Entre equidad de género y corrección idiomática
Me han reenviado muchos correos de indignados seudolingüistas que reprochan el uso de los y las, presidente o presidenta, niño o niña, ingeniero o ingeniera, etc., etc. Sin embargo, más allá de lo lingüístico y gramatical, en nuestras sociedades este es un problema ideológico, de equidad de género, de respeto por las mujeres, de integración, de llamado a que no sólo los hombres pueden desempeñar determinadas profesiones; así que yo considero que sí se deben usar estas formas, así sean a veces aparatosas, a ver si algún día tenemos conciencia de la igualdad de género y de la valoración adecuada de la capacidad de las mujeres, sobre todo de aquellas (que podrían ser todas) que se preparan, estudian, trabajan, leen, se informan y además son amas de casa, madres y esposas amorosas, hijas ejemplares y amigas incondicionales. Quienes abominan estos usos y se amparan en la gramática, lo hacen más por sesgos ideológicos que idiomáticos.
A continuación les adjunto un fragmento de un artículo de Héctor Riveros, denominado !Ni una más!, que escribió a raíz del asesinato de Rosa Elvira Celis y con el que yo estoy completamente de acuerdo:
“El tema de los derechos de las mujeres no es un tema de poca monta, baste con advertir que aún hoy en muchas sociedades son objeto de vejámenes y todo tipo de tratos discriminatorios. En occidente hemos avanzado, en unas partes más que en otras y en algunos temas más que en otros, pero aún hay múltiples situaciones en la que la situación de la mujer es sustancialmente desventajosa si se le compara con la de los hombres. De cuando en cuando leemos que las mujeres reciben un menor salario, por igual trabajo, que los hombres, para poner solo uno de múltiples ejemplos.
Hay temas que parecen menores, como el del llamado lenguaje incluyente, pero que reflejan lo acendrado de determinadas conductas culturales. Es cierto que el, los y las es jarto, que dificulta la escritura, que hace más difícil hablar en castellano, que incomoda un poco, pero sobre todo es cierto que demuestra una actitud cultural que privilegia la situación de los hombres en la sociedad. He propuesto en varias reuniones en las que hay hombres y mujeres, que para evitar las molestias convengamos que usemos el femenino, para que todas nos sintamos incluidas y he fracasado. A la segunda vez que uno se dirige a un hombre usando un artículo en femenino, éste expresa molestia, a pesar de que antes había dicho que eso de decir los o las era una bobada, que daba lo mismo, cualquiera fuera la fórmula que se escogiera”.