Semana, en alianza con el Laboratorio de la Democracia del Centro Nacional de Consultoría, quiso identificar el perfil de los seguidores de las principales figuras políticas del país. Lo hizo a partir de una medición por medio de 1.000 encuestas en 51 municipios de Colombia, realizada durante la última semana de mayo1. Al analizar el caso de Iván Duque surge una conclusión importante: el mandatario tiene exactamente las mismas bases de apoyo que su mentor político Álvaro Uribe. Este resultado si bien es a todas luces un poco obvio, resulta interesante. Duque tenía entre sus principales propósitos mostrar una imagen de renovación y moderación política y apelar a votantes no solo del uribismo, sino del centro del espectro político. Sin embargo, su gestión no ha logrado trascender la polarización extrema del país y su aprobación proviene mayoritariamente de ciudadanos que se ubican ideológicamente en la derecha.
Entre las demás conclusiones del estudio, como que en términos de edad en su mayoría apoyan a Duque personas de más de 56 años, o que Duque tiene la mayor popularidad en el Caribe y la menor en Bogotá, una en especial salta a la vista: en términos de nivel educativo, hay diferencias radicales dependiendo del grado de escolaridad, esto es: a menor nivel de educación, mayor el apoyo al presidente. Es muy alta la correlación: entre las personas que no tienen ninguna titulación —no terminaron el colegio— el apoyo es del 85%; educación básica, 64%; educación media, 47% y superior universitario, 34%. Estas cifras son casi exactas para el expresidente Álvaro Uribe.
Existe una alta correlación entre niveles educativos e ingreso, por lo cual se podría pensar que, en realidad, lo que determina si un colombiano apoya o no a Iván Duque es su estatus socioeconómico. La encuesta demuestra que no ocurre necesariamente esto, pues si bien el uribismo tiene un apoyo importante en el estrato 1 y 2 (49% y 56% respectivamente), en el estrato 6 también es significativamente alto (57%). Es en la clase media donde menos apoyo tienen Álvaro Uribe e Iván Duque.
Al observar casos diferentes al colombiano, se observan similitudes importantes. Por ejemplo, para el caso de Estados Unidos, el indicador más confiable para saber si un estadounidense es simpatizante de Donald Trump es su nivel educativo. Evan Soltas, doctor en Economía del MIT, condujo un estudio y determinó que por cada punto porcentual adicional de individuos con título universitario, el apoyo electoral a Donald Trump disminuye en 0.65 puntos porcentuales2. Para el caso del Reino Unido, los resultados son similares. En el plebiscito que ocurrió en el año 2016 donde se le preguntó a los ciudadanos británicos si estaban a favor de la salida del país de la Unión Europea, los votantes con títulos universitarios votaron mayoritariamente en contra, esto es, por permanecer en el bloque europeo (75%), mientras que entre aquellos sin educación superior, el porcentaje fue al revés: el 73% votó por la salida. Un reporte de la fundación “Joseph Rowntree Foundation”3 confirmó que, si bien variables como la raza, la edad y el ingreso fueron importantes, el nivel educativo fue el factor crucial para separar a los votantes en el Brexit.
La relación entre lo que representa en un nivel político, social y económico la derecha radical, y el apoyo que reciben por votantes con bajos niveles de educación no ha sido estudiada muy extensamente; existen teorías pero ninguna concluyente. Es por esto que de aquí en adelante me baso en hipótesis personales, especulaciones basadas en la intuición, no en ningún tipo de estudio empírico. ¿Qué tienen en común Uribe/Duque, Donald Trump y Boris Johnson, político británico quien fue portavoz de la salida del Reino Unido de la UE? Los tres representan corrientes políticas conservadoras, hablan duro y apelan a la emocionalidad, más que a la racionalidad de los votantes. A la vez, han usado las redes sociales como plataformas para expandir sus mensajes y atraer votantes. Esto último es importante puesto que la manera de difundir ideas es a través de tuits de 15 palabras, imágenes y audios cortos; no se pueden hacer análisis extensivos o racionales a través de las redes, no se puede transmitir un plan de inversión en educación a largo plazo o un programa estructurado para reducir la delincuencia. Lo que sí se comparte es contenido rápido e incendiario, corto de análisis pero eficaz a la hora de llamar la atención.
Es así como votantes con bajos niveles educativos se pueden inclinar hacia argumentos cortoplacistas, inmediatos, incendiarios y que parecen dar soluciones contundentes y rápidas que enarbolan los políticos populistas de derecha. Por ejemplo, ante problemas de inseguridad y desorden público, preferirían posiciones de mano dura a enfoques más integrales que ven en factores como la deserción escolar o la falta de oportunidades las causas de fondo de la problemática. Ante problemas de narcotráfico y drogadicción, prefieren prohibir y atacar a consumidores y cultivadores que regular y cambiar el enfoque hacia mejorar la salud pública. Por otro lado, individuos con niveles más altos de educación se inclinan hacia propuestas políticas más de largo plazo, más abstractas y con mayor profundidad analítica.
En el fondo está una diferencia importante a la hora de interpretar el mundo. Bajos niveles de educación podrían estar asociados con visiones del mundo más polarizadas: las cosas son blancas o negras, no se admiten zonas grises, lo cual, en un nivel político, se puede asociar con posiciones autoritarias. Por otro lado, los individuos con mayor educación tienden a ponderar más sus preferencias y decisiones; admiten que el mundo no es blanco y negro, sino que hay infinitos matices, por lo cual ante problemas tan urgentes como la pobreza, el desarrollo, la migración, la drogadicción, y demás cuestiones a las que se enfrentan las sociedades todos los días prefieren propuestas resultantes de análisis serenos y rigurosos, que contemplen a la realidad en toda su complejidad, que quieran brindar soluciones a largo plazo y atacar los problemas de fondo. Esa es una ventaja incuestionable de la educación: forma ciudadanos dispuestos a escuchar, analizar y ponderar sus decisiones. Mientras la polarización y las visiones del mundo radicales sigan predominando sobre los análisis serenos y racionales, personajes como Donald Trump, Álvaro Uribe, Jair Bolsonaro, Rodrigo Duterte y Boris Johnson seguirán triunfando.