Entre la ignorancia y la mala fe
Opinión

Entre la ignorancia y la mala fe

Hablar de ‘complicidad empresarial en el conflicto’ cuando una mínima parte de empresas se involucraron en él, demuestra una aberrante ignorancia de las sentencias de la Corte Constitucional, o manifiesta mala fe.

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marzo 18, 2018
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"Algunos ven a las empresas privadas como un depredador que debe ser disparado, otros como una vaca que debe ser ordeñada, pero pocos son aquellos que las ven como un robusto caballo que tira de la carreta".
Winston Churchill

Algunos no solo ven al sector empresarial como un depredador, sino que abiertamente buscan su desprestigio y eventual desaparición. Y la razón de acabar con el sector empresarial es que no se ajusta al modelo económico que pretenden imponer. El sector empresarial por definición es un modelo individualista en donde una persona, o una asociación de personas, busca su propio bienestar económico. Adam Smith, uno de los pensadores más brillantes de Occidente, afirmaba: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés.” Aquellos que pretenden destruir al sector empresarial, como la fundación Dejusticia, lo hacen porque ven en el individualismo una infranqueable amenaza a su modelo socialista, colectivista y asistencialista.

Dejusticia, cuyas principales fuentes de financiación son ONG extranjeras, acaba de lanzar una investigación titulada Cuentas claras. El papel de la Comisión de la Verdad en la develación de la responsabilidad de empresas en el conflicto armado colombiano.  En abierta contradicción con las sentencias de la Corte Constitucional, Dejusticia pretende darle un vuelco a la realidad: el empresariado no fue víctima de los narcoterroristas, sino los narcoterroristas víctimas del empresariado. Como era de esperarse, el informe de Dejusticia solo señala las empresas que colaboraron con los paramilitares, guardando un discreto silencio sobre las que colaboraron con la guerrilla. En un excelente artículo publicado en el diario El Pais (marzo 10/18) el analista Gustavo Duncan señala que Dejusticia, de manera totalmente equivocada, pretende presentar el conflicto como un enfrentamiento entre élites económicas contra una rebelión de obreros y campesinos por razones redistributivas. Para Duncan, Dejusticia lo que plantea es que “los empresarios utilizaron directa e indirectamente métodos de represión irregular, es decir ejércitos paramilitares como un mecanismo de represión de clase.” ¡Basura! El conflico nunca fue una rebelión de obreros y campesinos sino un grupúsculo de rebeldes marxistas con un proyecto político reditributivo que obviamente implicaba tomarse el poder para imponer su modelo totalitario. Y si bien la guerrilla tuvo en su inicio financiación de Cuba y Rusia, muy pronto tuvo que acudir a otras actividades como el narcotráfico, el secuestro y la extorsión. Por supuesto que algunos empresarios se vincularon al paramilitarismo de una manera u otra para defenderse de la presión por recursos y de los abusos cometidos por las guerrillas. En Colombia hay algo más de 2 600 000 empresas. El hablar de la ‘complicidad empresarial en el conflicto’ cuando solo una mínima parte de estas empresas se involucraron el él, demuestra una aberrante ignorancia de las sentencias de la Corte Constitucional, o una manifiesta mala fe. El connotado analista Jorge Humberto Botero, afirma: “Pero centralizar la responsabilidad en los empresarios implica olvidar que la cadena de violencias padecida por nuestro país desde los años sesenta de la pasada centuria fue un fenómeno propio de la Guerra Fría, cuyo crecimiento acelerado fue posible gracias al triunfo de la Revolución Cubana en 1959, y al firme apoyo que esta otorgó a los numerosos movimientos guerrilleros surgidos en muchos de nuestros países. Luego del colapso de la Unión Soviética, las guerrillas se extinguieron en casi todas partes. Colombia fue la excepción; para financiar las actividades subversivas surgió, inicialmente, la poderosa fuente del narcotráfico, complementada luego con un portafolio creciente de negocios ilegales que el Estado no ha tenido, a pesar de muchos esfuerzos, la capacidad de desmantelar.”

 

Dejusticia y las organizaciones afines
tienen un proyecto de ‘cambio de modelo’
que implica pasar por encima del cadáver del sector empresarial.

 

Lo que no se puede olvidar es que de la misma forma que la guerrilla tenia un proyecto político totalitario que implicaba la toma del poder, Dejusticia y las organizaciones afines tienen un proyecto de ‘cambio de modelo’ que implica pasar por encima del cadáver del sector empresarial. Y para destruirlo hay que empezar por desprestigiarlo. No se debe olvidar que Fidel, antes de fusilar a los disidentes, los tildaba de ‘gus

 

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