Nuevamente Marbelle está en el ojo público. En esta ocasión es la bionovela inspirada en su vida, que RCN repite después de haber sido transmitida originalmente en 2009, la que vuelve a ponerla como tendencia en redes sociales. Cada vez que veo comentarios donde critican a Marbelle y donde la tachan como la mujer más guisa de Colombia, como la reina del mal gusto no puedo evitar pensar que algo de razón hay en ellos. Ciertamente, la estética que desde siempre ha manejado la diva de la tecnocarrilera no es que sea la más elegante ni la que elogiaría una experta en moda como Pilar Castaño.
Sin embargo, también me pongo a pensar que Marbelle no es más que un reflejo de aquella inmensa mayoría de colombianos que somos populares. Si la valluna es una de las cantantes más reconocidas del país es porque gran parte de la población se ve identificada en ella; no tanto en su estética sino en sus orígines humildes y en su historia de superación. Como bien se muestra en la novela de RCN, Marbelle es una mujer que viene de abajo y que se hizo a puro pulso después de una larga lucha en donde le tocó demostrar su talento. Esta es la historia de miles de colombianos que les toca demostrar de qué están hechos en medio de la adversidad de sus circunstancias y solo sus capacidades son capaces de sacarlos adelante.
Si pensáramos un extremo opuesto a Marbelle tendríamos a aun personaje como Alejandra Azcárate. Una mujer rubia, alta, de clase privilegiada con estudios universitarios en Estados Unidos. A diferencia de Marbelle, la Azcárate sí que tiene buen gusto para vestir. En más de una ocasión revistas de moda como Cromos e InFashion han aplaudido sus atuendos. La Azcárate es reconocida como una de las mujeres mejor vestidas de Colombia.
Sin embargo, si miramos más allá, la Azcárate representa todo aquello que es la élite colombiana; vive en una burbuja y es incapaz de solidarizarse con la realidad puesto que ni siquiera la conoce ni la ha vivido. No es casualidad que la Azcárate se haya grabado junto a su propia madre en las pasadas elecciones presidenciales cuando confesaron abiertamente haberle dado el voto al actual presidente. La rubia nunca ha ocultado su uribismo. Además de lo anterior, es una figura pública cuyas polémicas la hacen verdaderamente insoportable. Todavía no olvidamos la desafortunada columna contra las gordas que publicó en la revista Aló en 2012. Si asociamos todas las polémicas en la vida de Azcárate solo evidencian una cosa: desconexión con la realidad.
Ciertamente, no es culpa de ella. Es lo mismo que puede pasarle a cualquier individuo que representa al 3% de la población colombiana. A una persona que proviene de donde proviene la Azcárate no se le puede pedir que tenga un poco más de empatía con una realidad que ni conoce. Por ejemplo, la Azcárate se llena la boca diciendo que no conoce el desempleo. Se le olvida que los miles de colombianos que sí lo conocemos es porque no tenemos ni las amistades ni los contactos que ella tiene. A decir verdad, nadie que tuviese las relaciones que tiene la Azcárate conocería el desempleo. Y ella presume como mérito propio algo que es circunstancial. Así podrían sacarse cualquier cantidad de ejemplos.
En lo personal me siento mucho más identificado con la criticada Marbelle. En últimas, no tiene por qué avergonzarlo a uno el hecho de que una mujer con una historia de vida difícil y que se hizo por sus propios méritos, lo representa a uno. Marbelle podrá ser todo lo que dicen en redes sociales, pero su historia, al igual que la de millones de colombianos anónimos, es digna de aplausos y de admiración.
