Eran pocos y parió la abuela

Eran pocos y parió la abuela

A Colombia la migración venezolana le cuesta 26 billones de pesos y aumentó 2 % la delincuencia. ¿Por qué criticar la migración masiva irrestricta no es xenofobia?

Por: Julián Hernández Romero
septiembre 30, 2021
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Eran pocos y parió la abuela
Foto: Leonel Cordero

"Colombia recibe de brazos abiertos a delincuentes venezolanos", manifestó Nicolás Maduro en agosto pasado, y aseguró que su gobierno está "liberando" a "bandas delincuenciales", algunos "están yendo para Colombia" porque "allá los reciben con los brazos abiertos [los grupos paramilitares]".

Quizás, el "estadista" venezolano haya dicho esa verdad que algunos de nuestros políticos y dirigentes saben, pero no se atreven a expresar en público, en aras de salvaguardar sus votos y la corrección política: esa forma acomodada de ignorar cualquier causa-efecto cuando de por medio está una minoría. Señalar siquiera que pueda existir una relación entre "algunos" migrantes y el aumento de la delincuencia es una imprecación xenófoba; de esto sí sabe Claudia López, a quien algunos críticos le hicieron la vida a cuadritos por sus comentarios de que cierto migrantes (no todos) podrían estar involucrados en la criminalidad. Y también lo sabe Claudia Palacios cuando pidió prudencia a los migrantes a la hora de tener hijos (Paren de parir).

Nicolás Maduro, como era de esperarse, no fue catalogado como xenófobo por sus declaraciones, como tampoco fue señalado de lo mismo cuando la Guardia Nacional de Venezuela retuvo, desalojó y expulsó a 2000 colombianos y marcó sus casas para demolerlas: Venezuela expulsa colombianos

Por aquí, un buen día, el irresponsable de Iván Duque, quizá por quedar bien con los Estados Unidos (o porque los Estados Unidos, no quería las ultimas olas de migrantes), improvisadamente decidió abrirle de par en par las puertas del país a cientos de miles o a millones de vecinos para que pudieran entrar a esta finca, sin Dios ni ley, para que gozaran junto con nosotros de esos ríos de leche y miel que corren por aquí, sin sospechar, quizá, que dentro de ese éxodo podrían también venir delincuentes.

Hoy por hoy se sabe que el país tiene cerca de 2 millones de venezolanos y de ellos 950.000 sin ningún tipo de documentos (lo cual de por sí es sospechoso). En lo que va corrido de este año, "solo" 2500 migrantes se han visto envueltos en delitos y la incidencia delictiva de los venezolanos es del 2 %. Un dos por ciento que no teníamos y que pudo ser controlado desde su inicio, cuando se permitió la entrada desordena, caótica y sin ningún tipo control de cuanta persona quisiera llegar. ¿De verdad, el gobierno pensó que todos eran pobres, pero honrados? No. También iban a llegar delincuentes. Y crueles. Como si no tuviéramos suficiente con los nuestros.

A Colombia la migración venezolana le cuesta 26 billones de pesos, y es como si el gobierno invirtiera el equivalente a dos reformas tributarias para que la delincuencia se aumentara un 2 % (https://www.eltiempo.com/politica/cuanto-le-cuesta-a-colombia-la-migracion-venezolana-275760). Qué negociazo. Y eso que no se ha dicho que ese 2 % representa solo los delitos reportados o conocidos por las autoridades, porque en nuestro país el 70 % de los delitos no se denuncian.

No estábamos acostumbrados a la modalidad perversa de que el delincuente asesinara a sangre fría a la víctima para después esculcar en sus bolsillos a ver que tenía el muerto. Tampoco los disparos en la cara a un policía por el hecho de solicitar una requisa. O la modalidad de escalera humana en los robos de teléfonos en las ventanas de TransMilenio. O el robo en salvaje gavilla, o el atraco a ancianas y niños, etcétera.

No ha faltado quien diga que no es xenofobia hacia los venezolanos, sino aporofobia (fobia a la pobreza), pues las primeras grandes olas migratorias de venezolanos estaban compuestas por empresarios, industriales, artistas, científicos y tuvieron como destino los Estados Unidos o Europa y que a Colombia llegaron las personas más pobres y poco preparada.

El colombiano, por su similitud cultural con el venezolano, no es xenófobo, mucho menos aporófobo: el colombiano o cualquier sociedad inerme es "escelerófoba": le tiene miedo a los delincuentes y al crimen. Y, hay que decirlo, los delincuentes venezolanos han dado cátedra en crueldad al hampa vernácula. Y los videos que llegan de los crímenes de algunos venezolanos hielan la sangre. A eso es lo que el colombiano le tiene miedo. Al delito. Y naturalmente choca mas cuando éste es comedido por los invitados a casa. Pero la a lenidad del gobierno en el trato al delito cometido por extranjeros quiere llegar al punto del indulto so pretexto de no ser xenófobo. El gobierno nacional, por medio de Lucas Gómez, gerente de Fronteras, habla de una política fraterna para los delincuentes donde no está concebida ni la deportación ni la expulsión, desconociendo la sobrepoblación carcelaria.

Para las autoridades colombianas, resulta anecdótico que mientras en Colombia se calcula en un 2% el aumento de los delitos como incidencia de la migración, en Venezuela los homicidios se hayan reducido por primera vez en 30 años y las muertes violentas bajaron en 50% en 2020 producto de la emigración. (https://elpais.com/internacional/2021-01-14/los-homicidios-en-venezuela-se-reducen-por-primera-vez-en-30-anos.html).

También resulta anecdótico que las investigaciones apunten realidades como las señaladas por el sociólogo venezolano Roberto Briceño-León, director del Observatorio Venezolano de Violencia (Observatorio de violencia), quien asegura que lo que ha cambiado en Venezuela es el contexto social y político, una situación dramática de impunidad y de elogio a la violencia y a los violentos en los últimos 20 años y que los  jóvenes que hoy tienen 20 años y asesinan y descuartizan, tienen dos décadas viendo un crecimiento sostenido de la violencia, observándola, familiarizándose con la crueldad de una manera inmediata y continua, y eso les ha dado una suerte de normalización y de insensibilidad ante el dolor de la víctima, sin descontar la impunidad, pues los delincuentes sienten que no les va a pasar nada. En Venezuela la impunidad es gigantesca. "Los delincuentes están acostumbrados a matar muy rápidamente", dice Briceño-León.

Las soluciones al problema de la delincuencia de la población migrante no son fáciles y nadie quiere meterle el diente, so pena de ser catalogado como nazis xenófobos. Pero hay que reconocerlo y solucionarlo, no de la manera vergonzante como se ha intentado hacer.

Mientras aquí un irresponsable Iván Duque abre las puertas y defiende la migración masiva irrestricta, a toda costa, sin condiciones ni deberes en esta potencia económica llena de oportunidades llamada Colombia; allá en Venezuela otro irresponsable, llamado Nicolás Maduro, está dichoso porque las muertes violentas se han reducido en un 50 %, mientras no deja de exhortar a su pueblo: "¡A parir pues, a parir! ¡Todas las mujeres a tener seis hijos! ¡Todas! ¡Que crezca la patria!".

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