraba sus más de 10 años de cautiverio en la profundidad de la selva. “Se notaba nervioso e incómodo, quizás algo intimidado por la presencia de los guerrilleros”, relató el testigo.
Antes de Mendieta hizo uso de la palabra otra de las mujeres que componían la delegación, para contar cómo los paramilitares no sólo la obligaron a ella y a sus hermanitas a ver cómo violaban a otra de sus hermanas, sino que también las hicieron presenciar el tenebroso momento en que la decapitaron para luego dejar tirada su cabeza frente a ellas.
Al final del ciclo 29, el tres de octubre, las dos delegaciones emitieron un comunicado conjunto y cada uno de sus jefes habló ante los medios para hacer su balance de lo ocurrido en 11 días de trabajo.
Humberto De la Calle dijo que escucharon “los relatos de cómo un puñado de colombianos vieron sus derechos violados de la peor manera en el marco del conflicto, lo cual nos hizo recordar, una vez más, que aquí estamos sentados en la Mesa para asegurar que esto nunca, nunca, vuelva a pasar en Colombia”.
De La Calle dio a conocer apartes de algunos de los testimonios de las víctimas y narró que una de ellas cerró su intervención diciendo: “Estamos cansados de esta guerra, quiero disfrutar a mi familia, a mi nieto ¿Qué exigimos?: paz”. Reveló que otra mujer les dijo que fue tanta la violencia que presenció y padeció en su infancia que sólo podía concluir: “cuando nací la violencia ya me estaba esperando.
El jefe de la delegación gubernamental pidió a las Farc que asuman sus responsabilidades en cuanto a víctimas “de una manera más categórica”, con “pronunciamientos claros y sin excusas”.
Iván Márquez, por su parte, dijo que habían salido de la tercera audiencia con las víctimas del conflicto “con el corazón compungido al escuchar la sevicia de las masacres, los asesinatos selectivos, las torturas, el descuartizamiento, la violación sexual y los atentados aleves del terrorismo de Estado porque eso es el paramilitarismo”.
También resaltó que reconocerán los daños que hayan causado “con la certeza de que ello nunca se ha debido a la ejecución de ataques intencionados contra la población, sino debido a situaciones imprevisibles en unos casos y también a errores injustificables en otros”.
El último día del ciclo, las Farc también aprovecharon para insistir que guerrilla y gobierno deben acordar de inmediato los términos de un armisticio: “Preguntémonos ya, con transparencia absoluta ¿luego de tener tres acuerdos parciales, y en el preludio de la discusión de los acuerdos decisivos, vale la pena que sigamos matándonos mientras llega la firma del acuerdo de paz”, interrogó Márquez.
El ciclo, que coincidió con el segundo aniversario del comienzo de los diálogos, dejó también un hecho novedoso al anunciar las Farc la salida al aire de un noticiero de televisión, cuya primera emisión se pudo ver el viernes 4 de octubre y que llegó a 50 mil visitas en la web en apenas 24 horas. Esta pieza audiovisual, de 10 minutos, es totalmente elaborada en La Habana por el equipo de comunicaciones de la delegación guerrillera y saldrá cada tres días durante los periodos en que haya roda de conversaciones. Traducido por Alexandra Nariño, la holandesa de las Farc, el noticiero también se podrá ver en inglés.