Las luchas estudiantiles, históricamente, han llevado inmersas el deseo de cambio del sistema imperante en el lugar donde se lleven a cabo. Era común encontrar la palabra “revolución” en las consignas o leer un cartel que mostrara la necesidad de autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, estas luchas poco a poco fueron diezmadas y el movimiento estudiantil ha recibido el estigma social de propiciar la vagancia, la utopía y torpedear el desarrollo de los procesos educativos; llegando al extremo que peticiones básicas, como que un profesor asista a clases, se han convertido para quienes detentan el poder en una presión para desestabilizar su administración. Ustedes podrán decir que quizá exagero, pero no, es un hecho vigente en Colombia.
El pasado lunes 7 septiembre, los estudiantes de los programas de Química, Metrología y Biología de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Cartagena se tomaron, mediante una protesta, el Claustro San Agustín, sede de dicha universidad, para exigir lo que a los ojos de cualquier estudiante es lo mínimo, pero que para las directivas de la Universidad parece la Revolución: laboratorios y profesores. En respuesta el rector, Edgar Parra Chacón, emitió un comunicado diciendo que “si asiste a una asamblea de los estudiantes ellos dicen que no tienen nada, y que resulta que la Universidad tiene los docentes, los insumos, las bases de datos” por tanto están estudiando la posibilidad de suspender o cancelar el actual periodo académico.
Parra Chacón acusa sin pruebas al estudiantado de dejarse manipular por factores externos y que existe una injerencia política en la protesta. Acusación que muestra el desinterés del rector por las peticiones de los estudiantes, porque aquí nadie está pidiendo algo utópico, oneroso o electoral; aquí se piden salones, laboratorios, profesores y calidad. Creo que para eso no se necesita la injerencia de nadie externo y, si ésta está sucediendo, no es razón para desconocer que la administración está fallando y en ningún caso puede servir como excusa para negarle al estudiantado peticiones tan básicas como un salón donde poder estudiar.
Por otro lado, una posible injerencia política en época electoral no es imposible, pero el rector incurre en una falacia de culpabilidad por asociación cuando dice que por haber políticos intentando pescar en rio revuelto, el grueso de los estudiantes está siendo manipulado por éstos. Más bien parece que Parra Chacón prefiere cancelar el semestre que darles un laboratorio a unos estudiantes de Química o profesores a unos estudiantes de Derecho. ¿Qué tal si se le exigieran elecciones de rectoría transparentes y democráticas?
Estas declaraciones del rector han sido difundidas por los medios de comunicación de una manera parcializada y muy poco objetiva, escuchando solo a una parte del conflicto y minimizando la lucha estudiantil. Pero bueno, finalmente en Colombia está claro que la causa por la que luchas solo vale dependiendo la coyuntura y ahora mismo, sin deslegitimar sus causas, estás “de moda” solo si eres deportado de Venezuela, miembro de la comunidad LGTBI o usuario de Uber.
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