Una encuentro del hermano de Gustavo Petro con delincuentes detenidos en la cárcel La Picota destapó la propuesta del candidato del Pacto Histórico a la negociación de penas con parapolíticos, narcos, disidencias de las Farc y puso sobre la mesa el tema del perdón social. El jurista, profesor y columnista Rodrigo Uprimny conversa con Juan Manuel Ospina de los alcances de esta idea en un país plagado de delincuentes donde la violencia no ha dado tregua.
Juan Manuel Ospina: Rodrigo Uprimny es abogado que maneja conceptos, no se maneja códigos, interpreta y desarrolla el derecho, la justicia; es el director de De Justicia. Por esto es el interlocutor preciso para esta conversación sobre un tema complejo en medio de la polarización entre justicia extrema para los criminales y los que piden perdón y olvido que es lo que la idea de Petro con el perdón social. ¿Cómo ves el asunto?
Rodrigo Uprimny: Este tema es difícil y además resurgió en un pésimo contexto, con la visita del hermano de Gustavo Petro a la cárcel. El debate se centró entonces es si debe dar un intercambio entre favores electorales por reducción de penas, todo eso envenenó una discusión tan importante como la de ¿qué lugar debe ocupar el perdón en la democracia colombiana?
Petro soltó la denominación de Perdón Social sin dar el contexto y hay que dar el debate. Es el mismo que planteó el Acuerdo de paz con las FARC que es, ¿hasta donde se pueden admitir perdones por crímenes atroces y hasta donde se deben cumplir sanciones antes de ser perdonados? ¿Quién debe conceder el perdón o no, de crímenes que afectaron a miles de personas?
Filosóficamente se ha tratado el tema y sobre todo en las religiones bíblicas, el judaísmo, el cristianismo para las que el perdón es el tema central. Yo no soy creyente y en mi tradición laica me parece que una de las autoras que mejor aborda el tema es Hanna Arendt y lo hace desde la condición humana. Cuando hacemos un daño que es irreversible, el perdón y a veces el castigo son las herramientas para no quedar anclados en el pasado; uno no puede borrar el hecho, pero a través del perdón se puede tramitar ese pasado pero éste debe estar acompañado de una garantía de no repetición; es decir, yo reconozco el daño que hice; no lo hago por deber, pero a cambio del perdón hago la promesa de que estas cosas no se van a repetir. También se puede recurrir al castigo, en términos filosóficos de algunos, el castigo es una forma de tratar de borrar los efectos del crimen que se constituyó. Entre el perdón y el castigo son formas de tratar el pasado que pueden encontrar lugares donde son legítimas e ilegítimas.
JMO: Ambas tienen el propósito de superar esa situación, de no quedarse encerrado en aquello que causó el daño y tratar de trascender la situación.
R.U: Es que el perdón no es totalmente lo opuesto al castigo. A veces, una dimensión para poder ser perdonado es asumiendo la penitencia, como lo trata el catolicismo. Si yo me someto a cierta pena puedo aspirar a reintegrarme socialmente y no quedar con el estigma de que cometí un crimen y nunca pude salir; por eso el perdón se asocia a nivel del Derecho a los debates del lugar que debe ocupar un daño ocasionado por un crimen; el lugar que puede ocupar la pena retributiva, para que ese mal borre el mal que usted hizo (…)
JMO: Normalmente cuando esto se plantea es en referencia a víctimas y victimarios individuales. Si se eleva a categoría social con victimarios y victimas colectivas, ¿Ahí cómo sería el perdón?
R.U: Ese tránsito es complejísimo y genera dificultades tanto conceptuales como prácticas. Cuando se enfrentan terceros o la sociedad general o hay actores colectivos que hacen daños colectivos, ahí se vuelve un tema político, y empieza el debate de quien puede otorgar el perdón, cuando son afectados dos partes y tiene efectos sobre terceros. El tema es si la sociedad a través del Estado tiene repercusiones generales. Hechos que no pueden quedar impunes.
Un ejemplo son los casos de corrupción o los crímenes de lesa humanidad que por esencia son un actor armado colectivo que causa daño a todo un grupo social y ahí se vuelve complicado el debate de hasta dónde puede llegar el perdón. Ahí no hay respuestas fáciles, son respuestas complejas.
JMO: Ahí está el nivel de negociación política de los conflictos. Es el Derecho pero es también el estado y los voceros del estado
R.U: El tema abstracto pero se puede aterrizar. Hay dimensiones de los perdones que no tocan el pacto social. Si son privados, es asunto de privados; si son asuntos más gruesas pero que no comprometen el pacto social , el Estado, a través del congreso puede adoptar normas que permitan ciertos niveles de perdón jurídico. Es ahí donde puede haber políticas de perdón jurídico.
JMO: Es el caso de la negociación de penas
R.U: Si pero lo que da la legitimidad es el procedimiento que se aplique. Lo importante es que las víctimas sean escuchadas y, ojalá reparadas. Como en el Acuerdo de paz de las FARC en donde casi se repiensa parte del pacto social; estábamos divididos profundamente y por eso existía un conflicto armado y se trataba de rehacer el pacto social. Pero no se puede perdonar todo, hay obstáculos jurídicos en el Derecho Internacional: los crímenes de guerra no se pueden perdonar totalmente. Se pueden tener penas alternativas, pero no se admiten amnistías globales. Hay límites pero también espacios para recurrir a algún esquema, como ocurrió con el Acuerdo de paz que encontró un camino bastante razonable; polémico como pocos, pero aceptable. Fue una buena forma de combinar perdón con ciertos niveles de castigo.
JMO: Ahora que hablabas de las negociaciones ¿Hasta dónde el fin acaba justificando los medios? Hasta donde, para lograr unos propósitos con altruismo, se podían desarrollar acciones que, bajo otros parámetros, son acciones castigables? ¿Se buscaba algo que beneficiara al conjunto y no a las individualidades? ¿Cómo perdonamos cuando es pura delincuencia común?
RU: Esa fue la discusión que se encendió con la polémica Petro. ¿Hasta donde se está buscando beneficiar a delincuentes comunes? En el delito común uno puede tener políticas de sometimiento y negociación de penas que tiene cierto nivel de perdón. El tema empezó con Cesar Gaviria y se dieron debates entre juristas; hay quienes se oponen a esa justicia pero es la corriente universalmente aceptada.
Si uno tiene una visión puramente retributiva, usted hizo un daño de tal intensidad, le daremos algo igual de grave; el ojo por ojo, diente por diente, pero también queda el camino de reconocer la dignidad de las víctimas, que no es una reacción de la magnitud del daño del que cometió el crimen. Y se logra el propósito de prevenir nuevos crímenes.
Te puede interesar:
"La campaña presidencial se volvió una película de policías y ladrones"