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Entre la imagen y la realidad
Opinión

Entre la imagen y la realidad

Las minorías de los poderosos, los gremios, los medios, los que monopolizan el poder decisorio, nos venden la imagen de la desgracias que supuestamente vive el país.

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abril 09, 2025
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Hace algunos años escribí un libro con el título Colombia, entre la imagen y la realidad, señalando lo distante que estaba la imagen de bonanza que se proyectaba en los sectores institucionales y los medios de comunicación cercanos, y lo que vivía como realidad la población colombiana.

En algo se parece la situación actual; una gran distancia puede estar separando la realidad verdadera y la que nos pintan los ‘formadores de opinión’… aunque en otro sentido…

La necesidad de los medios de conseguir audiencia los induce a buscar ‘noticias’ que despierten la atención, principalmente por lo escandalosas pero también por la forma en que motivan las emociones. La ‘prensa amarilla’ y ‘la prensa roja’ son solo pleonasmos, exacerbaciones de esa naturaleza misma del periodismo.

En el campo de la política esto lleva a sobredimensionar y concentrar la atención durante cualquier mandato en los ataques de la oposición contra el gobierno. Es decir que bajo cualquier gobierno la difusión de lo negativo que pueda suceder tiene caja de resonancia en la oposición y en los medios.

Por supuesto cuando se intenta un cambio en el statu quo se multiplican  las posibilidades y las capacidades para hacerlo con mayor intensidad. Se puede decir que es por eso que la imagen y en consecuencia que la sensación que reciben los ciudadanos en un proceso como el que vivimos es el de una inminente catástrofe, el de un país acabado que está al borde de muchas crisis.

La sensación que reciben los ciudadanos en un proceso como el que vivimos es el de una inminente catástrofe, el de un país acabado que está al borde de muchas crisis

No son solo las llamadas ‘minorías’ (negritudes, indígenas, LGTBX, etc.) que antes no tenían vocería y aun todavía no poseen la capacidad de imponer sus necesidades y sus aspiraciones; lo más grave es que son las mayorías, las de los pobres y los necesitados, las que no solo no manejan el poder sino no tienen la voz suficiente para obligar a que se les oiga.

Las otras minorías, las de los poderosos, las de los gremios económicos, las de los medios de comunicación, las de quienes monopolizan y comparten el poder decisorio, son los que nos venden la imagen de desgracias que supuestamente vive el país.

Pero independientemente de quién sea el responsable de la situación que vive país, el hecho es que nuestra realidad está lejos de ser deprimente.

Lo que los ‘tecnicos’ se complacen en desconocer es que somos la tercera economía más grande de Latinoamérica; con un incremento de la clase media tanto en cantidades como en nivel que es destacable. El aumento de ventas de automóviles de 36% de un año a otro no solo es signo de crecimiento económico sino de movimiento social. Igual la multiplicación de la economía del espectáculo con estrellas del mundo y escenarios a reventar son síntomas de una clase que tiene con que gastar más allá de la supervivencia; otro tanto muestran la proliferación de centros comerciales o el crecimiento mismo de las ciudades intermedias. No son los consumidores de alta gama, o los ricos y los súper ricos los que producen estos fenómenos sino las familias que salen de la pobreza.

Pero se prefiere enfatizar que la causa puede ser la corrupción o el narcotráfico que destacar lo positivo. Incluso los resultados macroeconómicos que son sobre los cuales más terrorismo se hace han resultado mejor de lo preanunciado. La inflación, el crecimiento, el empleo, muestran mejores indicadores de lo esperado.

El desorden por la controversia alrededor de las medidas que se proponen son fruto del natural proceso político cuando se enfrenta un proceso de cambio. Si no se logran pasar, no se puede saber lo que producirían. La incertidumbre nace de la confrontación, de la interinidad mientras se consolida algún resultado sea a favor o en contra de lo que intenta el gobierno.

Pero el país está lejos de estar ‘al borde del abismo’ , y  aún más lejos  de dar un paso  para caer en él. Ni la institucionalidad democrática se encuentra en entredicho , ni la economía está en crisis,  ni hay peligro de un golpe de Estado, ni el peligro de un ‘gobierno a lo Maduro o a lo Bukele’ existe.

Una agenda oposicionista y pesimista se encuentra en plena actividad, pero, por lo mismo, proyecta una imagen distorsionada de la  realidad.

Del mismo autor: ¡Acabar con los corruptos!

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