Hace poco tuve la oportunidad de ser invitado a un velorio de un niño wayuú que murió por desnutrición en la Guajira; en calidad de arijuna (no wayuu) ser invitado a estos eventos, que es triste en sí mismo, es un honor, no todos pueden ir, y compartir los misterios de estos eventos es introducirse en mundo lleno de misterios enmarcados en situaciones de dolor y abandono histórico de estas comunidades.
A diferencia de nuestros velorios, el de los wayuú son reuniones de varios días con asistencia de cientos de personas, todos miembros del difunto, hasta grados de consanguinidad que se pierden en los números, pero que para el wayuú, un primo es un primo y un tío es un tío, sin importar que haya 20 o más grados de consanguinidad entre ellos.
No escribiré sobre cómo se desarrolló el velorio, les deberé esta tarea, hoy quiero escribir sobre algo que me dijo una autoridad tradicional (anciano) que asistió al velorio, los cuales sentados en chinchorros bajo una enramada de yotojoro y con una botella de chirrinchi al lado, me dijo la siguiente frase: “Es que ustedes los colombianos se olvidaron de nosotros”.
Esta frase me caló en el alma, “USTEDES LOS COLOMBIANOS”, esto significa que nosotros los colombianos somos unos y los wayuú son otros, que los wayuú ya no se siente parte de Colombia, que se sienten excluidos, apartados, abandonados, a pesar de ser nacidos en La Guajira, que es parte de Colombia, pero que también es la tierra ancestral de este pueblo milenario que hoy se debate entre la vida y la muerte.
Los wayuú se sienten parias en su propia tierra, me recuerda la obra de Eduardo Caballero Calderón “Siervo sin Tierra”, pero con otras connotaciones, los wayuú ya no se sienten colombianos, se sienten extranjeros en su propia tierra, se sienten diferentes, excluidos, abandonados, tratados como seres diferentes, inferiores frente a los demás, cuando por el contrario son un pueblo digno, de cultura ancestral, de fuerte cohesión social, solidarios entre sí, altivos y orgullosos de su raza y su historia, verracos y fuertes, porque solo gente como ellos pueden sobrevivir en medio de tantas penurias, pero que ante una nación que gobierna desde Bogotá, que los mira como simples cifras estadísticas, como opciones no de segunda ni tercera sino de cuarta mano, se ven condenados a repetir una y otra vez los velorios al que tuve oportunidad de ser invitado.
En una micro focalización que realizo el ICBF a petición de la indígena Matilde López Arpushaina, ante la muerte de los niños de sus comunidades, de 49 comunidades visitadas y que están ubicadas en su zona (media guajira, municipio de Riohacha), se identificaron 1.475 niños menores de cinco años de los cuales 1.394 no tenían ningún tipo de protección del Estado, es decir, el 94.5% de los niños estaban sueltos a su propia suerte.
De estos niños al realizarse valoración nutricional y estado de salud se identificó que 46 (3.4%) presentaba desnutrición aguda, que 26 (2%) presentaba desnutrición aguda severa, que 204 niños (15%) presentaba riesgo de peso bajo para la talla, que 119 niños (8.7%) presentaba sobrepeso, que 43 (3.2%) presentan obesidad, y que solo el 67% de los niños presento un peso adecuado para la talla, aclarándose que el estudio no habla de presencia de otras patologías de salud, solo se centra en el tema de desnutrición.
En matemáticas simples, significa que 438 niños y niñas wayuu (32%) están haciendo fila para convertirse en los próximos niños muertos por desnutrición en La Guajira.
En 2012 la UNICEF realizó una actividad parecida en el resguardo wayuu de Manaure, La Guajira, y que está publicado en el portal http://www.salahumanitaria.co/es, el cual informo que en una intervención de 75 rancherías se identificaron 1058 niños y niñas menores de 5 años, en los cuales detectaron que por medición del perímetro braquial (indicador de la pérdida de masa muscular del brazo) la desnutrición aguda fue de 9.1%, y por estado nutricional ( P/T) de 10.3%. El 76.8% de los infantes padece anemia, es decir 812 niños. También se evaluaron y soportaron nutricionalmente 82 mujeres gestantes y 263 madres en lactancia encontrando emaciación en el 19.5% de las gestantes y delgadez en un 3.4% de las lactantes, las cifras de obesidad son de 2.4 y 6.4 respectivamente. La prevalencia de anemia fue de 87.7% en las gestantes y 73% en la de lactantes.
Un documento publicado por el Departamento de la Prosperidad Social, entidad a la cual está adscrita el ICBF en el Consejo de Seguridad Alimentaria y Nutricional Región Caribe –Choco del año 2013 señaló que la Seguridad Alimentaria de la Guajira está en el 59.1%, es decir, la Inseguridad Alimentaria es del 40.9%, y la desnutrición crónica en niños de 0 a 5 años está en el 29.7%, superando en 14 puntos porcentuales al mismo departamento del Choco.
Estas cifras hacen pensar que el indígena wayuú que me dijo: “Es que ustedes los colombianos se olvidaron de nosotros” tiene razón, nos olvidamos de ellos, los abandonamos, y lo peor, no se observa en el horizonte acciones reales y contundentes que cambien esta percepción de abandono real y sentido.
