El Presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego ha abierto el debate, al sugerir la posibilidad de hacer ajustes al acuerdo de paz, firmado en La Habana Cuba. Sea la oportunidad para opinar que:
- El Acuerdo de La Habana, no significó el final del conflicto, ni logró la construcción de la paz “estable y duradera” que muchos soñábamos. Por el contrario, sus imperfecciones y mezquindades dieron origen a nuevas formas y expresiones del conflicto, que aún permanecen.
- El gobierno de JM Santos sentó en la mesa sus inamovibles o “líneas rojas”, referidas a temas que no debían incluirse en la discusión y mucho menos en la negociación, como: modelo económico (neoliberal) y Fuerzas armadas (FFAA). Frente al primero, urge decir que desde el cuatrienio de Cesar Gaviria se impuso al pueblo colombiano un modelo de producción y distribución basado en la privatización de todo lo público y del despojo a sangre y fuego de los derechos y reivindicaciones que la clase trabajadora había conquistado décadas atrás. Por su parte el debate sobre la doctrina militar que rige en Colombia (la de la seguridad Nacional), el desorbitado presupuesto de guerra y el ostentoso pie de fuerza eran y siguen siendo un tema obligado si se pretende construir una política de “seguridad humana” y se busca liberar recursos para la construcción de la paz. Negarse a discutir estos dos aspectos, es negarse a los cambios que entraña un verdadero acuerdo de paz.
- Pero no solo hubo inamovibles y “líneas rojas”, también hubo “salvedades” (42 en total), que finalmente fueron echadas al olvido, por no decir que, al cajón de la basura, por las partes negociadoras, en medio de la prisa por firmar un acuerdo que debía coincidir con el calendario electoral. Salvedades son aquellos temas de desacuerdo en medio de la negociación, que, para evitar crisis o riesgo de ruptura de la mesa, iban siendo depositados en un “congelador imaginario”, luego de la adopción de la llamada “Cláusula freezer”, con el compromiso de retomarlos al final de las discusiones. Lo cierto es que una vez concluida la agenda, los contenidos del “freezer” nunca fueron retomados, negándole a territorios y poblaciones vulnerables y afectados por la violencia, la posibilidad de acceder a mayores beneficios y derechos. Temas como “Soberanía alimentaria y “política minero energética”, son algunos de los que allí duermen.
- La implementación está ordenada en el sexto punto del Acuerdo de Paz. Su éxito dependía no solo de los ajustes normativos a la constitución y leyes vigentes, sino de la disposición de recursos provenientes de nuevas fuentes de financiación. Por eso el mandato expreso de incluir como capitulo especifico del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, el llamado Plan Marco de Implementación (PMI), construido por la CSIVI. Sin embargo, dicho mandato fue incumplido por el gobierno de Iván Duque, dejando desfinanciada la implementación de la paz.
Qué sentido tiene hoy hacerle ajustes o anexos al “Acuerdo Final de Paz”, cuando de lo que se trata es de cumplir lo que hasta el momento ha sido incumplido en materia de Desarrollo Rural Integral, participación política con apertura democrática, desmantelamiento de las estructuras herederas del paramilitarismo, sustitución de cultivos ilícitos, derechos de las victimas e implementación de lo acordado, con participación de la ciudadanía. A esto se suma que modificar un acuerdo surgido de una negociación entre partes, cuando una de las partes firmantes (las FARC-EP), se extinguió con la firma del mismo, es inadmisible.
*Firmante del Acuerdo.
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