¿Es Putin es como Pablo Escobar, pero con bombas atómicas?

¿Es Putin es como Pablo Escobar, pero con bombas atómicas?

Ucrania es la cuna de Rusia y buena parte de la población es rusa. Llegó la hora de restituir la mesiánica Rus de Kiev. Putin sueña con ser Vladimir el Grande

Por: Carlos de Urabá
marzo 03, 2022
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¿Es Putin es como Pablo Escobar, pero con bombas atómicas?
Foto: Cortesía

En 2014, como consecuencia de la revolución del Maidan que derrocó al presidente prorruso Yanukovich, se instaló en Ucrania un régimen prooccidental, pro-Unión Europea, pro OTAN y procapitalista impulsado por los ultranacionalistas ucranianos.

Una revuelta protagonizada por los partidos ultraderechistas de corte neonazi Svoboda y Pravy Sector ¿junto a asesores de la CIA?

De este modo se iniciaron las tensiones separatistas en el sudeste de Ucrania apoyadas por Vladimir Putin con la excusa de defender a la comunidad rusa acosada por el gobierno ucraniano.

Las Naciones Unidas, EE. UU., Canadá y la Unión Europea en respeto a la legalidad no aceptaron la anexión de Crimea amenazando con graves sanciones económicas a funcionarios y empresas rusas por violar la integridad territorial de Ucrania.

¿Cómo actúa Rusia? ¿cuáles son sus métodos? ¿y las ambiciones imperiales del putinismo? El partido Rusia Unida de Putin ganador por mayoría absoluta de todas las elecciones en los últimos 20 años constitucionalmente podrá conservar el poder hasta el año 2036.

Se han inventado un sistema concentración de poderes políticos y financieros en un estado FSB (servicio Federal de Seguridad) dirigido por Putin, un exagente de la KGB nombrado por el borracho Boris Yeltsin como su sucesor.

La mayoría de la población rusa ha endiosado a este macho dominante que aplica la mano dura en la política interna y externa.

Líder carismático y glorioso timonel al que se le rinde culto como si se tratara de una divinidad.  Es tan popular que su imagen está grabada en la etiqueta de Putinka, un vodka destilado por la compañía estatal Cristall.

Los sociólogos comparan la política rusa con el estalinismo, el nepotismo en alianza con los oligarcas y la nostalgia de la Unión Soviética. Se reservan el monopolio total del poder que explota el sentimiento antioccidental y la ideología de la grandeza nacional de la madre rusia, la patria de los eslavos.

El militarismo ruso se propone recuperar las glorias del pasado, la Rusia histórica, el renacimiento nacional representado por la bandera tricolor zarista con el escudo imperial del águila bicéfala de oro con las alas desplegadas que simboliza la unión entre el estado y la iglesia ortodoxa y que tiene su origen en el antiguo imperio ruso.

El petróleo y el gas o el carbón son instrumentos de la política exterior rusa para afianzarse como una de las potencias más poderosas del siglo XXI.

El suministro del crudo ruso a la Unión Europea en el 2021 fue de 12.3 millones de toneladas -indispensable para abastecer las refinerías de Polonia y Alemania- Rusia también es el principal exportador de gas a Europa (el 85% del total).

El gas es la carta que Rusia utiliza para presionar a los países de la UE con córtales las fuentes energéticas.

Putin era un gran amigo de la clase política occidental y siempre fue el invitado de honor en las fiestas y exclusivas reuniones. Incluso les remitía meretrices a sus amistades como es el caso de “il cavalieri” Berlusconi, al que le regaló una cama king size con cortinillas para que practicara el Kamasutra con las furcias más bellas y atractivas (incluidas menores de edad). El rey emérito Juan Carlos I también es un gran amigo de Putin, pues tenía negocios en la petrolera rusa Lukoil de la que se llevó una jugosa comisión por la compra del 30 % de Repsol.

Recordemos que Putin para homenajear al soberano le organizó una cacería de osos en la región de Vólogda donde se hizo famoso el episodio del oso Mitrofán al que emborracharon con vodka para que el monarca pudiera abatirlo sin mayores contratiempos.

Putin condecoró en el 2010 al rey Juan Carlos I con el premio estatal de la Federación Rusa por su “labor humanitaria”. Los dos jefes de Estado lo celebraron con sendos besos en sus respectivas mejillas.

