Debemos establecer qué se entiende por el mandato que recibió el actual gobierno en las urnas. Una cosa es un cambio como el que puede plantearse como una revolucion y una cosa muy diferente es un paquete de reformas para, como la famosa frase del Gatopardo, “que todo cambie para que nada cambie”.
La palabra ‘revolución’ ha ido tomando un sentido y acepción desfigurados. Una revolución no necesariamente tiene que ser violenta, pero solo se puede calificar como tal si produce cambios radicales y profundos que traigan como consecuencia una diferencia y un cambio -ahí sí- en los resultados.
La diferencia con un reformismo reside en que para este se supone que lo que se busca es mejorar y no cambiar. Es decir que se considera bueno lo existente y el punto de partida es mantenerlo.
Pareciera que la votación al pedir el cambio consideró que no era tan bueno el orden y el sistema que lo producía, o por lo menos que no eran satisfactorios sus efectos al nivel de los individuos (recuérdese que no solo se votó por Petro, sino que la propuesta del otro candidato se limitó a ofrecer un cambio que él representaría). La mayoría esperaban un cambio porque podría traer un mejor futuro, pero buena parte votó simplemente por cualquier cambio que acabara con una situación insoportable para ellos.
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El gran cambio que implicaría una revolución no a todos les parece una necesidad ni a todos beneficia; y por supuesto es por eso que existen muchos que se oponen
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Por supuesto que respecto al gran cambio que implicaría una revolución no a todos les parece una necesidad ni a todos beneficia; y por supuesto que por eso existen muchos que se oponen. Pero porque para ellos lo que están viviendo es satisfactorio y aceptan reformas que beneficien a otros siempre y cuando a ellos no los afecte. Esa es la oposición que presenta como alternativa el reformismo.
La mayor crítica que han encontrado es que ‘hay mucha improvisación’. Pero es que no existen manuales para cambios que signifiquen una revolución.
En el fondo al usar la palabra improvisar lo unico que se hace es sustituir otras formas de expresión menos descalificantes, como lo hiciera un presidente con la palabra ‘chambonear’ refiriéndose al método de ‘ensayo y error’ para avanzar en algo que no se conoce , o la forma poética de ‘se hace camino al andar’, o el lenguaje académico que usa la gurú económica Mazzucato al hablar de ‘misiones’ con objetivos utópicos.
Pero es que si se tratara solo de ‘construir sobre lo construido’ no se estaría hablando de cambio. Claro que no se debe pretender que todo debe volver a construirse como si se partiera de cero con un ‘complejo de adanismo’. Pero lo que sí toca definir es si el cambio es para cambiar o simplemente para ponerle un nuevo maquillaje al mismo rostro.