Después de más de 17 años de vivir en el exilio, la dirigente de la Unión Patriótica regresó al país para presentarse como opción presidencial por el un movimiento que estrenaba personería jurídica. Sin embargo Avella desistió de su aspiración para acompañar la fórmula presidencial de Clara López que obtuvo una significativa votación en las elecciones del 25 de mayo.
La mujer que regresó del exilio sin su familia y estuvo viviendo en casa de algunas amigas mientras trabajaba en la campaña de Clara López, no se siente derrotada..
¿Qué impresión le quedó del país que recorrió junto a Clara López, un país que usted dejó hace casi veinte años?
Fue una experiencia maravillosa que en lo personal representa mucho. Pero volver a reencontrarse con los raizales de San Andrés, los wayúu en la Guajira, los desplazados en los barrios de Bogotá, las zonas marginales en Cartagena, ver un Urabá impenetrable, ir a Chocó y confirmar que una carretera después de ocho años no se construye a pesar de haber sido pagada siete veces, una Buenaventura donde por obras que valían 1,2 billones de pesos se han pagado 3.5 billones y aún no terminan porque son los mismos contratistas ladrones en todo el país, da tristeza. He sufrido por los niños desnutridos en La Guajira, y precisamente por ellos, los niños wayúu, vamos a empezar una cruzada nacional; el hambre y la sed en la Guajira son un negocio y no hay acueducto allí porque los dueños del agua son familiares de la clase política. Poco ha cambiado en estos casi veinte años y la situación política deplorable.
¿Cuál decisión sigue ahora?
Somos el segundo país más desigual de América Latina y si ahora tendremos que decidir entre Zuluaga y Santos, pensamos que todo seguirá igual. Es el mismo modelo. Nos preocupa mucho que continúen los TLC, la destrucción de bosques y la cooptación de agua por los títulos mineros concedidos en los páramos. Seguiremos en la brega por hacerle entender a Colombia que hay que cambiar para bien, pero si escogen el continuismo, va haber muchos problemas.
¿Qué opina sobre los debates en los medios?
Para mi no son debates, y lo lamento mucho. Responder preguntas de cuarenta segundos no es ningún debate. Yo le propuse a muchos periodistas varios debates: sobre la deuda externa, debemos alrededor de 91.700 millones de dólares que se pagan mediante empréstitos; eso es inconcebible. Y sobre las regalías porque hemos perdido el 50% de estas, por un concepto jurídico, cerca de dos billones de pesos. Aquellas preguntas no se formularon porque los dirigentes que han entregado el país a las multinacionales sabían que saldrían perjudicados. A veces me causa hilaridad cuando me hablan de la libertad de prensa en Colombia.
¿Y ahora qué viene?
Vamos a continuar en el trabajo intenso de unir a la izquierda y los sectores alternativos. Pero si llegan los que nos mataron será muy difícil.