“Cuando la dirigencia es corrupta, el pueblo es corrupto”.
Confucio
La frase que titula esta columna solo produce asco y escalofrío. Dicen que la pronunció hace cuatro años, por esta época, el exsenador preso por parapolítica Juan Carlos Martínez, de quien se creía entonces que —desde la cárcel— tenía la capacidad de orquestar el triunfo en medio país, cinco gobernaciones y 106 alcaldías. El carcelazo, contrario a lo que debería ser, le aumentó los votos y el poder.
Nada tiene más aburrida a esta nación que la corrupción tan descarada que cada vez toma más fuerza, que sigue beneficiando a unos pocos, que perjudica a casi todo el país y sobre todo a los más necesitados. No hay de dónde escoger ni para dónde mirar, porque ni siquiera a la justicia se le observa como transparente.
En Manizales, lejos del mundanal ruido, vive el médico, filósofo y escritor bogotano Orlando Mejía Rivera. Es profesor titular de Medicina de la Universidad de Caldas, es un gran investigador de la corrupción y asegura que ¡este flagelo nació con el país!, que los españoles se inventaron el término “malicia indígena” para justificar sus chanchullos y echarles a nuestros nativos la culpa de sus marrullas.
Mejía cuenta que mientras los protestantes, en otras culturas, concebían la riqueza como una gracia de Dios que mantenían a punta de trabajo para así mismo distribuirla (desde Benjamín Franklin hasta Bill Gates), nuestra herencia medieval nos trajo a los terratenientes que heredan la tierra que Dios les da pero para no tener que trabajar, y menos repartir. Entonces, cuando perdieron sus feudos, desde la Primera República, la gente aristocrática, en actitud de rémoras tomó al Estado como su botín. Les queda fácil. Tienen los vínculos para llegar a los cargos públicos y se tipifica así el ladrón de cuello blanco. Para que se asombren, el primero fue el prócer de la independencia Sinforoso Mutis Consuegra, sobrino de José Celestino Mutis, quien hizo su primer torcido cuando participó en la Expedición Botánica. Y la historia llega hasta nuestros Nule de hoy. ¡Qué horror! Lo que se hereda no se hurta.
Yo pensaba que ese afán de obtener dinero rápido y fácil, sin esfuerzo pero con adrenalina, se debía a la influencia de la cultura narco que nos ha acompañado desde la época de la marimba, pero al escucharle la historia a este médico/filósofo/escritor, la verdad quedé sin esperanzas.
“No hay corruptos aislados en Colombia”, agrega Mejía,“hay estructuras de corrupción y al existir éstas, nos quedamos en la indignación de cada escándalo de todos los años. ¿Por qué? Porque están dadas para los políticos que se roban visiblemente el país”.
El investigador revela que hay estudios muy claros desde la historia, la economía y la politología que muestran que desde la época republicana (siglo XIX) hasta las elecciones de octubre próximo, entre el 70 % y el 80 % de los elegidos no dependen del voto de opinión. Son votos comprados o presionados a través de la violencia que se ha ejercido desde los diferentes ámbitos. A estas joyas no les interesa el voto de opinión, voto que ha alcanzado solo el 30 % de representación en el Congreso, que ha intentado modificar las leyes para acabar con esos mecanismos intrínsecos de corrupción, pero no ha podido.
A propósito, la revista Semana acaba de publicar la lista de los 59 municipios en riesgo extremo por “fraude electoral”, según la MOI (Misión de Observación Electoral) , y Medellín encabeza la lista.
El otro punto es la impunidad jurídica. Esta clase alta aristocrática cree que está por encima de las leyes, porque sus cercanos son quienes las hacen. “En los últimos años, los bufetes de abogados al servicio de los ladrones de cuello blanco los ha convertido en más cínicos porque saben que no pasa nada. Esto se perpetúa porque la indignación llega hasta ciertas clases sociales pues cuando salen de pagar muy pocos años de cárcel, y además tuvieron casa por cárcel, les hacen una fiesta de desagravio en el club de la ciudad, bendiciendo ese acto de corrupción. La alta alcurnia ha usado este país como el patio de atrás, como un retrete”, enfatiza Orlando Mejía.
El periódico El Espectador publicó una lista en 2014 de los casos más sonados de corrupción en los últimos años. Les doy el nombre del caso y la cuantía del tumbe para que saquen sus conclusiones:
- Agro Ingreso Seguro, $12.700 millones.
- Enerpereira, $64.700 millones.
- Coomeva EPS, $146.900 millones.
- Transmilenio calle 26, $156.000 millones.
- Vía Bogotá-Girardot, $170.800 millones.
- Recursos parafiscales de la salud, $224.000 millones.
- Recolección de basuras de Bogotá, $348.000 millones.
- Caprecom, $559.500 millones.
- IPS no habilitadas, $943.900 millones.
- Saludcoop EPS, $1,7 billones.
Como ven, la salud ha sido la principal damnificada. Yo no me explico qué se creen estos hampones y cómo pueden dormir tranquilos, sin un tris de remordimiento, cuando detrás de sus lujos, de su desprecio por el país, llevan a sus costillas miles de afectados y muertos producto de sus desfalcos.
No recuerdo dónde vi la información, no por eso dejo de decirla, pero se estima que en la última década se han perdido por cuenta de la corrupción $186 bbbbbillones de pesos.
¿Por qué se permea la corrupción en Colombia? Porque no hay sanción moral ni penal. Nos acostumbramos a que ser vivo es ser corrupto. Del presupuesto nacional aprobado por los padres de la patria, solo el 15 % es para inversión; el resto es para pagar deudas y enriquecer a esa minoría “privilegiada”. ¿Será que no somos capaces de exigir menos nóminas paralelas y menos aumentos en los impuestos para seguir enriqueciendo a unos pocos?
¿Usted se animaría?
¡Hasta el próximo miércoles!