Olvidamos por completo que la compra y venta de votos no es solo aceptar dinero en efectivo, también abarca otra serie de comportamientos arraigados en los electores, profundos hasta la médula, que hacen que se vean tan naturales que muchos no se inmutan en pensar si son correctos.
Aceptar el sancocho, la cerveza y el trago en reuniones en las que muchos van porque están "ayudando" al familiar a conseguir el cupo en el colegio o la universidad. Estudiar cualquier cosa porque al final la mafia que hace la tesis se encarga de que sea aprobada y la palanca política te avala el nivel de inglés, para posteriormente seguir solicitando la ayuda del amigo con el voto para conseguir el trabajo en donde le van a pagar tres millones sin necesidad de una preparación acorde al cargo y que uno de esos millones deberá entregarse para subsidiar una corbata del padrino político. Estos comportamientos también hacen parte del fraude electoral.
La excusas son muchas porque el papel moneda no se ve por ningún lado y hay necesidad de subsistir; porque si no lo hago yo, lo hace otro; porque eso ya funciona así; porque para qué voy a cambiar lo incambiable; porque ese no es mi problema y porque uno no sabe qué le pueden hacer.
Mientras algo de fondo empiece a generar el cambio genético que necesita la médula para mutar en algo que beneficie al grupo mayoritario que "ayuda" ignorantemente al que necesita el voto, será seguir votando a conciencia por los programas y no por los partidos, por los hechos y no por los candidatos, si es que aún queda alguno que no incurra en esas prácticas tan anormales.