Degüellan a los ángeles y los creyentes se quedan con las plumas; amarran a los gatos con lazos de salchichón y se divierten; juegan con la oligarquía y las camarillas transnacionales, a sabiendas que tienen los dados marcados; lavan las heridas con cal y arena y no gritan; ruedan las cabezas de los líderes y lideresas y el Estado no usa la inteligencia para impedirlo.
Un cóndor preside nuestro escudo y las aves no creen en la buena suerte; expertos en luna llena trabajan denodadamente y dejan la luna en estación menguante. La sombra se atraviesa y no deja pasar los buenos días.
Clase media, media clase, conoce a plenitud la genealogías de los esclavos y evita conversar con la ira de los encadenados.
Gritan los sordos y nadie les escucha; gatean los que llenaron los bolsillos, auxiliados por pobres; Dios no ha muerto, pero vende opio en los aviones, los barcos y los automotores.
Le rendimos plegarias a la herida, la llama, el dolor y jugamos con el humo. Dicen en las basílicas e iglesias que todos somos hijos de Dios, pero, durante siglos, los ungidos alabaron a los depredadores del mundo. Levantaron el Arca de Noé, pero exigieron construir yacusis para las serpientes y los leones.
Una tercera parte de la población colombiana es desplazada, refugiada, víctima y silenciada; los que no son, llegan temprano al almuerzo. Vivimos en el país más feliz del planeta, gracias a los reporteros de la televisión.
Se desploman los puentes y la culpa es de los peces. En una cama duermen cinco niños, un gato y un perro y, en la casa, los padres, guardan una camisa perforada por el hambre y por las balas.
La vida recorre las oficinas de los grandes burócratas, con un olor que apesta. Dante no ha tenido más imaginación para abrir más círculos en el Infierno.
Los tigres caminan por los parques y nadie se inmuta porque saben que andan preocupados buscando los espejos de Borges.
Para las botas negras, una ametralladora blanca, para las botas blancas, una ametralladora negra; para los desempleados, que deambulan por las calles, un grado de guerrilleros latinoamericanos.
Para el hambre que duerme en los parques, la gula desmesurada de los demócratas.
¿Me copia? Sí, doctor, ya cortamos en dos el presupuesto para que se lleve las dos mitades.
Para quienes son adictos a la música y la alegría del campo, muerte a los tambores de los revólveres y gatillos los que disparan olvidos.
Para el sicario que falló el disparo, una moto con huellas de arequipe navideño.
Para los corderos audaces y con hambre, infalibles y certeros zarpazos al lobo. Para Donald Trump, que llegue furioso un huracán y los despeine.
Para los grandes medios, noticia es la información que alguien quiere ocultar.
“Saramago, ¿por qué sigue siendo socialista?". Respondió: “¿Acaso el mundo ha cambiado y yo no me he dado cuenta?".
La era del cianuro en Colombia: insuficiencia cardiodemocrática.
Para los hijos legítimos de la poesía una profanación de la estética del orden para que la belleza sea.
Para los estudiantes, intelectuales de la vanguardia crítica, que su marcha es un litigio acertado de luz y una manera de construir la patria que no somos.
Todo pueblo tiene derecho a luchar por la educación pública y al hacerlo está contribuyendo a enriquecer la cultura de la humanidad.
“Pienso, luego existo”. La cumbre del individualismo. Descartes.
“No es la conciencia la que crea la vida, es la vida la que crea la conciencia”. Don Carlos.
En el país más rico del mundo, 40 millones de personas viven en situación de pobreza, veinte millones en pobreza extrema y cinco en condiciones de pobreza absoluta. ONU.
Lo que más detestamos, la guerra.
“Reúne primero los datos, que ya tendrás tiempo de distorsionarlos como te guste” Mark Twain.
Doloroso, primero el cianuro acabó con el río Sambingo, ahora sigue con los testigos.
Los crímenes contra los líderes y lideresas no pueden ser sistemáticos, constantes, impúdicos y crueles.
Finalmente, para ti, Eva, artífice del paraíso, que descienda diciembre para amarte en pensamientos, palabras y obras.
Salam aleikum.