Era solo una niña cuando mi mejor amigo me confesó que era guerrillero

Era solo una niña cuando mi mejor amigo me confesó que era guerrillero

La violencia no siempre escogió a sus víctimas, todos fueron cómplices de ella de alguna u otra forma, incluso por callar

Por: Yennided Castiblanco Bravo
marzo 03, 2019
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Era solo una niña cuando mi mejor amigo me confesó que era guerrillero

— ¿Le puedo contar un secreto? Pero no le vaya a contar a nadie.

—No, no lo voy a hacer.

—Yo fui el que tiró la granada en la estación de policía, lo hice en mi bicicleta. Tenía dos, ahora me queda solo una y la tengo escondida en un tarro de leche Klim en el patio de mi casa.

(Pasillo del colegio, 2006).

Esta vez un compañero de clase le confesaba a Victoria su hazaña. Ella en medio de su inocencia le aconsejó que se deshiciera del artefacto porque un niño no debía tener ese tipo de objetos, le recomendó que se alejara de las personas malas. No se sabe si él lo hizo, después de eso no se volvieron a hablar; la sociedad la educó erróneamente para decirle que estaba moralmente bien y que estaba mal, odió a personas sin conocerlas, sin tomarse la tarea de preguntar el por qué estaban ahí. Se naturalizó tanto la guerra que nadie daba razón del tema y si la había era solo la acomodada, la que querían hacer creer. Si mataron a alguien por algo fue y el que lo hizo razones tuvo. Aquellos eran los malos, estos otros eran los buenos.

Victoria y sus amigos crecieron en una sociedad patriarcal, acompañados de pobreza, violencia y desigualdad. El anhelo de escapar de ese ambiente era casi un sueño, el miedo les arrebató la verdad; la palabra paz abandonó sus voces porque las bombas, balas y granadas sonaban más duro.

—¿Qué quieren ser cuando grandes?, preguntaban los profesores.

Muchos callaban, otros solo respondían con palabras llenas de esperanza; unos querían ser médicos, enfermeros, administradores, diseñadora de modas e ingenieros. ¿Y ella?...quería ser profesora. Muchos se quedaron soñando, a otros la violencia los arrebató, Pero los pocos que salieron del pueblo, se fueron a realizar esa oportunidad que les daba la vida.

Victoria accedió a una vida más escolarizada, se hizo profesional y logró su sueño de ser profesora; pero los recuerdos de esa época violenta nunca se fueron de su mente, ella no creía en la paz.

En el 2016 cuando Colombia se dividía en las urnas a causa del plebiscito, Victoria recibe la propuesta de otro amigo para que regrese hasta su pueblo y visite a un campamento de preagrupamiento de las Farc, ahí necesitaban de una profesora que les enseñara comprensión de lectura. La idea le causo curiosidad, ya no era una niña y quería entender por su cuenta las diferentes situaciones que llevaron a personas como sus amigos a participar de la guerra.

La travesía fue fácil, la atendieron muy bien y descubrió que esos jóvenes que necesitaban una profesora, eran como ella, querían vivir, querían aprender y por medio de la educación escapar de su realidad. Pero aún existían cosas que no se podían entender, por más que Victoria quisiera ayudarlos, sentía que aún no era el momento. En noticias comenzaron a circular nuevas muertes de líderes sociales y de simpatizantes con estos grupos, parecía que nada quería cambiar. Nuevamente se alejó, pero esta vez no para olvidarse de ellos, sino para buscar una alternativa que hiciera posible cambiar la vida ya no solo de ellos sino de los niños que son el presente de Colombia y que necesitan conocer todas estas historias para que nada de esto se vuelva a repetir.

Gracias a los padres y a los profesores de Victoria, por enseñarle a soñar, la educación fue la salida, se liberó de una condena que parecía ser su destino. Aprendió que la paz si existe y está en todo aquel que no olvida las historias del conflicto, porque no es como la querían hacer creer, para aprender y comprender tuvo que ponerse en el papel de la víctima y el victimario.

Victoria ahora quiere soñar por la paz y ayudar para que muchos niños más lo hagan. Ya no es la niña del salón a la que le preguntan qué quiere ser cuando grande, es la docente que trabaja por la paz, que cuenta sin miedo qué pasó y cuál será la salvación. Ahora ella pregunta:

—¿Qué quieren ser cuando sean grandes?

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