Es fácil gobernar cuando se tienen buenas intenciones

Es fácil gobernar cuando se tienen buenas intenciones

De la política estadounidense a la colombiana, una mirada

Por: Carlos Tamara
marzo 05, 2021
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Es fácil gobernar cuando se tienen buenas intenciones
Foto: Twitter @JoeBiden

Una reciente noticia está conmoviendo el mundo de los medios en los Estados Unidos. Al parecer Joe Biden está empezando a ser mejor comunicador de masas que su antecesor Donald Trump, con ventajas adicionales: trabaja con la verdad y, además, tiene sentido del humor. Y eso podría ser suficientemente demoledor para los republicanos que se atraviesen de aquí en adelante.

No otra cosa se desprende de la aseveración contenida en el intitulado siguiente: "Biden llama a los estados que levantan la exigencia de la máscara el 'pensamiento neandertal'".

Casi inmediatamente ocurre: “El Dr. Anthony Fauci ofrece una advertencia severa a los republicanos que alivian las restricciones del coronavirus. Texas y Misisipi eliminaron las restricciones esta semana, una medida que Fauci calificó de 'desaconsejable'".

Que Fauci y Biden estén hablando el mismo lenguaje no es raro en una administración, sobre todo si son organismos que no necesariamente deben estar de acuerdo. Lo que si es más notorio en que ciencia y política se estén dando la mano y todavía más sobresaliente si se compara con el berenjenal armado por los republicanos en la administración anterior. Todos vimos las fotos aquella mirada pavorosa Trump intimidando a Fauci, lo cual fue luego exageradamente notorio, hasta que Fauci explotó.

Entonces, ¿cuál es la diferencia? Muy fácil: el pensamiento neandertal, republicano. Más que histriónico, cavernícola, de Trump.

Pero hay más perlas para rescatar en ese mensaje. ¿Será que Biden no está pensando en que hay que salvar la economía? Es absolutamente imposible pensar que no lo esté haciendo. Sin embargo, luego de las ayudas suministradas con dineros públicos a tutiplén con bajísimos intereses que se salven las empresas es asunto de ellas. Ese es precisamente su trabajo si quieren disfrutar de una democracia que les haga el juego que defiendan sus mercados invirtiendo en la defensa de su población.

Biden al parecer tiene bien claro algo que debería ser evidente: se debe salvar la población primero. ¿Y por qué? Quizás por aquello de: ¡es la economía, estúpido! El claro que la máxima consigna para salvar la economía es salvar a la gente. Es pensamiento neandertal puro no saber que sin gente no hay economía, ni sociedad, y si le creemos al principio antrópico, tal como lo sugiere Stephen Hawkings, tampoco habría universo, por no existir quien lo piense. ¡Así de sencillo!

Y es en esa dirección de salvar la economía que está trabajando Biden: ya tiene garantizadas suficientes dosis para el mes de mayo. Así hizo China: fue la primera en advertir la amenaza geoestratégica y geopolítica de defender a su población, incluso con medidas draconianas, aparentemente impopulares, de restricción de la libertad nada menos que en Wuhan que es una población de 11 millones de habitantes.

Pero si ese pensamiento es neandertal, ¿entonces el otro es cromañón? Y esto que viene sí que es jugoso. Debemos remontarnos mucho más atrás.

Al parecer ambas líneas coexistieron en las estepas africanas de la evolución de nuestra especie. Los cromañones huían de los neandertales. Parece que la razón estriba en la existencia de un  lenguaje propio o, lo que es más sutil, la capacidad de decir mentiras de los neandertales ya empezaba a descollar. Hoy ya es poco menos que proverbial lo de ciertos neandertales según Biden que le están mintiendo a su población, como si el riesgo hubiera cedido.

¿Y dónde están los neandertales en nuestro medio? Aquí en Colombia, ¿dónde están? No hay necesidad de buscar muy lejos: la actual denuncia de la JEP de nada menos y nada más que desenterrar 6.402 muertos devela más allá de toda duda razonable cómo se usa la mentira para hacer aparecer que se estaba ganando la guerra matando inocentes, o como dice Armado Gómez Buendía: “(…) O por lo menos yo no sé otro país, donde tantos hubieran sido asesinados, para decir que estaban muertos”. ¡Esta frase es una estocada, no exenta de un humor negro feroz!

