El primer quemado y más prominente es Alejandro Char.
Recordemos que en un plazo relativamente corto logra recoger, según informe de Caracol, la no despreciable suma de 2.530.000 firmas para avalar su candidatura. El fenómeno consiste en que alcanza solo 606.467 sufragios, lo demás, fruto de las conocidas prácticas electorales de su “clan familiar”, se hizo humo.
¿Las razones? Más que los escándalos o el hecho de no participar de los debates, queda claro que ya bailan menos perros por la plata.
El segundo lugar en el ranking de los quemados se lo lleva el otro Alejandro, pero el Gaviria.
Pese a haberlo posicionado los medios como favorito de algunos caciques políticos, no le alcanzó el quererse desmarcar de las maquinarias a la sombra de Robledo.
La pugna interna que le ofrecieron los dardos encendidos de Íngrid al parecer le afectó considerablemente su caudal electoral, puesto que alcanzó 322.394 sufragios de las poco más de 500.000 firmas que recogió para avalar su candidatura.
El tercer lugar hoy se lo dejamos al no menos ponderado Enrique Peñalosa. Este chapulín (grillo) brincó de tolda en tolda como ha sido su costumbre, buscando desesperadamente un aval, hasta que Dilian Francisca lo recogió solitario y abandonado de todos, pero al parecer no puso su maquinaria en su favor.
El dos veces alcalde de Bogotá recibió 215.117 sufragios. Representa en su coalición el último puesto, con solo el 5,90 % de los votos.
Las anteriores cifras representan el verdadero caudal electoral del charismo, gavirismo y peñalosismo, pese a los escándalos, peleas, investigaciones etcétera. El número de sufragios recibidos es en realidad el número de sus incondicionales.
Lo demás es humo.