Es gigante y está decidido, un nuevo protagonista se hace presente: el pueblo en las calles

Es gigante y está decidido, un nuevo protagonista se hace presente: el pueblo en las calles

A esos que se constituyen en bufones de la monarquía sin corona que nos había gobernado hasta ahora les salió un gigante en las calles: el pueblo

Por: José Ignacio Correa M.
junio 13, 2023
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Es gigante y está decidido, un nuevo protagonista se hace presente: el pueblo en las calles

En un país, desde siempre carcomido por la corrupción de quienes usufructúan el poder, se busca desviar la atención de las verdaderas problemáticas  (la desigualdad, la pobreza, la falta de escenarios de salud y educación para los menos favorecidos…)  con las olímpicas salidas de quienes se constituyen en bufones de la monarquía sin corona que nos había gobernado hasta ahora. Pero, al decir del presidente, a esos molinos últimamente les salió “un gigante en las calles: el pueblo”.

Una angustiada oposición vergonzante que teme por sus privilegios de clase, de ideología y de patrimonio recibe todo el apoyo de los corifeos de la industria de la información: revistas deleznables que publican inmundicias imposibles de defender; radio y televisión que magnifica las acciones perversas de instigadores de facto; fabricantes de encuestas manoseadas; mercaderes de la opinión; sabuesos de lo Innombrable que encubren los negocios turbios y sus relaciones indecentes (e ilegales) con informaciones provenientes del bajo mundo y negociantes con sectores al margen de la ley: son parte del mismo sistema que dicen criticar pero que, como dijo el presidente de los colombianos este 7 de junio, “quieren construir desconfianzas en la base popular”, con el ánimo de justificar su andanada antidemocrática y darle visos de legalidad al golpe blando del que se ufanan en privado y abominan en la palestra pública.

Cuando se cree en la democracia, se la practica y se la defiende, irrumpen tozudos los berrinches de quienes  –sin respetarla–  han pasado por encima de la voluntad popular y de las instituciones. Mucho más cuando quien cree, practica y defiende ha tomado la decisión de radicalizar esa democracia, es decir de ponerle pueblo, de llevar las aspiraciones populares a los ámbitos palaciegos que les estaban vedados por los privilegiados de siempre y de proyectar mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la mayoría de la población. Todo ello en un contexto de debate racional en el que la paz constituya la atmósfera que precisa nuestro país, porque  –nuevamente el presidente–  “para ser potencia de la vida, Colombia debe estar en paz, [puesto] que el objetivo de la paz es el mayor deseo de la sociedad colombiana”.

Sin duda, seguirá creciendo el imaginario de un gobierno que no se arredra ante los corruptos, que no transige con quienes trafican con las carencias de los necesitados, que se mantiene firme a pesar de los embates de altos funcionarios del Estado, del dinero de las mafias y de los grandes conglomerados, de la información sesgada de los medios masivos y de la soterrada parafernalia de los antiguos beneficiarios de la repartición del erario.

Sin duda, seguirá ampliándose el despliegue de la voluntad popular de este 7 de junio, porque sin la presencia de los directamente afectados, las reformas propuestas coreen el riesgo de ser asfixiadas por las manos agresoras de políticos, empresarios, terratenientes y financistas a quienes no les convienen en tanto les restan ingresos, a los que tan bien estaban acostumbrados por los gobiernos espantadizos de antaño.

Sin duda, se está construyendo un escenario inédito en nuestra vida republicana y ello constituye una tarea titánica, pero ahí es donde se miden las grandezas de los héroes trágicos de la vida contemporánea: en la dificultad que se evidencia, se enfrenta, se argumenta y se vence, siempre con la participación del constituyente primario y no, exclusivamente, de sus representantes, porque –como dijera el presidente Petro– estamos obligados a transitar “el camino difícil de volver realidad una verdadera democracia en Colombia”.

Y no podemos ser inferiores a la presencia de este gigante que hace unos días salió a las calles exigiendo paz y justicia social o, de lo contrario, no solo les fallaremos a las nuevas generaciones, sino que propiciaremos un rompimiento de la estabilidad y la gobernabilidad que tanto requiere para su dignidad el colombiano de hoy mismo.

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