“En el decurso de la vida hay hechos modestos que pueden ser un don”, dijo Jorge Luis Borges. En el mundo de Elsa Zambrano ese don es ser una coleccionista Pop.
Su primera colección fue de pequeños frascos vacíos de remedios, una droguería privada, un espacio especial donde ella jugaba mientras los ordenaba algunas veces por colores, otras veces por tamaños y otras por formas. Esa fue su manera de comenzar a jugar con objetos que daban un valor a sus lúdicos actos cotidianos.
Su sensibilidad artística llevó su afición por las colecciones a comprar postales que le reafirmaban su hábito de descubrir la belleza, y de llevarse una imagen como constancia del significado estético de una ilusión que encontró en un museo, en una calle, en un mercado de pulgas o en un anticuario. Además de recobrar el goce elemental de cada vivencia, cada postal tenía un lugar en cajas metódicamente clasificadas.
En el 2011 comenzó a ensamblar una serie que incluía sus colecciones de objetos, imágenes, mapas, figuras y libros dentro de una caja, creo un nuevo espacio encerrado en el que podía combinar sus múltiples colecciones para generar una nueva narrativa simbólica.
Esta nueva obra, es la artista coleccionista creando y proponiendo una nueva lectura de íconos de la pintura universal. Elsa Zambrano retoma el nacimiento de Venus de Sandro Boticelli, uno de los primeros desnudos en el Cuatrocciento italiano, y la transforma en una imagen contemporánea sobre un trasfondo de arquitectura renacentista, al tiempo que otros objetos incluidos en la caja viajan de lo clásico a lo moderno.
Con Vermeer retoma la imagen de la Niña con Arete y la reubica dentro de otra obra del pintor dándole un nuevo significado al rol de la mujer en la cotidianeidad en Delf en el siglo XVII y multiplica el efecto compositivo de la perla al incluir muchas de ellas.
Rembrandt, el pintor que más se pintó a sí mismo, registró su propio proceso de envejecimiento a través de las diversas etapas de su vida, el radiante, el arruinado, el triste, el devastado, el fracasado. Elsa Zambrano mezcla esas mismas imágenes en diferentes tiempos.
Con Velázquez, el pintor de los pintores, Zambrano retoma Las Meninas y le introduce otro icono español, la Manola, interpretando otra forma de la identidad española. Descompone las Meninas sacando una de la pompa del imperio hacia una lámina popular de venta de flores, sonido de guitarra y felicidad campestre.
La serie sobre los perfiles de las Mujeres del renacimiento que forman parte la exposición son retratos que muestran una fisionomía, moda, riqueza y condición social consignados en el umbral específico del matrimonio o la muerte que constituían para ellas los dos únicos eventos relevantes de la vida.
En el caso de Magritte, surrealista belga, Elsa al igual que él busca unir dos realidades y hacer del espacio una realidad distinta que reta tanto la certeza como la incertidumbre.
Elsa Zambrano tiene una nueva mirada al irrespetuoso movimiento Pop norteamericano e inglés en el que el consumo masivo es su realidad. Ella recoge argumentos comerciales para construir sus historias y recomponer en sus cajas imágenes comerciales vigentes desde el siglo XX y personalidades relevantes del mundo social. Dentro de su recuento de la historia del arte crea paralelos como el de la Monalisa y Marilyn Monroe.
Elsa Zambrano, una artista que se alimentó de Beatriz González y de Liliana Porter ha logrado dentro del Pop una propuesta diferente e inédita.
El Zambrano en el Museo de la Tadeo desde el próximo jueves. Entrada gratis. Esperamos verlos