Rusia está decidida a jugar con todas las cartas de la baraja. Y a su favor cuenta con aliados (ha financiado a la ultraderecha europea) como Le Pen, Abascal, Orban, la Liga de Salvini, Berlusconi, Donald Trump (un activo de Putin, pues lavó dinero de los oligarcas rusos) , el presidente de Serbia Vucic, el régimen de los ayatolas de Irán, la India, Bielorrusia, Kazajistán,  el chino Xi Jinping, Kim Jong-un de Corea del Norte, Bachar al-Assad, Bolsonaro, también el bolivariano Maduro (Moscú tiene dos bases militares en Venezuela), el presidente argentino Alberto Fernández (que planea que su país sea la puerta de entrada de Rusia en América Latina y así romper su dependencia con el FMI), el Estado plurinacional de Bolivia con Evo Morales y ahora Arce, que afianza su relación con Rusia luego de firmar un acuerdo de cooperación militar en el 2016 para emanciparse de la dependencia tecnológica de EE. UU.

Otro amigo incondicional es el presidente cubano Díaz Canel o el nicaragüense Daniel Ortega. ¡Y si sus camaradas supieran que la Unión Soviética en 1954 y Putin en el 2002 pidieron la entrada en la OTAN! Aunque sus miembros se la denegaron por su carácter antidemocrático.

Putin, el capo del cartel del Kremlin, es como Pablo Escobar, pero con bombas atómicas, el cabecilla de una banda de oligarcas mafiosos ligados con el crimen organizado en los cinco continentes.

Tras la caída del Muro de Berlín como respuesta al sistema soviético fracasado y caduco se abría el camino a la ilusión del materialismo capitalista.

Especialmente en la exportación de materias primas a nivel global. Los burócratas del politburó poco a poco se adueñaron de las empresas por ellos administradas para convertirlas en propiedad privada de una elite burguesa.

El pensador marxista Trotsky escribió que “ante la ausencia de una revolución socialista mundial triunfante, esa sociedad regresaría al capitalismo” Como se comprobó cuando la Alemania Oriental traicionó al comunismo y eligió pasarse al enemigo. Ucrania se niega a integrarse en el ruinoso modelo económico ruso y en cambio prefiere apostar por un sistema capitalista proeuropeo y proyanqui.

Rusia es un país donde la mitad de los trabajadores son empleados por el estado y sus empresas. Es una de las mayores burocracias del mundo. Su poder adquisitivo es bastante precario. Los proletarios cobran sueldos bajísimos y se mantienen gracias a las ayudas estatales.  Así que lo que se aproxima es una dramática crisis económica a causa de las sanciones impuestas por occidente.

Rusia se decanta por el sistema mafioso de control estatal y monopolios muy parecido al de bandas delincuenciales. Un capitalismo criminal corporativo y gansteril en alianza con los oligarcas y que cuenta con un capital financiero de 800 000 millones de euros.

Para comprender el porqué de la invasión rusa hay que remontarse al día 21 de octubre del 2021 cuando en una reunión de los ministros de defensa de la OTAN en Bruselas la mayoría se mostraron favorables a la inclusión de Ucrania en la Alianza Atlántica.

Rusia advirtió que esta decisión traería graves consecuencias políticas y militares. Es algo inaceptable pues los misiles de la OTAN podrían alcanzar a Moscú en 35 minutos.

Putin disparó primero y los sorprendió el 17 de noviembre del 2021 movilizando a 200 000 soldados en la frontera con Ucrania para dizque realizar “maniobras militares”. Luego el 21 de febrero de 2022 al reconocer a las repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk se inicia la invasión. Se aplicó la política de hechos consumados aprobada sin dilaciones por los caudillos militares. El patriarca de la iglesia ortodoxa bendijo a las tropas rusas para que aplasten a las “fuerzas del mal” ucranianas.

Ucrania es el granero de Rusia y de Europa, los productos derivados del trigo han subido un 35%, es el tesoro más preciado.

Sus tierras negras producen 5 veces más que en cualquier parte del mundo. Stalin ya la castigó por sus ansias independentistas y el sabotaje al Kremlin con una hambruna que causó unos 4 millones de muertos. Sus habitantes desesperados comían perros, ratas y hasta sus hijos. A este luctuoso episodio históricamente se le conoce como el holocausto ucraniano (holodomor).

