Acabo de leer Los reyes de las montañas (Norma) del británico Matt Rendell, el libro más completo que se ha hecho sobre el ciclismo colombiano. Lejos, sin competencia, pese a que fue publicado en 2004 y no aborda el momento dorado del ciclismo colombiano, el que estamos viviendo ahora de la mano de Nairo Quintana, Egan Bernal, Rigoberto Urán, Esteban Chaves, Supermán López y todos los otros escarabajos que hacen parte de la élite del ciclismo de ruta.
No es el libro más completo porque hable de los triunfos obtenidos por los ciclistas colombianos en el exterior —de hecho, olvida el nombre del primer ganador de una etapa en la Vuelta a España, el Tomate Agudelo— o de cómo la Vuelta a Colombia se fue consolidando en la competencia más importante para él país, para luego caer en el atraso y el (casi) olvido. Es el libro más completo porque incluye los elementos sociales y culturales que convirtieron al ciclismo en la herramienta con la que Colombia se autorreconoció como nación y se dio a conocer de manera positiva en la segunda parte del siglo XX, sin dejar de lado la violencia o el narcotráfico, elementos que también tocaron a la bicicleta.
¿Sabía que a varios ciclistas nacionales los condenaron por transportar cocaína al exterior? ¿Sabía que el hermano de Pablo Escobar tenía un equipo de ciclismo con el que lavaba dinero y competía en la Vuelta a Colombia? Seguro tenía conocimiento de que Alfonso Flórez, primer campeón colombiano del Tour de l’Avenir, organizaba equipos para competiciones privadas en el velódromo de Escobar, ¿no?
El libro me lleva a pensar de nuevo que en Colombia no dimensionamos la importancia de algunas cosas. Somos el único país “en desarrollo” que se da el lujo de tener campeones de las tres grandes vueltas y el único de Sudamérica en competir de manera continua en el ciclismo de ruta, por nombrar solo dos logros impresionantes. Richard Carapaz, ganador ecuatoriano del Giro de Italia 2019, se entrenó y se hizo ciclista en Colombia: ganó aquí la Vuelta de la Juventud en 2015.
Poco, muy poco, se ha escrito sobre el ciclismo en Colombia. Sí, sobran los artículos y las notas de prensa, pero desde hace mucho deberíamos ir más allá. Cuando se hizo un artículo en la revista Cartel Urbano sobre la literatura del ciclismo, no se alcanzó hacer un conteo de ocho libros solo con publicaciones nacionales. Escasea la literatura de ficción basada en nuestros escarabajos y la primera novela que encontré sobre un ciclista de Colombia ganando el Tour de Francia la hizo un mexicano: Muerte contra reloj. Es como si Fontanarrosa, el cuentista por excelencia del fútbol argentino, no fuera de Rosario. Imposible.
Yo también tengo culpa en todo esto, de momento solo he hecho algunas notas de ciclismo, he escrito tres biografías cortas para el Banco de la República sobre nuestros escarabajos y solo un cuento sobre ciclismo, Arazá en Baviera. Sin embargo, creo que es momento de cambiar las cosas y darle al deporte nacional la importancia que merece. Yo sí pagaría por un canal premium de ciclismo. Uno que tenga documentales, películas —pocas, pero las hay—, reportajes y más sobre este deporte.
Confío en que toda persona que tenga un interés o curiosidad por la escritura se anime a crear algo pensando en nuestros ciclistas, en sus triunfos. El año pasado intenté, sin éxito, organizar un taller de literatura y ciclismo en la librería El lobo está en el bosque para capturar la moda de tener el primer ganador colombiano del Tour de Francia, pero no hubo interés. Yo creo que este año sí se puede, hay mucho que contar y muchas cosas que crear. Aún restan carreras por capturar: la París-Roubaix, el Tour de Flandes, la Flecha Valona, el Campeonato Mundial de Ruta, la Vuelta a Polonia, entre otras. Sería bello que un colombiano lo contase o lo imaginase, y no tengamos que aguardar de nuevo a que desde afuera nos muestren todo lo que tenemos por destacar.
Posdata. Estoy buscando el libro de Matt Rendell para tenerlo en mi colección —lo leí gracias a la Luis Ángel— y poder recurrir a él ahora que pienso escribir un ensayo relacionado con ciclismo. Si alguien lo tiene y lo desea vender, o conoce de alguna persona que lo venda, lo agradecería mucho. Me encuentran aquí, en mi Twitter.