El 'sufrimiento' y el 'duelo' de los colombianos por la tragedia del Chapecoense (no los periodistas ni la tripulación) fue olvidado por el ascenso del América de Cali a la primera división del fútbol colombiano y por el derbi español. El vil asesinato de Yuliana Samboní pasó a un lado por la semifinal del fútbol colombiano y los ya acostumbrados madrazos y sornas entre las hinchadas del Atlético Nacional y Santa Fe. Ahora, el Nobel de Santos, que, más que un reconocimiento al esfuerzo del mandatario por querer lograr la paz entre la guerrilla de las Farc y el Estado, es “un tributo que corresponde más que todo a los representantes de las víctimas de la guerra civil” Berit Reiss-Andersen, Vicepresidenta del Comité Noruego del Nobel.
En yuxtaposición, ¿saben cuál partido de fútbol hará olvidar este importantísimo reconocimiento al pueblo colombiano? Sí, ese mismo, el del Atlético Nacional vs. El Real Madrid. Soy poco futbolero. Escribo estas líneas, porque quiero que veamos el trasfondo de todo esto: los cafeteros somos sensacionalistas, tendenciosos, amarillistas. Eso de que les dolió lo que le sucedió a los muchachos del Chapecoense es puro cuento, es morbo. Sí puedo afirmar –y creerles- que el acontecimiento inesperado generó impacto en Colombia.
¿Qué partido de fútbol hace que olvidemos un dolor (como el que dijeron sentir los colombianos) por lo que menciono? Hombre: ¡ninguno! Esa vaina de querer llamar la atención con imágenes al estilo Pulitzer, es, por supuesto, entendible, pero acompañar las mismas diciendo que se llora a alguien que no se conoció, es falso. Un sentimiento de pesar es distinto. Es que nos llenamos de emociones y todo gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales. No es más. Pregunten ahora cuántas víctimas de la tripulación del Chapecoense eran, y enseguida los de la tripulación y los periodistas. ¡Qué se van a acordar! Y no lo saben, sencillamente, porque no les importó.
Luego, indaguen dónde vivía la pequeña Yuliana; cuántos estarían dispuestos a homenajear a la niña poniéndoles ese nombre a sus hijas y un etcétera de preguntas que quedarán en el limbo. Claro que me conmocionó lo de la nenita, aunque, algo que también me dejó atónito es la cantidad de cristianos y católicos pidiendo pena capital, violaciones, empaladas, y hasta desmembración para el cobarde que cometió este crimen de lesa humanidad. Es que eso debería ser declarado el infanticidio de Yuliana: un crimen de lesa humanidad. A contrario sensu, la protagonista de las historias, crónicas y noticias no es ella, sino el pederasta de Rafael Uribe Noguera.
Por eso: esta triste historia la olvidaran los colombianos con la final del Mundial de Clubes. ¡Triste, ¿no?!
