Muchas veces hemos escuchado que el pobre es pobre porque quiere o que la pobreza es mental, ¡mentiras!
Comencemos a derrumbar mitos desde ya, no hay personas más trabajadoras en Colombia que el pobre. Normalmente se levantan madrugado para ir a trabajar, a lugares donde ganan muy poco en comparación con todo lo que hacen, el horario que cumplen y las exigencias que les hacen cumplir, o si no los despiden.
Los que no están en sitios fijos y oficinas están desde bien temprano por la madrugada en los mercados de abasto, en carretas por las calles con frutas y verduras, mototaxiando, vendiendo artículos de casa en casa o el rebusque diario en otras actividades. Todo esto lo hacen bajo el sol caliente, bajo lluvia y con todo el peligro que la calle representa se matan trabajando de sol a sol.
Normalmente logran sacar a sus hijos adelante haciendo préstamos en entidades bancarias con unos intereses y unas adiciones que parecen ridículas al momento de cancelar las cuotas, y aun así, la mayoría cumple con los pagos mensuales de manera puntual. Sin olvidar que también tienen otros gastos como arriendo, comida, servicios y transporte, y todo eso lo cubren con sus labores de hormiguitas trabajadoras.
Y no falta el "filósofo" que salga con la frase de "la pobreza es mental". Lamento decirlo, pero el hambre no es mental, los servicios públicos domiciliarios no son mentales, son una realidad, que con mente positiva no van a desaparecer, que es necesario pagar mes tras mes y muchas veces se hace casi que imposible por las oportunidades tan nulas que existen.
Los pobres de Colombia necesitan oportunidades reales, necesitan financiación, necesitan ser escuchados para sus proyectos, para sus ideas, porque el pobre colombiano tiene excelentes ideas, excelentes proyectos, lo que no tiene es capital para llevar a cabo todas esas ideas a la realidad, a la vida cotidiana, a la práctica comercial. El pobre colombiano no necesita subsidios o plata regalada cada dos meses, como pretende hacer creer Duque o algunos candidatos a la Presidencia, que eso al final lo que acostumbra es a la gente a recibir plata gratis del Estado, en forma de subsidio, como si eso fuese a demorar para toda una eternidad, cuando realmente lo que hace es desaparecer de manera temporal. Se necesitan soluciones a largo plazo, que puedan generar ese camino de independencia y crecimiento constante.
Al pobre colombiano le toca recurrir a los préstamos de bancos para poder trabajar y llevar a cabo sus ideas, pero es que con que esos intereses y accesorios que tan sutilmente adhieren a la deuda lo terminan acabando, contando con la buena suerte que le aprueben el préstamo, y como a millones de colombianos sus ideas de negocio se van por la borda cuando no encuentran quien financie sus ideas de emprendimiento o de empresa.
Olvídense que el pobre quiere todo regalado o que solo quiere subsidios; el pobre normalmente lo que quiere es trabajar y salir adelante de forma honrada, de forma honesta. El pobre no necesita el pescado puesto en la mesa, el pobre lo que necesita es la caña de pescar y salir a hacer dicha actividad a un lago, al mar o un río, pero muchas veces acostumbran a poner en la mesa del pobre un pescado para toda una familia, niegan el acceso a las cañas de pescar que dan independencia y eliminan el hambre, y hacen creer que con dar una limosna cada dos meses ya eliminaron la pobreza y todas las necesidades básicas que cualquier persona necesita para poder sobrevivir.
Si realmente quieren que los pobres salgan adelante, denles oportunidades reales, escuchen sus proyectos, fináncielos, asesórelos, denles guías, permitan que las puertas se les abran o que sea usted quien abra esa puerta; permitan realmente que el dinero llegue para ser trabajado para sus emprendimientos, y si no creen estas palabras pueden pararse en una esquina a ver cómo el pobre diariamente trabaja constantemente y lo que menos espera es que el dinero le caiga del cielo como arte de magia.