Hace dos días estuvo en la posesión de Mauricio Macri. Venía de visitar la sede de los políticos chavistas en Venezuela que el domingo por la noche, después de perder su primera elección en 16 años, andaba vacía. Incrédulo, con su pose habitual, la que tiene desde que nació en Pulp Fiction cuando buscaba un micrófono para comunicarse con la esposa de su jefe, Mia Wallace, vio al nuevo presidente de los argentinos recibir, como si de una reina se tratase, un cetro. Todos nos preguntamos lo mismo, ¿Qué carajos hace este niño bien de hablar enrevesado y pobres argumentos dirigiendo un país? ¿De verdad creen que le devolverá el brillo perdido, acaso para siempre, a la Argentina? La campaña mediática fue tan efectiva que a la gente se le olvidó que nunca la democracia estuvo tan a salvo, en una nación hecha a punta de golpes militares, como con los Kirchner. Se vienen años oscuros y Travolta lo sabe, por eso se ha quedado eternizado en un mismo gesto, en un perpetuo encogimiento de hombros.
Lo vi hace menos de un mes en el video de Take on me de A-há preguntándose qué hacía él, que aparentemente es de carne y hueso, conviviendo con figuras de cómics. El Travolta del Gif tiene veinte años menos que el real y se llama Vincent Vega. Ignora que tiene vida propia y que, en algún lugar de la red, se anidan millones de sus clones esperando aparecer en el momento menos esperado. Por más que intenten revivir a su archirrival Butch Coolidge, encarnado por Bruce Willis, para que lo mate una y otra vez de un escopetazo después de sentarse en el inodoro, Vincent Vega vivirá y visitará no sólo las mesas de negociación de la Habana, el parlamento europeo, la cocina de Parque Jurásico, o la nave de Matthew McConaughey en Interestelar, sino que pastará con tus mejores amigos y en una de esas, sin que lo notes, aparecerá a tu lado preguntándose ¿Qué carajos estás diciendo?