Sobre las autoridades locales (Municipios y Departamento), es claro que la problemática supero hace muchos años su capacidad de intervención, no estamos hablando de 10 o 20 indígenas, ni siquiera de 1.000, estamos hablando de más de 500.000 indígenas wayuu más los arahuacos, koguis y malayos de la Sierra Nevada que están viviendo en la otra Colombia, aquella que muchos no quieren reconocer, porque dañan el escenario del país próspero y pujante que por todos los medios quieren meternos entre los ojos.
Lo primero que se debe reconocer es que esta problemática no nació hoy, ni ayer, ni hace uno, cinco o diez años, esta problemática es la acumulación de inequidades que vienen desde la conquista y colonia española, afianzada por el periodo republicano y mantenida una clase política que no ha hecho lo necesario para modificar este estado de cosas claramente inconstitucional que vulnera los más preciados derechos humanos.
Responsables del actual estado de cosas hay muchos, por corrupción, negligencia, incapacidad, ineficiencia, etc., pero también se debe reconocer que hay muchos ciudadanos, líderes y funcionarios guajiros y colombianos y organizaciones que se han puesto la mano en el pecho y están trabajando en solucionar esta problemática, lo que ocurre es que el problema es de tal magnitud que supera su capacidad y propia realidad, razón por la cual requieren del apoyo irresoluto del gobierno nacional porque La Guajira también es Colombia.
Si a esto le sumamos el cambio climático, que a La Guajira y a sus semi desiertos donde viven los wayuú es a la primera que está castigando, hace que el panorama se complique aún más y se vuelva más desolador, porque ahora no solo es el hambre, la falta de salud o educación, es la falta de agua lo que los está matando.
El Estado no puede seguir siendo indolente amarrado por sus normas y sus protocolos donde debe esperar a que ocurran tragedias para entrar a actuar, previo cumplimiento de miles de trámites y miles de funcionarios que tienen que dar vistos buenos y autorizaciones para que al final, no terminen haciendo nada concreto y que conlleva a que las cosas sigan aparentemente iguales.
Se requiere que el Presidente asuma sus competencia y obligaciones frente a esta problemática, que declare el Estado de Calamidad Pública para La Guajira, también para el Choco, para el Casanare y para tantas otras regiones que padecen de problemas similares, pero que lo haga pronto, que sacrifique inversiones que no son urgentes y destine estos recursos a esta región, que la intervenga ya, con ayuda de la UNICEF, de la Cruz Roja, que involucre a las autoridades locales y regionales y sobre todo, a las mismas comunidades indígenas, que apoye al Departamento y a los municipios porque de no hacerlo le tendrá que pesar sobre su conciencia la muerte de más y más niños, mujeres y ancianos.
Nuestras atnias son los dueños originarios de esta hermosa patria llamada Colombia, pero encierran en sus rincones historias de dolor y sufrimiento que merecen ser reconocidas y corregidas.
Finalmente, quisiera invitarlos a leer con cuidado la letra de la canción llamada “La Dama Guajira”, compuesta por HERNANDO MARÍN (q.e.p.d.), que en sus letras hacen un recuento todo lo que aquí he escrito.
“LA DAMA GUAJIRA”
La guajira es una dama reclinada
Mi guajra es una dama reclinada
Bañada por las aguas del caribe inmenso
Y lleva con orgullo en sus entrañas
Y lleva con orgullo en sus entrañas
Su riqueza guardada orgullo pa mi pueblo
Majestuosa encabezando el mapa
Cual pedestal representando a un reino
Majestuosa encabezando el mapa
Cual pedestal representando a un reino
Luciendo con soltura y elegancia
Una gigantezca manta y joyas de misterio
Luciendo con soltura y elegancia
Una gigantezca manta y joyas de misterio
Esa es mi guajira engalanada que
Por años fue olvidada y hoy se yergue grande
Esa es mi guajira engalanada que
Por años fue olvidada y hoy se yergue grande
Viene un heredero a reclamarla porque tiene plata
Porque ahora si vale
Viene un heredero a reclamarla porque tiene plata
Porque ahora si vale
Mi guajira bella
Mi guajira grande
Colombia es un pulpo desaforado
Mi colombia es un pulpo desaforado
Como un millon de pescado en tiempos de subienda
Y parece un caballo desbocado
Y parece un caballo desbocado
Con un jinete malo sin quien lo detenga
Y ese jinete viene enamorado
Y porque es india cree que esta de venta
Y ese jinete viene enamorado
Y porque es india cree que esta de venta
Pero el enamorado esta casado
Pa una union de dotao
mejor sigue soltera
Ahora que la dama tiene plata
Viene el galan a la casa y promete quererla
Ahora que la dama tiene plata
Viene el galan a la casa y promete quererla
Claro tiene el gas que es una ganga
La sal de manaure y su carbon piedra
Pa los gringos su carbon de piedra
Pa los yankees su carbon de piedra
Pa los monos su carbon de piedra
Para los japoneses su carbon de piedra
Pa los sudafricanos su carbon de piedra
Y pa nosotros
Que comamos
Piedras