La frase que se popularizó en EE. UU. como «es la economía, estúpido» fue idea de James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton. Teniendo en cuenta la importancia que tiene y que va a tener el agua en el futuro, especialmente en el sector agropecuario, se puede parafrasear la sentencia y afirmar que ‘es el agua, estúpido’.
En todo el mundo, como bien lo señala la FAO, el empleo del agua y su gestión ha sido un factor esencial para elevar la productividad de la agricultura y asegurar una producción previsible. El agua es esencial para aprovechar el potencial de la tierra y para permitir que las variedades mejoradas tanto de plantas como de animales utilicen plenamente los demás factores de producción que elevan los rendimientos. Desde los años sesenta, según la FAO, la producción mundial de alimentos ha mantenido el paso del crecimiento demográfico mundial, suministrando más alimentos per cápita a precios cada vez más bajos en general, pero a costa de los recursos hídricos. Al final del siglo XX, la agricultura empleaba por término medio el 80 % de toda el agua utilizada en el mundo, y la FAO estima que el agua destinada al riego aumentará un 14 % para 2030. La escasez de agua será cada vez mayor en algunos lugares y, en algunos casos, en algunas regiones, lo que limitará la producción local de alimentos.
Colombia es uno de seis países en el mundo que disponen de tierra y recursos hídricos para expandir su producción agrícola. Esta expansión está supeditada a que el gobierno resuelva qué forma de tenencia de la tierra es la que se va a posibilitar o a inducir, si es necesario, y con qué seguridad jurídica se va a contar. Lo que es fundamental recalcar es que Colombia es el sexto país del mundo con mayores fuentes de agua renovables. En metros cúbicos por año, Colombia dispone de 2,36 billones; Brasil de 8,65; Rusia, 4,51; EE.UU., 3,07; Canadá, 2,9; y China 2,84. En otras palabras, la enorme riqueza de Colombia radica precisamente en la clave del éxito de la agricultura moderna: la disponibilidad de recursos hídricos renovables.
California es el estado más rico de EE. UU. y posiblemente una de las mayores despensas agrícolas del continente. En los campos de California, cuya economía es más grande que la de India y de Rusia y seis veces más grande que la colombiana, se producen la tercera parte de los vegetales y dos tercios de las frutas y nueces que consumen los estadounidenses. Los californianos dependen, como los señala un reciente artículo de El Espectador (Abril 8/15) de las grandes cantidades de nieve que cada invierno caen sobre sus montañas y que reabastecen lagos y ríos. El año pasado los niveles de nieve fueron apenas el 25 % frente a las precipitaciones en un año normal. La escasez de agua superficial ha hecho que los californianos la busquen bajo tierra, en los grandes acuíferos. El resultado después de cuatro años es que también esos acuíferos, altamente explotados por la industria agrícola, están agotándose a un ritmo acelerado. Mientras toda la ciudad de Los Ángeles consume 1000 millones de metros cúbicos de agua, para la producción de almendras se destina tres veces esa cantidad. Dos datos impresionantes: los californianos utilizan 700 galones de agua para producir la alfalfa que consume una vaca que produce un galón de leche que termina sobre la mesa de desayuno de algún estadounidense. Y para producir un solo pistacho, uno de esos deliciosos, verdes, crujientes pistachos que están en todos los supermercados del país, se necesitan 0,75 galones de agua.
Para entender la fragilidad de las zonas agrícolas y por ende la arbitraria y subjetiva forma escoger Zonas de Reserva Agrícola, es importante estudiar el caso de California, estado que corre el serio riesgo de tener que reducir su agricultura a un mínimo. En Colombia lo que debemos promover es Zonas de Reserva de Agua. Esta va a ser la única forma que podremos desarrollar de manera sostenible nuestro potencial agropecuario.
Publicada originalmente: 19 de abril 2015