El economista de origen escocés que enseña en la Universidad de Princeton, Angus Deaton, ganó el lunes el Premio Nobel de Economía 2015 por su análisis del consumo, la pobreza y el bienestar social. En su libro de 2013, The Great Escape: Health, Wealth, and the Origins of Inequality (El gran escape: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad), Deaton hace una evaluación optimista del progreso humano en los últimos 250 años.
El haberle dado al profesor Angus Deaton el Premio Nobel de Economía es importante porque sus opiniones contrastan de manera notoria con el influyente libro de Thomas Piketty, Capital in the Twenty-First Century (El capital en el siglo XXI). El libro de Piketty, como lo han dejado saber Kenneth Rogoff, “lo deja a uno con la impresión de que el mundo nunca fue tan desigual desde los tiempos de los reyes y los barones ladrones.” Por el contrario, el libro El gran escape, de Angus Deaton concluye que el mundo nunca ha sido tan igualitario. O sea, hay dos versiones diametralmente opuestas. Para Deaton, según el WSJ Américas, “La vida es mejor ahora que en cualquier momento de la historia…más gente es más rica y menos personas viven en la pobreza extrema… las vidas son más largas y los padres ya no ven habitualmente una cuarta parte de sus hijos morir…Deaton explica por qué el mundo es un lugar mejor de lo que solía ser, con aumentos sustanciales en la riqueza, la salud y la longevidad, y también por qué hay grandes desigualdades entre y dentro de los países”.
Para mejor entender el pensamiento de Deaton, puede ser oportuno trascribir una entrevista con Deaton de hace tres años, publicado en el diario virtual español XL:
XL: Movimientos como el 15-M u ‘Occupy Wall Street’ afirman que el capitalismo es un sistema fallido. ¿Qué dice a eso?
Deaton: ¿Cuál es la alternativa? ¿El comunismo? El problema siempre es el mismo: alcanzar el grado óptimo de interferencia del Estado en la economía. En cierta forma, ‘Occupy Wall Street’ y el ‘Tea Party’ son dos respuestas polarizadas al mismo problema. Ambos grupos se sienten atacados por el sistema, aunque sus soluciones son muy diferentes. En todo caso, es una buena noticia que la ciudadanía se movilice, porque eso es lo contrario a que los millonarios arreglen las cosas entre si en la trastienda.
XL: Una frase suya: «Como economista tiendo a pensar que el dinero es bueno para las personas y me alegra encontrar una evidencia de que así es». ¿Temía que no la hubiera?
Deaton: Todo el mundo está de acuerdo en que, si eres muy pobre, el dinero importa. La duda surge cuando tienes suficiente para sobrevivir. La versión macroeconómica de «el dinero es bueno para las personas» es el crecimiento, pero la cuestión es: ¿mejora nuestra vida o está matando el planeta y haciendo que la gente compita para vivir mejor que su vecino? Los economistas creemos que el dinero es bueno y que, cuanto más ganas, mejor vives. No encontramos un límite a esa regla. Además, sería muy arrogante pensar que vivimos mejor que nuestros padres, pero que, por alguna razón, eso debería cambiar para nuestros hijos.
XL: Sin límites, ¿el crecimiento puede ser sostenible?
Deaton: En el pasado hubo muchas predicciones pesimistas sobre el crecimiento poblacional. Cuando había 3000 millones en el planeta, se decía que cuando alcanzáramos los 5000 sería un desastre. La gente que predicó aquello se equivocó. El mundo se ha adaptado. Cuanta más gente haya, más buenas ideas habrá para mejorar el mundo. No creo que sea accidental que los países que han tenido más éxito en los últimos 30 años sean también los más grandes: China, la India, Brasil...
XL: Decía que hay evidencias sobre que el dinero es bueno para las personas...
Deaton: Sí, cuando le pides a alguien que evalúe su vida de cero a diez y comparas el resultado con sus ingresos, ves que la gente que más gana está más arriba en esa escala.
XL: También sostiene que el consumo es clave para el bienestar. ¿Por qué?
Deaton: El bienestar puede tener muchas traducciones: una es la cantidad de cosas que tienes o lo que gastas. Eso cubre el aspecto material. Luego están la salud, la política, la participación social y cómo te sientes. Un debate interesante es saber hasta qué punto deberían los legisladores preocuparse por estos asuntos. Por ejemplo, ¿deberían los políticos en España estar preocupados por si sus ciudadanos son felices?