Entre el Icfes, las pruebas Pisa y el asesino de Yuliana
Opinión

Entre el Icfes, las pruebas Pisa y el asesino de Yuliana

Si el Ministerio de Educación implementara clases de conciencia política, urbanidad, valores (respeto-inclusión) e inglés obligatorios, tal vez este país empezara a salir adelante

Por:
diciembre 07, 2016
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Educar primero que instruir
Agustín Nieto Caballero.

Hace dos semanas vi, leí, escuché la gran alharaca que todos los medios hicieron con la fastuosa lista de “los mejores colegios de Colombia” que cada año publica el Icfes y que pone en situación de discriminación y mayores dificultades a muchos, muchos niños en nuestro país.

Ayer estuvimos más o menos por las mismas con las pruebas Pisa donde mejoramos un tris en Lectura, un tris en Matemáticas y un tris en Ciencias. “Importantísimos resultados” para construir el camino hacia pertenecer a la Organización para la Cooperación el Desarrollo Económicos OCDE, conformada por 34 países desarrollados y ricos… Bueeeno… Tremendo globo si tenemos en cuenta que estas pruebas se hicieron solo con 300 colegios, de más de 11 000 que hay en el país, y que fueron preparados específicamente para dar los resultados anotados. ¿Trampa? Eso dicen algunos críticos de lo anunciado con intervención presidencial, en tono de gran acontecimiento.

A estas alturas ustedes se estarán preguntando dónde cuadra acá el asesinato de Yuliana. Vamos por partes. Es que estamos haciendo las pruebas Saber que han conducido a un formato educativo único que saca de tajo a muchos niños que se gradúan a trancas o no son exitosos. ¿Por qué? ¿Qué ha generado esta clase de medición? Una competencia entre rectores de colegio que se preocupan más por endurecer y unificar un modelo único excluyente que los lleve al mayor puntaje del Icfes, que por formar integralmente a las personas que se comprometen formar; colegios cuyo objetivo es el puntaje del Icfes para el buen nombre de su negocio, no los estudiantes; unos niños exigidos no en valores ni en sus objetivos de vida, sino para la reputación del colegio; unos padres cada vez más frustrados porque sus hijos no obtienen buenos resultados en el esquema rígido del colegio donde sueñan que sus hijos se gradúen; una educación orientada por un patrón único para niños con múltiples formas de aprendizaje, y enfocada en las calificaciones y no en las cualificaciones, que son lo fundamental. Está demostrado que los menores más que ser buenos en lo académico, tienen que ser fuertes en su autoestima, en la resolución de sus dificultades más que en el dominio de las materias, porque esa confianza en sí mismos es la que los lleva a enfrentar asertivamente la vida y a ser lo más importante: ¡buenas personas!

Aquí vale la pena mirar el modelo educativo de Noruega, uno de los más reputados y con mejores resultados del mundo. Dice la información que “el objetivo es que todos los niños y jóvenes adquieran habilidades fundamentales, conocimientos, cultura y valores comunes. La política noruega educacional está arraigada al principio de igualdad de derechos para la educación de todos los miembros de la sociedad. Enseñar en un colegio noruego significa adaptarse a las habilidades de cada individuo”. ¿Y qué tenemos en Colombia? Un modelo inverso, un patrón único para niños con múltiples formas de aprendizaje. ¿Al servicio de quién? De unas empresas llamadas colegios y de un gobierno arribista que quiere ser parte de una élite global con argumentos que distan mucho de nuestra realidad. Definitivamente la educación tiene poco que ver con las calificaciones, con los números, y todo que ver con las cualificaciones de los estudiantes. Resulta que cada vez más la dichosa lista es el rasero para dizque medir a esos “mejores colegios” y los “mejores estudiantes” solo desde las respuestas a un examen de materias, no desde un tema que es absolutamente integral y poco numérico: formar seres humanos con valores… con respeto por sí mismos, por los demás y sus diferencias.

 

La educación se circunscribe hoy a la integración de la familia,
las instituciones educativas, las políticas del Estado, los medios e internet
con sus redes sociales; cada uno tiene su responsabilidad

 

La educación se circunscribe hoy a la integración de la familia, las instituciones educativas, las políticas del Estado, los medios e internet con todo y sus redes sociales; cada uno tiene su responsabilidad. La base de la sociedad que es la familia, donde se supone que los niños tienen mayor protección, está en absoluta crisis. En Colombia las familias han cambiado en su composición; pero hablemos de las básicas mayoritarias. Las de las madres solitarias, que son la mayoría, y las de papá y mamá trabajadores que nunca están en casa. ¿Qué tienen? Niños abandonados voluntaria o involuntariamente a su suerte, matando el tiempo en la calle y enfrentando todos los riesgos, en lugar de estar haciendo tareas y siendo protegidos en sus casas. La otra clase de familia es la migrante, esa que tiene a los padres trabajando en el exterior o en otras ciudades del país, enviando remesas a familiares o abuelos que tienen a su cargo a sus hijos, pero sin los mismos cuidados y expuestos a los mismos riesgos que los anteriores. ¿Qué hay? El perfecto caldo de cultivo para la delincuencia en cualquiera de sus manifestaciones.

¿Y las políticas de Estado? El Bienestar Familiar tiene un presupuesto anual cercano a los cinco billones de pesos, de los cuales dedica a la familia desde la dirección de ramo apenas 72 mil millones de pesos aproximadamente; ¡algo más del uno por ciento del total! Tres o cuatro mil millones se van en gastos operativos y el resto en los programas establecidos para tal fin. ¿Corresponde esa cifra a la importancia de la familia como núcleo social? Yo francamente creo que no, lo que llevaría al “Bienestar Familiar” a replantear, o crear, o fortalecer su enfoque, su razón de ser.

¿Qué pasa con los medios, cuya misión es informativa pero también educativa? Están desenfocados en lo primero y no cumplen a cabalidad con lo segundo. ¿Y la internet con sus redes sociales? Tienen atropellado al mundo transportando permanentemente información que pareciera inmanejable e incontrolable.

¿Y dónde es que cabe el asesino Rafael Uribe Noguera? Es uno de los resultados, una muestra no solo de sus desgracias personales (que según los expertos van desde el abuso infantil del que habría sido objeto, hasta lo que parecería la complicidad de una familia adinerada), sino de las desgracias de una sociedad enferma con un sistema educativo equivocado, invertido; un núcleo familiar disfuncional y enfermo, sin valores; unos medios desenfocados y una agresiva internet a la que un amigo llama “las implacables barras bravas de las redes sociales” por la andanada de información de todo tipo que circula y que a hoy nadie sabe cómo realmente se debe manejar. Esto está tan mal, que el doctor Miguel Bettín, terapista en drogadicción y rehabilitación, la situación de abuso infantil es superior al conflicto armado.

Si el Ministerio de Educación implementara clases de conciencia política, urbanidad (respeto-inclusión) e inglés obligatorios, tal vez este país empezara a salir adelante. La educación y sus responsables tiene que revaluarse si queremos tener un mejor país, con mejores seres humanos; ¡de eso es de lo que realmente se trata la educación!

¡Hasta el próximo miércoles!

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