Dejando de lado la invitación del uribismo a desconocer el resultado de los pasados comicios, las dos noticias más destacadas de ese evento electoral fueron sin duda, en primer lugar, la aplanchada propinada por Petro a sus contendores de consultas, especialmente a Fico Gutiérrez y Sergio Fajardo, y en segundo lugar, la enorme diferencia encontrada entre los datos reportados por la Registraduría a través de sus boletines oficiales y los hallados en los escrutinios, después de que el propio Petro denunciara la inexplicable ausencia de votos en cerca del 25 por ciento de las mesas del país.
Respecto de lo primero, ya sobran las palabras; pero de la gravedad de lo segundo jamás se dirá lo suficiente. Ha sido un hallazgo tan descomunal que sobre él se seguirá hablando por mucho tiempo, como se habla hoy aún del fraude protagonizado por Carlos Lleras Restrepo, connotado demócrata, quien nos hizo acostar a las ocho de la noche para que no nos percatáramos del robo de las elecciones que se perpetraría contra Rojas Pinilla para entregarle la Presidencia de la República a Pastrana Borrero.
Lo de este 13 de marzo fue tan escandaloso que con solo mencionar lo ocurrido al Pacto resulta suficiente. Baste con agregar que, de haberse perpetrado el ilícito, le habrían burlado el derecho a tener por lo menos tres senadores más.
Por fortuna se descubrió a tiempo; de lo contrario, hoy estaríamos conformes con los datos reportados inicialmente, pues nunca nuestra historia ha dado cuenta de que los escrutadores hayan detectado anomalía alguna que dé al traste con curules mal habidas.
De esto puede dar fe el partido Mira, que tuvo que esperar a que fuera el Consejo de Estado el que tardíamente, en fallo de febrero de 2018, le reconociera el derecho a tres curules senatoriales obtenidas en las elecciones de 2014, y que fraudulentamente le habían sido burladas.
Lo más lamentable es que, a pesar de que las autoridades electorales y los grandes medios de comunicación terminaron resignándose a reconocer la comisión del hecho doloso cometido contra el Pacto, se niegan a calificarlo con las letras que se merece. Para no ir muy lejos, el editorial de El Espectador del pasado domingo señaló de irresponsables y populistas a quienes lo califican de fraude, y se limitó a señalar simplemente que “la diferencia de votos fue más allá de lo esperado”, lo cual es como decir que sí esperaba que se presentara esa diferencia, pero no que fuera tan grande.
Este episodio tiene que recibirlo el Pacto Histórico como una advertencia de lo que puede suceder en las presidenciales, y tomar las debidas precauciones.