Occidente pensaba que la máxima amenaza a su seguridad provenía de parte del terror yihadista y se había blindado para enfrentar al islamismo radical que anidaba en su propio corazón.  Pero se equivocaba pues el imperialismo ruso, heredero de la Unión Soviética, les ha clavado una puñalada trapera.

Los países occidentales solo reciben bofetadas de los rusos que les escupen en el rostro y los dejan en ridículo. El presidente francés Macron se queja de que ha sido traicionado y humillado por Putin tras su encuentro que mantuvo en el Kremlin el pasado 7 de febrero. En un gesto irrespetuoso lo sentaron durante ¡cinco horas! Al enviado especial de UE en una mesa de 9 metros de largo porque el presidente francés se negó a hacerse la prueba del coronavirus.  Él había asumido la misión de conseguir la retirada de las tropas rusas de la frontera de Ucrania e impulsar la vía diplomática. El mensajero de la OTAN proponía agendar un encuentro entre Biden y Putin para resolver el conflicto “pacíficamente”.

Los rusos siguiendo el guion de una novela negra cometen atentados de falsa bandera como el del bombardeo a una escuela en Donetsk supuestamente atribuidos a las fuerzas armadas ucranianas.

Putin argumenta que ha tomado la decisión de invadir Ucrania atendiendo un llamado de la población prorrusa de los territorios separatistas amenazados por Kiev (casus belli). Esta es una “operación especial militar” -según el lenguaje del Kremlin- para defender Donbáss y garantizar la seguridad de Rusia.

Al fin y al cabo, Ucrania había pertenecido a la Unión Soviética y su comportamiento es el de un “país rebelde” cuyo objetivo es integrarse en Europa y la OTAN.

Este es el típico ataque preventivo que ha movilizado 200 000 soldados en una ofensiva nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial.

Su misión:  imponer la “paz y la libertad” e iniciar la “desnazificación” de Ucrania. Un claro desafío a Occidente y socios de la OTAN en su afán de reconstruir el sueño imperial de la Unión Soviética cuando dominaba buena parte del Este de Europa.

Ucrania es la cuna de Rusia y buena parte de la población es rusa. Ha llegado el momento de restituir la mesiánica Rus de Kiev. Putin sueña con ser “Vladimir el Grande” y besar el crucifijo de oro de los patriarcas en la catedral Santa Sofia de Kiev.

Rusia ya venía denunciando desde hace décadas que siente amenazada la seguridad nacional.

Es la hora de aplicar la táctica nazi del blitzkrieg, la guerra relámpago de Hitler, para tomar por completo el territorio ucraniano en el menor tiempo posible para que no haya una larga campaña de desgaste que ensucie su reputación ante la opinión pública mundial.

Además, era el momento preciso dada la penosa retirada de EE. UU. y la OTAN de Afganistán que demostraba su indiscutible debilidad militar. Se sabía de antemano que Washington no estaba dispuesto a asumir la costosa y ruinosa defensa de Europa.

Se enarbola el arma geopolítica de los hechos consumados para derrocar el régimen “degenerado y corrupto” de Zelensky. El Kremlin lo acusa de estar apoyado por “neonazis y drogadictos”

En España, Unidas Podemos, por su antiamericanismo y rechazo a la OTAN, coincide con los postulados de Putin. Porque desde que triunfó la revolución del Maidan y echaron al dictador prorruso Yanukovich, Ucrania se ha convertido un moderno laboratorio del fascismo internacional.

El exsecretario de Podemos y exvicepresidente del gobierno español Pablo Iglesias (en concordancia con las tesis del grupo de Puebla) dice que “Rusia defiende su seguridad” “es lógico que Rusia no quiera bases norteamericanas cerca de sus fronteras”, “alguien le tiene que decir al presidente (Pedro Sánchez) el gran error que representaría que España se comprometiera con entusiasmo en acciones militares contra Rusia”. Bildu, IU y los anticapitalistas se niegan a condenar la invasión rusa en el Parlamento Europeo.

