Dicen que lo ven seguido acechando en cualquier esquina del país. Es que podría estar vivo. Tendría 77 años y la mala hierba nunca muere. Pedro Alonso López fue violado y maltratado por su papá, fue un gamín, nombre que recibían de manera despectiva los niños de la calle cuando los había en el país. Luego se fue al Perú, a Ecuador dejando un reguero de cadáveres. Fueron unas señoras en Ambato, en una plaza de mercado de esta ciudad de Ecuador, los que alertaron que era un violador y asesino. El Monstruo de los Andes lo llamaban. Ahorcaba a sus víctimas y las dejaba tendidas en su cama. Se quedaba plácido al lado de ellas y se dormía como el amante después del amor. Era un monstruo.
Lo pusieron preso en Ecuador, lo llevaron a su país a que pagara su pena en Colombia pero acá lo dejaron libre de manera inexplicable. El antropólogo Esteban Cruz Niño muestra en esta entrevista las razones por las que la justicia colombiana dejó libre a uno de los peores monstruos que ha dado la humanidad, un asesino capaz de matar a más de 300 niñas. El relato de Esteban, un hombre que le ha seguido la pista a los peores asesinos de este país, lo dejará sin aliento: