“Quien controla los medios de comunicación, controla las mentes”, afirmaba el cantante Jim Morrison durante una entrevista, refiriéndose a la gran influencia que tienen los medios masivos en la sociedad y la importancia de saberlos manejar, puesto que, al igual que el poder ejecutivo, legislativo y judicial, las redes de comunicación también tienen la capacidad de dominar y dirigir el comportamiento de las masas. Por ende, es indispensable que tal eficaz herramienta sea utilizada óptimamente y que esté en las manos correctas, ya que, de no ser así, esta puede convertirse en un arma mortal para la sociedad misma.
Actualmente, una de las cuestiones que más desequilibra la armonía social, proviene justamente del mal manejo que se le da a la información, si bien, los periodistas, los cuales cargan con la responsabilidad de exponer con veracidad los hechos y situaciones que ocurren en el día a día y que competen a la mayoría de ciudadanos, no cumplen con su función, más bien, son estos mismos quienes tergiversan las noticias y los sucesos más relevantes del momento, en beneficio de las élites dominantes, que con el control de este cuarto poder, tienen la capacidad de someter al pueblo entero a sus intereses.
Es precisamente aquel deplorable uso que le dan la mayoría de los actuales periodistas a la información, el factor que tiene en jaque a la sociedad. Se podría decir que su trabajo ya no es informar, sino manipular a las masas a conveniencia de la burguesía, controlando así, la conducta de los individuos y organizando los intereses de éstos a su manera. La palabra verdad en el periodismo actual no tiene valor alguno, por el contrario, acudir a ésta, puede significar el fin para un periodista, o incluso la muerte.
¿Qué pasó con la ética?, ¿para dónde se ha ido la verdad?, ¿acaso la información ya no es pública, sino que se vende al mejor postor?, Al parecer el periodismo se ha convertido en otra industria más al servicio de los poderosos, pues ya muy pocos se atreven a desafiar la hegemonía, a hablar con la verdad, a entregarse totalmente a la defensa del pueblo y a actuar con valores. Ya es difícil encontrar a alguno digno de poseer la gema de la información, en vista de que, ahora la mayoría busca ganar fama, atención y dinero, ya sea por medio de amarillismo, manipulación o mentiras.
La sociedad se encuentra en un estado crítico y es ahora cuando más se necesitan a aquellos héroes que le lleven la verdad al pueblo, que revolucionen las masas como en algún momento lo hizo Jean Paul Marat, o que se enfrenten de cara con el poder como Jaime Garzón. Se requiere de un periodismo ético y certero que no caiga en la trampa de aquella “dictadura mediática”, que sepan utilizar bien la poderosa arma de los medios, que hoy en día cuenta con la instantaneidad de las redes sociales. Es obligación de los futuros comunicadores levantar el gran valor que algún día tuvo el periodismo y llevarlo para el servicio de la gente, para el bien común. Es momento de devolverle al pueblo el cuarto poder.
