Esta semana alguien intentó explicarme la telaraña de la burocracia pública, de las cuotas, las ternas y demás figuras para repartir el ponqué entre los jugadores de la política nacional y local. La gobernabilidad, la democracia representativa, fueron teorías disfrazadas que me intentaron vender. Para cerrar el tema, me regalaron una frase inútil: “Es que usted es muy joven para entender”.
Torpe excusa, propia de una sociedad que se sume en lo absurdo, donde el control político se confunde con el control burocrático, donde los despachos se asignan al son del apetito de los “prohombres” de lo público. Los debates de campaña, la autonomía de congresistas, concejales o diputados carecen de relevancia. Lo que importa es que nadie quede por fuera del jolgorio. Si he de ser joven por siempre, para negarme a que la política funcione como una feria de puestos, lo seré.
Mucho cuidado. Hoy cuando ya prendieron motores los partidos políticos con miras a cuanta Alcaldía, Gobernación, Concejos y Asambleas puedan ganar en las elecciones de octubre próximo, y qué decir las cartas para los Ministerios desde la Presidencia de la República en un revolcón de gabinete que se ve venir, los que se sienten elegidos y los quemados todos ya hacen “fila” para que les toque parte de la paloma desplumada de la paz. Los liberales de Simón Gaviria, Samper y Serpa, se resisten a darse por bien servidos con la designación de Juan Fernando Cristo como Mininterior y van por más, eso sí, afirmando a todo pulmón que este segundo tiempo de Juan Manuel Santos es un salto al vacío, un portazo a la dignidad de lo público bla, bla, bla.
Esta misma emoción roja de hoy por Juan Manuel Santos, hace cinco años era el apocalipsis para más de uno por ser el candidato del gobierno Uribe, al cual habían criticado sin pausa. Dos meses después, según el propio y ya, presidente Santos, los liberales se vieron inmersos en una terna para ocupar cargos que ostentaron todo el cuatrienio. MinTrabajo, MinJusticia, Viceministerios, Secretarias Técnicas, embajadas, entre otras. Sí, así de absurdo como suena, así llegó Simón Gaviria, ocupar el cargo, Juan Fernando Cristo, María Ángela Holguín y la lista sigue. Todos quedaron a la altura del betún: Santos decidió limitar a una terna, de quienes fueron ajenos a su discurso en un tiempo, unos de los despachos más importantes del Gobierno. ¿Mesiánico? Lo dudo. Una jugada astuta, propia de una democracia trivial, para “consentir” a quienes deberían enriquecer la cosa pública con una oposición autónoma. El liberalismo cayó en la telaraña burocrática, el discurso electoral fue a parar al saco del olvido.
¿Preguntas? Muchas. ¿En qué quedó lo que promulgaban los liberales en campaña hace cinco años mientras era ministro de Defensa el hoy presidente? El Gobierno de Santos ¿es el de la gente o el de las cuotas políticas? La democracia no es un festín donde todo grupo político, pierda o gane, “come ponqué”, los funcionarios públicos designados deben serlo por ser los mejores, no por ser de una terna para enaltecer la ambición burocrática de una rosca política.
A nivel nacional como en las regiones, el tema es deplorable. Los medios registran con una naturaleza abominable, la rebeldía de concejales, diputados y congresistas que ven vulneradas sus cuotas dentro la administración. Los funcionarios que escogió para su primer y segundo tiempo Santos, representan a uno y a otro partido. ¿Alguien me explica? ¿Cuál línea de la Constitución manda que sea así? ¿Con qué autoridad, con qué independencia, los congresistas, los concejales o diputados ejercen control político si tienen peones en los despachos de gobierno?
La coalición debe ser una agrupación que comparte una visión de país, no un clan para reclamar burocracia. ¿Qué decir de la “joyita" con la que Roy Barreras, presidente de la U, amenazó a los cartageneros para votar en las elecciones de este año? Algo así como, si no votan por un candidato de la Unidad Nacional se bloquearán los gobernantes en los despachos del gobierno nacional. Díganme con qué licencia el gobierno saca pecho cuando son palabras del presidente del partido de gobierno. ¡Qué indignación!
Hoy la política en Colombia es una fiesta de regalos, no la batalla pacífica entre convicciones y argumentos que debería ser.
@josiasfiesco