Y lo peor está por escribirse. Existe un gobierno de la bancada que esa práctica mortal de mentiras pregonó. Y todavía peor: Alto Turmequé sostiene en la página final de El Espectador sostiene: (…) si se sacan porcentajes, se tiene que el 7,38% de los crímenes se convirtieron siendo ministra Marta Lucía Ramírez”, “(…) quien ultima detalles para lanzarse a una candidatura presidencial”. No sé por qué Alto Turmequé desliza el cuchillo de la expresión “ultima detalles”. ¡Es pavorosa la intuición político militar de este columnista!

Y Donald Trump llevó con sus mentiras, su lenguaje falso positivo, a una cuentecita de apenas 500.000 muerticos.

El asunto se calienta todavía más cuando se denuncia, esto es un escándalo mundial, que tal cantidad de asesinatos se hicieron bajo el auspicio de algo que se denominó mentirosamente Seguridad Democrática. He aquí una prueba irrefutable de por qué los cromañones tendrían que seguir huyendo de los neandertales.

Y lo dice también Gómez Buendía: “La razón es sencilla: los falsos positivos no fueron crímenes de guerra ni fueron cometidos “con ocasión o en el contexto del conflicto armado interno”. Su víctima no fue el guerrillero, el simpatizante, el campesino que colaboró con la insurgencia por miedo a las represalias y ni siquiera el sospechoso fundado o infundado. Los motivos no fueron los de la guerra, donde se mata para defenderse, forzar la rendición del enemigo, obtener información u otro recurso, mandar un mensaje de terror o por satisfacer un odio visceral” Al parecer el gobierno de la Seguridad Democrática jamás habría asumido la derrota de la subversión en Colombia, que no fuera de labios para afuera.

Entonces por qué la Seguridad Democrática no asume más bien el nombre de seguridad de los falsos positivos, pues democrática tampoco fue. No hay sino que averiguar de qué extracción salieron los muerticos. Y siguiendo esa misma línea, Gómez Buendía dice más:

“El presidente que ganó la guerra, el que pasó a la historia por su atención obsesiva a todos los detalles de la acción militar, el que mandaba cuando murieron las 6.402 NN se defiende diciendo que apenas fueron más de 4.000 y que a la JEP no hay que creerle porque sus jueces “fueron nombrados por las Farc”.

¿Cómo debería llamarse el partido, en vez de Centro Democrático, si es comandado por la misma persona a cuya comandancia en jefe del Ejército le tocó dirigir semejante “inmundicia que no justifica otra inmundicia, pero los falsos positivos fueron el gran aporte de Colombia a la historia mundial de la inmundicia”?

Yo pensaba en aquella lectura que propones J.L Borges: Historia Universal de la Infamia.

Y ahora Biden está lavando el alma de los Estados Unidos. Su lenguaje basado en la verdad lo estaría diciendo. Gómez Buendía sin estar en el gobierno estaría proponiendo algo parecido en Colombia: “(…) y sin embargo es tan horrible que no debería estar bajo el radar de la JEP; que al parecer nos estaría haciendo un “aporte grotescamente insuficiente pues su “justicia suavizada”, serían además muestra “de hasta dónde se han deformado las cosas en Colombia”.

Existe otro horror que está apareciendo en este mapa. Leamos también en Alto Turmequé. “(…) También llama la atención quienes eran ministros de Defensa durante esos seis años. Si se sacan porcentajes, se tiene que el 7,38% de los crímenes se cometieron siendo ministra Marta Lucía Ramírez, 23,06% bajo la administración de Jorge Alberto Uribe, 12,07% con Camilo Ospina, quien sacó la famosa directiva que sirvió para promover estos crímenes, y 57,47% con Juan Manuel Santos (…)”.

He intentado por todos los medios multiplicar tales porcentajes por la cifra de 6.402 y no he podido obtener números enteros. ¿Es esa imposibilidad matemática de los cuerpos enteros una metáfora del descuartizamiento de algunas víctimas? ¿Fueron las víctimas de los falsos positivos matemáticamente descuartizados?

La candidatura de Marta Lucía Ramírez nacería descuartizada. Sale con un 7,38% de crímenes de ventaja.

Notas. El crimen más horrible, columna de Hernando Gómez Buendía. Lo de Biden aparecido hoy en HuffPost.

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