El partido neofranquista VOX hace unas semanas se ha reunido en Madrid con los líderes de la ultraderecha europea (financiados por Putin) VOX admira el ultranacionalismo ruso que es el mejor ejemplo a seguir para cimentar el ideario de la España una, grande y libre. “Ucrania es para Rusia lo que representa Cataluña para España”

Los aliados occidentales indignados ponen el grito en el cielo porque los han traicionado y los han humillado. ¡Se ha violado el derecho internacional! Pero ellos mismos crearon el monstruo y durante décadas consintieron sus veleidades y caprichos belicistas.  Y encima la mafia rusa se ha infiltrado a nivel planetario coludida con los gobiernos y la delincuencia organizada.

¿Qué hacer ante tamaña agresión perpetrada por el ejército ruso? Que si el bloqueo de las cuentas de magnates rusos, el congelar los activos y limitar el acceso a los mercados comerciales europeos, paralizar sus exportaciones o importaciones, bloquear las transacciones monetarias internacionales, la cancelación del gasoducto Nord Stream 2 (el mayor negocio de la transición energética ecosostenible promovido por Alemania) O sea, condenar a la ruina a Rusia y convertirla en un paria internacional.

Hay que tomar drásticas medidas disuasorias que obliguen a Putin a claudicar. Pero como se ha demostrado con los casos de Cuba, Venezuela, Irán o Siria los que verdaderamente sufren las consecuencias es la población civil.

Las sanciones que le impongan a Rusia, China la compensa. Porque quieren tumbar al dólar e imponer el oro como valor refugio.

Los ciudadanos rusos adoctrinados en el amor patriótico resistirán a muerte las restricciones y el bloqueo. Quienes protesten contra la ocupación de Ucrania serán considerados traidores y lo más probable es que les pase lo mismo que a las disidentes de Pussy Riot condenadas al extrañamiento en Siberia.

Para el club de mercaderes y burócratas de Bruselas lo más sencillo es firmar un documento de sanciones con el Banco Central o la Comisión Europea, que mandar soldados e intervenir militarmente.

Esta es la prueba definitiva de la cobardía de occidente para hacerle frente a la agresión rusa. Ninguno de los 27 países de la UE quiere involucrarse en la guerra. ¿Quizás prefieren atacar a Rusia desde las trincheras de Twitter y Facebook?

Por otro lado, y siguiendo los esquemas de la guerra híbrida (primera guerra hibrida real) se multiplican los ciberataques rusos provocando una debacle informática que agudiza cada vez más el caos y la desinformación cuyo fin es dividir a la sociedad ucraniana y a occidente.

Los piratas informáticos rusos, vinculados con los servicios secretos, están especializados en los métodos más eficaces de hackeo y desconexión de todas las cuentas de los servidores occidentales.

Pero esta violenta tempestad muy pronto puede disiparse cuando Europa, EE. UU. y la comunidad internacional hagan un llamado al diálogo con Rusia para preservar la paz y la seguridad mundial.

Entonces, quizás veamos a Putin y Biden, el jefe del G7 y la OTAN, estrecharse las manos para legalizar la ocupación y borrón y cuenta nueva.  Mansos y sumisos los líderes occidentales rogarán para que Rusia tan solo se contente con invadir Ucrania y no rebase las fronteras europeas.

El grupo de naciones más poderosas militar y económicamente del planeta se muestran impotentes ante el desafío del imperialismo ruso. Ucrania ha sido abandonada tanto por Europa como por los EEUU pues si se involucran en el conflicto podría desencadenarse una Tercera Guerra Mundial.

La seguridad de Ucrania jamás la va a asumir la OTAN. La caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética (la mayor catástrofe del siglo XX, según Putin) trajo como consecuencia una dramática derrota que ahora intentan superar para convertirse nuevamente en imperio.

Rusia es la dictadura de extrema derecha más grande el mundo. Sus principios fundamentales se resumen en el ultranacionalismo y el expansionismo en su geopolítica de dominación.

Rusia advirtió que si alguna potencia se atreve a interponerse en sus planes la respuesta será devastadora. Los políticos europeos parecen reinas de belleza condenando la violencia y pidiendo la paz en el mundo, para luego reunirse a comer canapés y preparar el anteproyecto de una ley para llegar a un acuerdo que conduzca a una agenda para estudiar propuestas de sanciones.

