La iniciativa Aulas por la Paz de la ciudad de Buga, avalada por la alcaldía municipal, se inició con el propósito de implementar la jornada única, y adecuar y mejorar la infraestructura de los colegios de la ciudad. La Institución Educativa Tulio Enrique Tascón fue una de las beneficiadas por este proyecto, el cual está a un 35% de finiquitarse, puesto que su entrega estaba agendad para el 30 de septiembre de 2018, pero a la fecha no se está listo y la obra no se ha reanudado.
El Fondo de Financiamiento de Infraestructura Educativa (FFIE) y el Ministerio de Educación Nacional fueron las entidades que iniciaron este proyecto, en un marco nacional. Buga ha sido una de las ciudades beneficiadas, cuya propuesta de mejoramiento ha favorecido a varias instituciones no solo en la ciudad sino también en zonas urbanas. En este caso, las dos entidades nombradas anteriormente son las promotoras de este proceso que busca renovar y enriquecer las instituciones educativas.
En materia de planificación del proyecto, se estipuló la entrega total de la edificación para el 30 de septiembre del 2018, obra que hasta la fecha está suspendida. No hay obreros y solo se observan los vestigios de una construcción en proceso, sin ningún avance, donde solo podemos contemplar vigas y columnas. Por ende, la comunidad se pregunta: ¿dónde están los 1,054.010.798 millones de pesos que se invirtieron? Según Leonardo Marín, secretario de obras públicas, el alcalde y el rector del Nelson Quiceno coinciden en que hubo un mal manejo por parte del contratista Germán Mora Insuasti, quien es el principal encargado de la obra.
Además, aunque el arquitecto Fidel Ruíz, delegado del FFIE, se comprometió en los medios a reanudar las obras el 16 de octubre, la edificación continúa estancada, ni qué decir del cronograma de trabajo que prometió para los tres colegios beneficiados.
Según la entrevista realizada al rector de la institución Nelson Quiceno, uno de los motivos de la demora en la construcción tiene que ver con políticas internas y con que los obreros no tienen lo requerido en el Código Sustantivo de Trabajo, como trabajo en alturas, aspectos médicos y paramédicos, medidas de seguridad, entre otros, pero que están en ese proceso, el cual puede extenderse 8 meses más. Por lo tanto, entre abril y mayo del 2019 se debería terminar la edificación, lo cual ha provocado una odisea entre estudiantes y docentes que integran la institución, quienes anhelan la culminación de la prometida construcción.
En este mismo sentido, y debido a la demora en la obra, algunos grupos de estudiantes han quedado sin salón, por lo cual se desplazan de un lado a otro rotando por toda la institución sin un aula fija de clases, lo que ha conllevado al estrés, afectando su nivel académico y en las pruebas Icfes, hablando de los estudiantes de último grado. Además, otro aspecto negativo es que la obra contempla recluir 850 estudiantes en un espacio que, según el rector, es muy reducido. Así mismo, fuera del polvo y el ruido, el peligro es inminente: la obra impide el uso de la puerta de emergencia, la cual es la salida más cómoda. Preocupa el hecho de que se presente una catástrofe en plenas clases y no haya salida de emergencia.
La comunidad estudiantil es la mayor afectada, ya que se han presentado inconvenientes en la obra por parte del contratista encargado de la edificación y su equipo de trabajo. ¿Qué medidas se tomarán ante este hecho?, ¿seguirá la institución sobrellevando esta situación? La gente pide respuestas y fechas verdaderas ante este suceso que ha perturbado a una de las instituciones más reconocidas de Guadalajara de Buga.
