Una diferencia que ha caracterizado de manera singular al actual gobierno con respecto a los anteriores es la de haber tenido que estructurarse a partir de un cambio profundo de roles de parte de sus integrantes y más cercanos colaboradores, quienes tuvieron que pasar a convertirse en protagonistas del cambio social por el que antes luchaban desde la oposición.
Tan singular tránsito de la oposición al gobierno ha llevado a que muchas decisiones hayan tenido que adoptarse con base en prácticas de ensayo y error, las más de las veces confiando en la buena fe de los responsables de ejecutarlas.
Los resultados no siempre han sido los esperados, pues no dejan de haber, entre muchos y muy buenos funcionarios, algunos interesados en ponerles freno a las iniciativas o, incluso, en desviarlas, pues lo que los ha tenido dentro del gobierno no es la afinidad con sus proyectos programáticos, sino sus expectativas burocráticas e, incluso, de control de una parte del sartén gubernamental y de lo que puedan freír en él.
Tal circunstancia ha generado cambios de nómina al más alto nivel, como los que hemos observado en varios ministerios, en Planeación Nacional, en el Departamento Administrativo de la Presidencia y en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, entre otros, de cuyas direcciones han tenido que salir valiosos funcionarios, ante la necesidad de otros que garanticen un mayor compromiso con los programas que encarna Gustavo Petro.
Obviamente, esta razón para tales relevos no es de buen recibo en algunos círculos de la prensa nacional, en especial los que expresan el querer de quienes hoy se sienten al margen del poder político. Estos ha calificado tales cambios como evidencia de improvisación, de desgobierno, de desconocimiento del importante papel que juega la tecnocracia en el manejo de la cosa pública y de que a esta se la está reemplazando por activistas sin experiencia. De este último señalamiento también han sido partícipes la exministra de Agricultura, Cecilia López, y el exdirector de Planeación Nacional, Jorge Iván González.
Por supuesto que, aunque algo hay de cierto en tales comentarios, lo que importa para un gobierno como el de Petro es darle cumplimiento a su compromiso con los cambios que pongan en sintonía el desarrollo del país con las necesidades de su pueblo. Y si con determinado tipo de funcionarios no lo puede hacer, y no tanto porque sean tecnócratas, sino porque su compromiso vuela lejos de los intereses populares, pues buscará hacerlo a través de personas como Alexander López, Cielo Rusinque o Gustavo Bolívar, a quienes siempre se les ha visto comprometidos con su mismo propósito.