En un momento en que empezaba la recuperación económica tras la pandemia del coronavirus, Rusia siembra el caos y desestabilización en Occidente.

Ha bastado con que el matón misógino y racista de Putin les haya propinado tremenda bofetada en el hocico para dejarlos tendidos sobre la lona.

No es el mundo color de rosa de los likes y selfies el que impera sino la fuerza bruta y el salvajismo. ¿Qué podemos esperar de la civilización occidental que apostaba por el diálogo soltando palomitas de la paz? Boris Jonhson ha dicho que “lo de Ucrania va a ser peor que la Segunda Guerra Mundial”

Ya se lanzan los primeros llamados al cese el fuego (que no es más que la estrategia rusa para dividir Europa) y una vez lograda la rendición incondicional entraremos en la fase de negociaciones, igual a lo ocurrido con los acuerdos de Minsk.

A 100 años de la fundación de la Unión Soviética, Moscú exigirá que Ucrania permanezca neutral y desmilitarizada imponiendo un gobierno prorruso. Que acepte la pérdida de Crimea y el Dombass como parte de las condiciones previas.

Esta es la revancha de la Guerra Fría en la que salió derrotada la Unión Soviética. Es la hora que se retire la OTAN del territorio de las antiguas repúblicas soviéticas que pertenecían al pacto de Varsovia.

Los mediadores de buena voluntad de la UE y EE. UU. y Reino Unido dirán que han salvado al mundo de una conflagración de consecuencias impredecibles. Llamarán paz a lo que es una auténtica cobardía.

A partir de ese momento se instalará un nuevo orden mundial dominado por Rusia y China (el dragón euroasiático). O sea, el eje Moscú-Pekín. Lo cierto es que ahora repuntará el crecimiento la industria armamentística, aumentará el gasto en defensa, el rearme y la militarización a nivel mundial.

No sabemos a ciencia cierta si el asedio se va a alargar por semanas o meses pues ya se comienza a hablar del “sitio de Kiev” y la heroica resistencia de sus habitantes. Si Ucrania mantiene el pulso y se enquista una guerra de desgaste Rusia saldría muy maltrecha como le ocurrió en Afganistán.

En el teatro de operaciones bélicas no van a tardar en intervenir los mercenarios y bandas paramilitares cabezas rapadas pronazis o cabezas rapadas procomunistas como es el caso las Brigadas Internacionales del Dombass separatistas prorrusos, es decir, estamos hablando de una cruzada o una “yihad” en apoyo tanto a Ucrania como a Rusia.

Se enfrentarán neofascistas a las facciones chechenas que elevarán aún más el grado de violencia y de terror.  Existe una quinta columna rusa dentro de Ucrania ligada a los servicios de espionaje y los mercenarios pagados por Moscú como los paramilitares titushki.

Los hijos de la patria ucraniana en el exterior se aprestan a sumarse a las filas de la resistencia para combatir al invasor; también el batallón Azov, la legión extranjera ucraniana, el batallón neonazi ruso Wagner. En este caso se batirán en franca lid cruzados cristianos, cruzados ultraortodoxos, yihadistas chechenos, y hasta al Qaeda.

Putin contraataca y pone en alerta a las “fuerzas de disuasión estratégicas” (nucleares) por las acciones inamistosas tomadas contra Rusia por occidente en el ámbito económico y comercial. Si llegara a peligrar la existencia del estado se atacaría con misiles nucleares los centros neurálgicos europeos.

Y otra vez Macron insiste en el diálogo con Putin que ante sus ruegos se ha comprometido a parar los ataques a civiles en Ucrania.

Pero a los cinco minutos un comunicado de última hora de las agencias de noticias confirma que se ha producido un bombardeo ruso con lanzacohetes Grad en la ciudad ucraniana de Jarkov que ha dejado decenas de muertos y cientos de heridos.

Ucrania pide la integración inmediata en la UE. Si no se detiene esta criminal ofensiva el desastre humanitario será descomunal. ¿Esta guerra la parará el embargo económico?

Mientras la población civil sufre la brutalidad de los bombardeos aéreos y los combates terrestres y presas del pánico huyen a los países vecinos. Hay que prepararse para lo peor porque Rusia jamás aceptará una derrota.

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