En los inicios de las conversaciones con las Farc, los representantes de esa agrupación dejaron saber que nunca se iba a ver una foto de un guerrillero entregándole su arma al gobierno. Entendían esto como un gesto de rendición que no estarían dispuestos a hacer. Y no se hizo, o por lo menos no como se la imaginaban algunas personas que quisieran demeritar el acto del martes 13 de junio, cuando se completó la entrega del 60 % del armamento de las Farc.
Es posible que lo sucedido en La Elvira, cuando la guerrilla cumplió uno de los términos acordados entregando otro 30 % de su armamento a custodia de las Naciones Unidas, no satisfaga a los amantes de la violencia y la guerra, aquellos que preferirían que estuvieran esas armas dando candela en las selvas colombianas, pero la entrega fue efectiva y real. Hoy hay casi siete mil instrumentos de guerra menos en nuestro territorio.
Son pasos hacia la paz, pasitos pequeños para algunos, pero grandes para los que seguimos con entusiasmo este proceso. Así el presidente Santos tenga una aprobación muy baja en las encuestas su obra ante la historia, para dolor del expresidente Uribe, será precisamente haber concretado este desarme, no solo de fusiles y metralletas, sino también de los espíritus de por lo menos el mismo número de personas.
No interesa el protocolo del acto de entrega, ni la presencia simbólica de Pepe Mujica y Felipe González, tampoco tiene ninguna relevancia que no llegaran hasta la propia zona veredal por cuestiones climáticas, esos son gajes del asunto y carne de cañón para las redes sociales. Lo que interesa es que se cumplió la entrega.
Podría preguntarse, eso sí, por qué este protocolo, con invitados internacionales se hizo cuando falta un poco menos de la mitad del armamento por ponerse a buen recaudo. ¿Tal vez era una necesidad mediática para apuntalar el cronograma acordado? ¿Acaso una urgencia santista para detener la caída en las encuestas? No pude evitar recordar la firma precoz de Cartagena, cuando todavía faltaba la refrendación popular y por poco se nos cae la paz.
Tal vez sea perspicacia mía, o simple manía de gobierno de hacer las cosas cuando apenas son un anuncio o van por la mitad. ¿Sería esto una estratagema en medio de la temporada de paros, para desviar la atención? Habrá que preguntarles a los asesores del presidente, expertos en tapar sus deficiencias con cortinas de humo. La verdad es que terminará el desarme solo cuando se entregue el cien por ciento de las armas personales y la totalidad de las caletas. Lo demás es show, por mucho que personalmente me alegre ver esas entregas parciales.
Lo de la Elvira es una noticia agridulce para calmar las aguas tormentosas
de la oposición política y la protesta social, mostrar una cara amable del gobierno
y mandarle un mensaje adicional a la comunidad internacional
De manera que La Elvira tiene un poco de falso positivo porque tampoco es el desarme final y un poco de realidad en el cumplimiento del acuerdo. Es una noticia agridulce para calmar las aguas tormentosas de la oposición política y la protesta social, mostrar una cara amable del gobierno y mandarle un mensaje adicional a la comunidad internacional que a este punto ya debe estar hasta la coronilla de tanta ceremonia.
Espero que dentro de una semana no nos vuelvan a montar otra obra de teatro para la entrega del restante 40% o para cada una de las entregas parciales de las caletas. A este paso la paz se está convirtiendo en periódico de ayer, las críticas al gobierno no disminuirán y los temas en la campaña presidencial se irán a otro lado, como la corrupción y los fracasos económicos. La paz sigue y debería seguir siendo el principal tema de la agenda colombiana, pero se nos está desgastando.
Ahora que lo pienso, podría también ser una estrategia de Juan Manuel, para quitarle a Uribe la única bandera que agita sin cesar, la crítica al proceso con las Farc. De ser así, por favor señor presidente, siga cansándonos con sus ceremonias, así sea para que le entreguen el hueco de una mina quiebrapatas.
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