Cuatro hombres armados con fusiles, a bordo de motocicletas y al menos cinco más que iban en una camioneta gris de platón, no atendieron las recomendaciones de los campesinos a cargo de la guardia en las dos entradas del lugar, que indican a quienes portan armas, mantenerse lejos para evitar poner en riesgo las vidas de las familias que permanecen hace una semana en la Escuela Mesitas del corregimiento que lleva el mismo nombre, intentando protegerse de las balas disparadas durante los enfrentamientos entre militares y guerrilleros que son comunes en aquella región de Norte de Santander, pero que se intensificaron en las últimas semanas.
La Asociación Campesina del Catatumbo que acompaña a los campesinos, aseguró en un comunicado que esto sucedió el domingo 6 de junio hacia las 11 de la mañana, cuando “miembros de la insurgencia del EPL entraron al interior del campamento fuertemente armados y uniformados”.
Se cree que los guerrilleros iban desde una vereda cercana al corregimiento Mesitas y que se dirigían hacia el municipio de El Tarra. Debieron leer, como todas las personas que ingresan o salen del campamento, los mensajes que los campesinos escribieron con pintura sobre las grandes telas blancas que están colgadas en la parte alta de árboles, que dan la bienvenida al lugar y al tiempo prohíben el paso de cualquier actor armado. Sin embargo, evitaron el otro camino que existe y avanzaron frente a la Escuela Mesitas a gran velocidad en sus vehículos.
La acción del EPL y de otros guerrilleros no identificados que también pasaron por allí hace unos días, para organizaciones como la ONU, es una infracción a las leyes internacionales que buscan limitar los efectos de los conflictos armados y proteger a las personas que no participan en estos.