En estos días de sobresaltos electorales los candidatas a elección popular pasan de ser líderes sociales a ser mercancías en afiches. Los ojos en el horizonte y la camisa remangada hasta la mitad de los brazos como símbolo de trabajo y compromiso social, frases cortas y sugestivas indican que entre todos lo lograremos, que este sí es el verdadero cambio o que acabaremos con la corrupción, colores vivos, sonrisas blancas, afables y caras jóvenes envueltas en los colores de lo que queda de los partidos políticos, todo lo que sea necesario para seducir a los electores.
Es la feria del photoshop. Publicistas, comunicadores, fotógrafos y prestidigitadores de la imagen cada cuatro años son asesores estratégicos; construyen frases cortas que recojan la personalidad del candidato y lo conecten con sus electores, para al final de la jornada enviar la cuenta de cobro. La publicidad llega en los afiches que se pegan en carros, se entrega en tarjetas; llega por debajo de la puerta a las ocho de la noche.
Los más osados visitan veredas, rifan neveras, llevan orquestas y hasta plata regalan. ¿Cómo saber cuál es el candidato que de verdad hará algo distinto? Es una pregunta difícil, empezando por que algunos de los que aspiran a cambiar cosas desconocen el funcionamiento del Estado o los procedimientos operativos de las instituciones; en últimas, es mucha gente con buenas intenciones que quiere ser alcalde o concejal, pero poca la que sabe cómo se cambia la sociedad desde las instituciones del Estado. Pocos saben que “hacerse contar” en un partido a veces no es más que una estrategia de los caciques de siempre para sumar y sumar votos y, por medio de la matemática electoral, elegir a los mismos en cuerpo propio o ajeno.
Todos los candidatos sacan el modelo que llevan por dentro, sonríen en los primeros planos, se toman fotos al lado de los caciques políticos regionales y nacionales que les dan el aval político para simular trabajo en equipo. Mientras tanto, las maquinarias de siempre analizan las bases de datos, recopilan teléfonos, organizan correrías desde oficinas improvisadas en donde trabajan como hormigas todos aquellos que serán los futuros funcionarios públicos que nos atenderán el próximo año si su candidato gana las elecciones.
Es innegable que en medio de la simulación existen líderes auténticos y transparentes con una férrea vocación de servicio que invitan a sus electores a construir desde la base lo que serán sus propuestas, pero que, regularmente, están con partidos políticos pequeños, alternativos o son ignorados en los partidos grandes; tienen pocos recursos, quedan abrumados por las ruidosas correrías de aquellos que plagan las calles con basura electoral.
A los ciudadanos solo nos queda apelar a nuestro libre albedrío para escoger -ojalá en libertad de conciencia- la mejor opción. Porque al finalizar la noche del 25 de octubre y al iniciar la mañana del 26 de octubre de 2015 serán muchos los quemados, pocos los elegidos y las cuentas de cobro por publicidad llegarán a las casas de los candidatos.